martes, mayo 28, 2024

De pérdidas

 Perdí

 a muchas personas

 queridas y muy queridas;


 perdí

 ahorros,

 objetos que apreciaba,


 amigos,

 amantes,


 amores

 de verdad,


 los que de un modo u otro

 están siempre en mí;


 hallé nuevos motivos,

 hallé en mí esta bendita vocación


 -en realidad,

 la había hallado desde pequeña-


 pero me llevó tiempo

 darme cuenta, reconocer


 esta increíble vocación de decir,

 de contar,


 vocación

 que, sin dudas, me sostuvo:


 cuando perdí a mi amado papá,

 cuando perdí a mi tan querida tía,

 cuando perdí a mis abuelos,

 amigos, conocidos;


cuando me perdí,

sobre todo cuando me perdí,


por ejemplo, el día en que me di

cuenta de que te había perdido


una vez más.


Claro que enseguida supe

que ya no habría

"una vez más";


 el dolor fue tan profundo

 que aún quedan resabios


 en mi mente,

 en mi corazón;


 ¡todavía me cruzo

 con miles

 que me recuerdan a vos!,


 en una u otra etapa

 de nuestro vínculo;


 luego de la de mi papá,

 fuiste la pérdida más insuperable;


 como él,


 aparecés cada tanto en mis sueños,


 en los días de tormenta,


 en los días oscuros,

 atemorizantes;


 aunque también

 en los más luminosos.


 (No sé

 si deberías leer esto).







 

Instantes infinitos

 Cierro los ojos

 y ahí estás,


 estamos


 como alguna vez,

 como en ese lapso breve


 ¡imposible olvidarlo!


 solo en mis sueños,

 solo en algunos sueños;


 al despertar

 insisto en que el sueño continúe


 y no.


Despierto

del todo:


 algo alegre,

-impregnada aun de esos envíos del subconsciente-


 ensimismada, muy ocupada


 en lo que puede estar pasando

 o pasará o asumo que pasará


 en mi vida, digamos, real.


 Aquello parece haber sido perfecto,

 pues eran otras las circunstancias:


 sin demandas, sin expectativas,

 sin temores, sin precauciones;


 solo estar, ser uno

 en esos instantes infinitos;


 hoy


agobiada por esto, por aquello

no es tan simple vivir una situación, siquiera, similar;


 Sé que debería intentar,

-de hecho lo hago-


reproducir

aquí, en este mismo momento


vivencias,

sensaciones, 


desempolvar

pequeños rincones

del alma


olvidados,


desempolvar

esperanzas, 


activar

nuevos sueños


-pero despierta-.


La existencia, finalmente,

es una línea recta


 y uno no puede o no tendría que separar

como si se tratara de un libro,

cada uno de los capítulos.


Todo tiene conexión

con todo;


 los sueños 

que remiten a tiempos de liviandad,


-probablemente, más felices-


reenvían a la urgencia

de regresarlos


transformándolos al hoy, a lo que somos hoy,

a lo que hacemos hoy,


al mañana,

a lo que imaginamos será nuestro mañana,


sin olvidarnos

de este preciso momento.


Momento

que es y será único,


 irreemplazable.








domingo, mayo 26, 2024

Sueños que quitan las sábanas

 Tan joven,

 tan entusiasta,

¡tan lindo!


aquel, no... aquel otro

un poco más,


¡uhhh, cómo se parecen

al vos

de aquel tiempo!,


al vos

todo espontaneidad,

todo frescura,

todo ilusión;


al yo


toda espontaneidad,

toda frescura,

toda ilusión;


se parecen


pero no.


Me alegro

de que aún los haya:


jóvenes

que apuestan,


que pelean,


que creen

en sí mismos,

en una idea,


en una postura;


no sé si hoy

creés en algo,


si quedó algún resto

de aquella chispa,


de aquellas ganas de todo,

de aquella sonrisa, de aquella actitud;


pasaron los años.


