Y regresó.
Cuando apenas
se veía su esqueleto,
sin hojas, sin brotes,
sacudida, impiadosamente,
por el viento,
el frío, la lluvia.
Un día,
hoy, -quizás ayer-,
nuevos, auspiciosos,
racimos verdes,
animaron mi mirada,
colorearon mis mejillas;
¡cuánto tiempo
con toda esa incertidumbre!
o no fue tanto,
o era yo,
¿me había perdido?
La cuestión
es que esas increíbles flores
también volverán;
solo hay que aguardar.
El ave
que muy temprano
rozó mi ventana
endulzó
mi espíritu
con su canto fresco;
reactivó mi impulso de seguir
haciendo esto
o intentándolo;
muchos, muchisimos necesitan
leer esperanzas!,
pensé.
Reuní fuerzas,
ayudó y en mucho
esa sorpresa natural, claro
y aquí estoy;
y puedo decirles
que se lo debo a ellos:
enredadera, césped,
pájaros, cielo azul, brisa, sol;
la vida
no se detiene
ni se detendrá
por unas cuantas
lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario