Gracias
por lo que tengo
que es mucho, muchísimo.
Tengo amor,
tengo amigos,
tengo familiares
que se preocupan
y ocupan
cuando estoy mal,
angustiada, enferma;
gracias
por la salud,
gracias
por mucha más ropa
de la que necesito;
gracias
por mucha más comida
de la que requiero;
gracias
por todos esos libros,
algunos de los cuales,
-lo confieso-,
aún no leí;
gracias
por haber podido aprender,
por seguir aprendiendo,
por las ganas de hacerlo;
gracias
por este cielo
que sin que nadie se lo pida
allí está;
gracias
por los árboles,
¡inspiradores de tantos decires!
gracias
por intentar, por poder expresarme,
por derramar tantas lágrimas aquí mismo,
entre párrafos,
por atreverme a exponer mis miedos,
mis expectativas, mis decepciones,
mi impotencia,
mis alegrías,
mis locuras;
gracias
por tantos y tantos significantes
con, sin significado,
correteando, imparables,
por una cabeza, para bien o para mal
nunca vacía;
¡gracias, vida, Dios, Universo!
por esta inclinación, inexplicable
o explicable
a este arte
que acompaña,
consuela,
¡rescata!
enorgullece.
Gracias a todo
y a tantos que me soportaron
en esta selva literaria
a veces, llena de obstáculos,
otras, con la energía, la creatividad,
las palabras precisas,
desde la cabeza, el espíritu
hasta el soporte de turno;
desde mí
hacia ustedes:
lectores,
a quienes, en general,
desconozco,
a todos los que por un rato,
se detuvieron, detienen por acá;
si ocurre, de pronto,
que ciertas palabras, frases,
las sienten propias,
dispongan de ellas,
úsenlas a su antojo.
Todas, absolutamente,
les son destinadas.
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