En mí quedan aún

sueños por cumplir,


¡y son esos sueños

los que me quitan las sábanas!


todavía, las ideas,

la postura, las ganas,

¡las sonrisas!


incluso

frente a problemas,

más, menos graves;


¿es que serviría de algo

abandonar aquellas ilusiones


o las nuevas

o las que vendrán?


como aquel chico u otro que pasan,

querría que siguieras soñando también;


que siguieras creyendo

en que vendrá algo mejor,

en que todo saldrá bien,


quizás no ahora,

ni mañana ni dentro de un mes.


¡Pero nos espera

algo maravilloso!,


nuevas posibilidades,

nuevos conocimientos,


nuevos propósitos,


depende de uno.



Opresión

 ¿Cómo se hace

 para sortear el miedo


 y seguir?


 ¿se lo rodea,

 se retoza en él?

 

¿cuántos días, meses

se necesitan?


 ¿se finge ignorarlo?


 Dicen: pensar en positivo,

 cambiar la actitud.


¡Todo eso no sirve!


así lo repitan y lo repitan,

así se observe que algunos o muchos lo consiguen;


así

algunos o muchos se enojen

porque uno está mal,


-o no como ellos

desearían que se esté-.


¡no entienden ni entenderán que el miedo,

desoyendo toda súplica,

ocultó las llaves!


...........................................


¡Un día, sorpresa,

el despertar!


(un brillo alentador)


¿el miedo

abrió las puertas?


¿quitó sus garfios ponzoñosos

del cuello?


Acaso, ¿se asustó de sí mismo

y huyó hacia la lejanía?


¿se puede

volver a respirar?


por cierto, el aire

parece haberse limpiado

como nunca.


hasta un pájaro distinto

pasa cerca de la ventana


y parece convocar


al retorno;


las lágrimas

se secan,


el sol brilla

sobre el rostro,


lo enciende,

lo anima.


Los árboles

lucen su amarillo esplendor


como lo hicieron

durante ese tiempo en que ni se lo advertía;


en fin, todo parecería

haberse "normalizado",


¡Las ganas de seguir

peleándola

resurgen!


¿para siempre?


¿importa, acaso?






martes, mayo 21, 2024

Ficción de felicidad

 ¿Se tratará

 de un nuevo otoño

 sin vos?


Al parecer...


No sé cómo pude,

cómo puedo resistir.


Recuerdo

hace tantos años


cuánto sufría

cuando te ibas en ese auto,

rumbo hacia esa casa,


en la que estaba esa gente,


a la que vos...y "ella",

juntos


se dirigían


además.


Recuerdo

aquellas lágrimas royéndome

por dentro,


mi saludo fingido,


mi ficción

de felicidad, de no añoranza,


de no amor.


Creo que desde ese momento

supe que siempre te perdería,


que siempre habría otra "ella"

y yo me quedaría fingiendo,


-aunque cada vez de un modo menos convincente-.


Así pasó, de una u otra manera.


Hubo una segunda oportunidad

luego de la oportunidad anterior a la de "ella",

-la que iba en  aquel auto ese día-;


duró lo que tenía que durar,


es decir, un tiempo,


siempre me parecerá breve.


Y como las casualidades no existen

sino las causalidades


nos reencontramos

a través de las redes,


muy lejos,

muy muy lejos


uno del otro.


-más que nunca-


Pero fue peor.


El cierre o aparente cierre

de un enredo de idas y vueltas

al que parecíamos, parecemos

condenados...


En resumen:

otro otoño y habrá muchos más


o según decías,

tal vez, en otra vida...


si ello fuera posible

seguro nos cruzaríamos por cuarta vez;


entonces


sería probable que nuestra ancestral condena

a infortunio


acabara. (¿?)



Dioses decadentes

 ¡Llenos están

 los cielos!


 plegarias y más plegarias;


 incluso los ateos

 se unieron a la "gesta";


los dioses o quienes estén allá,

-o por acá nomás-


no dan abasto;


¡los más incrédulos

se volvieron fieles seguidores!


¡El temor

realmente, logra lo impensable!


pero nadie acude,

pero nadie asiste,


pero nadie da

a cambio de...


¡Ah, no! ¡me confundí!

no eran dioses,


solo estaban disfrazados.


