Hay sonrisas
que derretirían los polos;
silencios
que gritan más y más,
que harían temblar
el suelo;
¡hay palabras
que dicen tanto, que lo dicen todo;
que son presencia,
visible e invisible,
que son promesas,
aliento, soplos de vida!
las hay también huecas,
despojadas de todo contenido,
demostración, acto;
palabras pronunciadas
simplemente, por tedio,
por no saber qué hacer con el tiempo.
Palabras
que engañan.
Hay abrazos
que aun a la distancia,
se convierten en eternos;
nuestra espalda, nuestros brazos,
nuestro corazón
rebalsa con su memoria;
los hay, en cambio,
desganados, por cumplido,
¡mentirosos!
Hay besos
que derretirían la nieve más espesa,
esos que nuestros labios
jamás olvidarán;
hay formas únicas, particulares
de besar
que nunca se repitieron,
¡mas siguen vivas!
y como árboles añejos,
¡no hay tormenta que pueda
con esa experiencia!
todos tenemos algún espejo, claro:
delante y detrás
está la mirada, la verdadera,
los gestos, el pensamiento,
los sentimientos,
la manifestación de nuestro espíritu,
que solo nosotros conocemos
que nos moviliza, nos sostiene;
en ese, en cualquier espejo
se ve, se vislumbra
el abrazo propio:
¡el auténtico!
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