Aunque
la cortina gris
insista en sofocarnos;
así
el cielo
se despoje de su azul,
se vuelva amenazante;
a pesar
de la violencia:
monarca absolutista
de tantas mentes, espíritus;
no cesaré, no se debería cesar
en el intento
de seguir los pasos de nuestros pequeños sueños,
¡no perdernos ninguna de sus huellas!
pues, son los indiscutibles salva-vidas
en medio del caos, del dolor, de la frustración, del miedo;
alimentan la imaginación,
reviven una, otra vez la inspiración
para que no nos dejemos caer,
para que sigamos creyendo,
para que nunca olvidemos
ese ínfimo lugar secreto
¡poseedor
de maravillas!
antiguas, nuevas,
venideras;
en esos pequeños sueños,
en cualquiera de los ínfimos
hechos cotidianos
está todo.
Si nos asimos
a ellos,
nada, nadie
podrá derribarnos;
esos recortes de vida
nos permiten no desoír
las voces de los que padecen,
temen, están en peligro,
-también las nuestras-.
Aquellas que re-humanizan
el mundo,
entonces, volvemos a sonreír
por todo, por nada,
sin pensarlo tanto.
Y eso nunca acaba.
El goce interior,
privilegio de unos pocos,
tributo incondicional
del Universo.
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