-No queda nada,

no tenemos nada para ofrecerles.


-¿pero no eran ustedes

nuestros "salvadores"?


-lo fuimos, jeje...pero la plata se acabó,

ya saben...


Así es que los eternos creyentes

y los nuevos


forman fila


en esos sitios

en que dicen que todavía "algo" queda,


al menos


para saciar

las necesidades del día.


-Se acabó, arréglense 

como puedan, pidan, rueguen,

récenle a ese Dios, el de la iglesia...-


 ¡Y cómo resuenan esas palabras!

-jamás imaginadas-,

dentro de sus mentes perdidas;


-¿dónde ubicarlos?

-¿qué hacemos ahora?


se preguntan

o no se preguntan nada


y siguen formando filas y más filas


frente al abandono,


frente a puertas clausuradas.


(Pero créase o no, siguen, seguirán

creyendo en ellos, a la espera de un milagro).

lunes, mayo 20, 2024

Vulnerabilidad otoñal

 Estás ahí.


 Sé que tal vez

 aceptarías seguirme,

 

 mas triunfa en mí

 el orgullo,

 el recuerdo de tus "apariciones" y "desapariciones"

 continuas;


 las devoluciones

 que en vano esperé


 hace un tiempo.


Sí, seguramente

volverías con tus saludos pseudo-afectuosos,

tus corazones aprobatorios,


alguno que otro comentario,

-si es que lo habría-;


pero no me alcanza.


¡Tendría tantas palabras

por decirte!


¡tanto de mí

para tan nada!


no quiero colocarme

en el lastimoso lugar

en que me ubicarías,


ya no más.


Pero en el cielo azul

brilla como nunca 

ese sol maravilloso,


hay hojas coloridas

por todas partes,


caen sobre mi cabeza,

sobre mi abrigo,


mientras camino

por las veredas ornamentadas 

en amarillo, ocre, rojizo,

-según-.


el otoño

me vuelve vulnerable:


el café caliente,

el vidrio empañado del bar,


las servilletas en las que improviso ideas

que serán o no poemas


desdibujan mi cordura,

mi sensatez


y es entonces

cuando experimento ese imperioso deseo


de buscarte.


Pero no quiero lastimarme,

bastante lo hice antes;


entonces


te quito de la pantalla,

ignoro el "seguir"


y continúo con mis letras:


el único modo

de enmarcarte en algo soñado 

aunque inalcanzable;


pero el único modo


de no olvidarme

de que existen los sueños


así nunca se concreten.

Regreso al paraje inmundo de la autocompasión

 Y sí.


 Por más que me lo proponga:

 ahí siguen tus palabras,


 tus comentarios,


 esos emojis


 que renovaban mis ganas de sonreír,

 no digo todos los días

 pero muchos, durante un tiempo


un tiempo 

que podría considerarse breve


pero en mi corazón

se hizo mucho más extenso,


por lo inolvidable,

por ese recordarme 

que aún estoy por acá,


que sigo viva

que sigo sintiendo cosas,


muchas cosas

que creía olvidadas,


que creía eran o son para otros,


-que de hecho,

consideraba privativas

para mí-;


que remitían, remiten a otros tiempos,

otras personas, otro modo de encarar la vida,

las acciones, el sentir...


tiempos


en que no escribía tanto

y hacía más,


en que no contaba tanto

pero vivía más,


en que no hablaba de todo esto ni de mucho más

porque sabía mucho menos sobre cuestiones literarias


pero soñaba más;


mis escritos eran entonces

absolutamente espontáneos,


mucho más vívidos,

apasionados, hasta riesgosos...


En fin,


este tormento

de tenerte todavía en un rincón,

-ya no un "rinconcito"-


del alma,

de los deseos ocultos,

por lo general, imposibles,


revive en mí

cada tanto;


puede que esté regresando,

como lo expresé en otro escrito,

al paraje inmundo de la autocompasión;


algo de eso hay y habrá en este

y seguramente en otros textos;


es que extraño tus mentiras:

tan evidentes pero tan incentivadoras;


extraño tu magia,

la magia de tus ojos, de tu voz,

de tu juventud activa, ávida;


extraño hasta tu ignorarme,

esa espera de un nuevo contacto


ese decir, tantos decires

que quedaron sin respuesta.


No se preocupen,

-no me preocuparé tampoco-,


seguiré contándoles

sobre ese encuentro inesperado


que se transformó en desencuentro


al parecer,

sin retorno,


¿dependerá de mí?


quizás.


No me haré demasiadas expectativas,


no por acabar con la autocompasión,


sino por prolongarla 


hasta el olvido,


(si es que el olvido existe).

domingo, mayo 19, 2024

Piedras en los bolsillos

 Piedras en los bolsillos

 como Virginia,(*)


 hasta hundirme


 para desoír 

 ese desfile incesante, ensordecedor,


una, otra vez,


 de palabras, significados,

significantes-artificio;


¡piedras en los bolsillos!


poco a poco sentir el agua helada

royendo los huesos,


congelando los órganos,


hasta hundirme,


hasta que nada quede de mí,


ni mi imaginación;


piedras en los bolsillos

y ¡adiós, disconformidad!


¡adiós, búsqueda inacabable, voraz,

del vocablo apropiado!,


elegante

y vacío,


vulgar

y pleno de contenido;


como a ella


me desespera

esa búsqueda interminable


que nunca puede saciarse,

que nunca resulta suficiente,


no se llega a decir

lo que se pretende decir,

lo que no se pretende decir;


entiendo a Virginia.


Ella, amante de la literatura,

de la perfección literaria

como pocas, sobre todo en su tiempo,


hurgando y hurgando en su atribulada cabeza

"esa" expresión que necesitaba,


en busca de "esa" perfección

que no lograba o sí lograba


pero ella no estaba convencida.


Lástima.


Se fueron, tempranamente,

sus posibles próximas

genialidades;


imagino a ese río egoísta:

pletórico de letras, 

melodías, lágrimas,


último hábitat

de una de las mejores poetas,

-al menos, en mi opinión-;


¿la habrán llorado

lo suficiente?


quizás, ella

desde alguna parte,


haya escrito algo

al respecto


y, como siempre lo hacía,

no cese de corregirlo.




(*) Me refiero a Virginia Woolf, escritora londinense. Nació en 1882 y falleció en Sussex en 1941.  En una de sus obras,"Tres guineas", manifiesta: "Hay historias que cada generación debe contar de nuevo."



Lo inaccesible

 El cielo,

 los árboles vestidos de otoño,


 la casa de las tejas rojas desgastadas,

 los edificios de enfrente,


 el tren,

 cada vez que pasa,


 quizás,

 las personas que viajan en ese tren

 o en algún otro,


me miran.


Todo está allí

como todos los días.


La cotideaneidad

suele ser confortable


pero aburrida.


¿Por qué quiero salir?

¿por qué busco excusas para salir?


antes,

me inspiraban esas miradas.


Ya no

o no tanto.


Años atrás

hubiera delirado ante una vista como esta.


Hoy no me sucede.


Los años lo transforman todo

y lo que me parecía maravilloso


lo era porque no lo tenía

y creía que jamás lo conseguiría,

¿quién sabe?


pasa con el amor,

claro.


Aquel que está lejos,

absolutamente inalcanzable,


a quien importé tanto

hasta que no importé nada;


aquel


con el que todavía 

sueño en los días

y en las noches


ese 

será el objeto de deseo,


al que no se olvidará fácilmente,


salvo

que se diera un encuentro, una coincidencia,


¡una nueva oportunidad!


mas entonces,


al tiempo,


sucedería como con el cielo,

los árboles otoñales, la casa de las tejas rojas desgastadas,

los edificios de enfrente, cada uno de los trenes que pase,

las personas que viajen en ellos;


es decir,


ya no me produciría

delirio, ni inspiración,


¡ni deseo,

ni amor!


Supongo que nos sucede a varios:


sufrimos, nos malhumoramos

por aquello que no poseemos,

por aquel, aquella a quien no logramos acceder,


aquel, aquella

que nos ignora,


que ni siquiera,

probablemente, nos piense.


Sería bueno intentar la revalorización

de lo que sí tenemos,


de aquellos que sí están con nosotros,


quienes se interesan

por nuestra salud, 


nuestros estados de ánimo,

-aun fluctuantes-


y nos aceptan,

no pretenden cambiarnos;


nos eligen 

a pesar de y a pesar de...


también 

cuando nuestra cabeza, nuestra imaginación


escapa hacia otros sitios:


en ocasiones,

países lejanos en que habitan personas imposibilísimas;


aunque lo sepan

o lo intuyan,


lo comprenden,

lo aceptan.


Y su abrazo siempre está y estará 

para aliviar las tantas contradicciones,

los innumerables inconformismos


de nuestro difícil día a día:


al lidiar con lo de siempre,


en tanto, padecemos


por lo que consideramos

ser incapaces de obtener.

domingo, mayo 12, 2024

El escudo inquebrantable

 ¿Valientes?


  no hace falta

  siquiera, asemejarse a los grandes patriotas;


  valiente

  es el que sale día tras día

  corriendo a un micro


  o haciendo filas tremendas

  para tomar el tren,


  para obtener un producto

  o varios a precios más accesibles;


  valiente


  es el que pese a sus bajos ingresos

  hace cuentas y hace cuentas


 y consigue

llevar el alimento a la mesa,


enviar a sus hijos a la escuela,

adquirir u obtener como puede

los útiles, los libros que necesita;


valiente


es el que en medio del frío,

del viento, de la peor tormenta


sale a la lucha cotidiana,


¿son más fuertes que los otros,

los que esperan que alguien les de todo,

los auxilie, se esfuerce por ellos?


no.


Los mueve la dignidad,

la satisfacción de la labor cumplida,


la tranquilidad de su conciencia

al saber que su esfuerzo tiene la mejor de las recompensas:


el amor,


las risas,


el aprendizaje,


la salud,


la tranquilidad


de su familia;


claro que puede fallar:

desempleo, desastres climáticos,


¡guerras!


aniquiladoras

de todo aquello por lo que se esforzaron,


pérdidas

de sus seres amados,


de sus hogares,


de su modesta

aunque cálida, vida anterior;


pues estos últimos,

como pueden y más de lo que pueden

siguen peleándola,


desde las peores circunstancias,

desde haberlo perdido todo,


menos su valentía,

menos su constancia,


menos sus ganas

de sobrevivir a todo,


en pos 

de quienes quedan:


quienes como él,

se hicieron fuertes, 

no renunciaron


y siguieron.


Pues de eso se trata,


esa es la actitud y el accionar

de los verdaderos valientes:


sobreponerse


a lo que sea,


incluso a pérdidas irremediables,

incluso sin tener casi nada o nada

de apoyo, de ayuda


¡solo ellos!


solo su escudo inquebrantable:

su fe, su fuerza espiritual


los sostiene,


incentivándolos,


insistiéndoles


en que la vida, su vida,

-como sea que se de-,


continúa.


Nunca acaba antes,


suceda lo que suceda.



   

 

viernes, mayo 10, 2024

A escondidas

 ¿Dónde estarás

 ahora, justo ahora?


 Imagino:

 habrás finalizado

 tu día de trabajo.


¿Seguirás

trabajando en el mismo sitio?


¿Trabajarás desde tu casa?


Sabía o creí saber tanto de vos

y hoy no sé casi nada;


solo tengo en mi cabeza,

en mi corazón,


esos ratitos,

esas charlas a escondidas


¿a escondidas de ellos

o de nosotros?


en fin,

sabía más o menos

cómo era tu día, si viajabas,

si estabas haciendo una u otra cosa.


Hoy 

traslado aquel conocimiento,


aunque sé que como sucede a todos o  a casi todos

tu mundo habrá cambiado,


tus horarios,

tus hábitos,


¿tu compañía?


tal vez siga siendo ella,

tal vez sea otra,


¿qué más da?


sigo tan lejos de vos

como cuando tenía aquella información:


no era lo que me acercaba,


era ese lazo que sostuvimos

e intentamos sostener


pero no fue posible

o lo fue


-o lo sigue siendo-


pero no quisimos,

no queremos,


no pudimos,

no podemos;


supimos, sabemos

de su imposibilidad,


es probable.


Tu vida de aquel tiempo

y de tiempos anteriores

muy anteriores


es lo que tengo,

es mi bitácora


para situarte,

imaginarte lejos pero cerca,


imaginarte

yendo o viniendo

de sitios que mencionabas


y yo aquí,


esperando el milagro

que nunca se produjo;


¡ese reencuentro tan planeado!


viniste y como si tal,


no pudimos concertar nada,

no pudimos ponernos de acuerdo


¡Y tal vez 

fue la única, la última oportunidad!


dirás eso del entorno

que todos repiten como loros

últimamente;


probablemente,

tenga que ver con eso


aunque nunca nos importó

pero...


hoy no soy la misma

de  pocos años atrás,


menos, la desde hace muchos más años,

en que todo parecía posible, a nuestro alcance,


con solo abrazarnos,

el sol, las estrellas, el universo


nos pertenecían


¡todo nos pertenecía!


así

solo ¡y nada menos!


nos tuviéramos

el uno al otro.

miércoles, mayo 08, 2024

Reapariciones diferentes

 Apareció

 de pronto;


 no fue necesario

 esperar demasiado;


la naturaleza

tiene sus tiempos,


sus ciclos,


sus metamorfosis;


a diferencia de los "humanos":

no siempre su reaparición

significa alegría;


-en ocasiones, sucede todo lo contrario-


ni sus continuos cambios,

ni sus demandas;


las personas, digamos mejor,

tienen, tenemos facetas ocultas


que no se develan

por más que se evidencien;


que se ignoran,

quizás, se disimulen;


que pueden dañar,

que pueden sí modificar el ánimo


pero empeorándolo.


Por eso,

¡que vuelva el sol!


siempre será

recibido con felicidad,


como renovador indiscutible

de impulsos, de ansias;


¡urge salir!


para sentir su calor en el rostro,

pese al frío;


mas el regreso de alguien cuestionable

no produce impulsos positivos,


en verdad, ganas pero de huirle,


ideas en que no deseamos recaer,

comportamientos que no deseamos reiterar;


oscuridad, negación,

miedo.


El sol 

puede regresar, en fin,


cuando lo desee,


nadie o casi nadie

lo discute;


pero hay gente


que es preferible

se quede lejos


muy, muy lejos 

de nosotros.


Por nuestra entereza

física, mental,


por nuestra paz,


por nuestra vida.

domingo, mayo 05, 2024

Succionadores de energía

 Otra vez

 entregué mi corazón


  o lo que quedaba.


  ¡Es que no ceso

  en confiar, en intentar ayudar


  cuando puedo, como puedo!


 ¿Está mal ser así?


¿hay otros

a quienes sucede algo similar?



lo pienso tanto, tanto

que duele;


¡muchísimas veces

este tipo de situaciones

me hacen sentir una imbécil!


Pero aparece alguien

que padece lo que fuera


y ahí estoy,

la "super girl":


entonces, termino decepcionada,

triste,


más sola que antes;


olvidada,


cansadas mis manos,

vacías,


el día se vuelve gris,

así el sol brille como nunca


apenas, cuento 

con ellas:


mis letras

claro, siempre y desde siempre;


ellas acompañan


mis sueños imposibles,

ese empeño, casi siempre vano,

en estar cuando alguien sufre;


en fin,


se agrega a mi lista

una nueva desilusión.


En verdad, actué de buena fe,

como lo hago siempre;


no debería sentirme mal,

si no soy correspondida


al menos, con un "gracias",

un mínimo reconocimiento,


un ¿cómo estás vos?

¿qué tal tu día, tu vida?


no es amistad

si no es recíproco.


Si solo interesan los problemas

de una de las partes,


si solo arrojan sus "supuestos"

padecimientos,


-pues ya no creo en nada,

aunque sé que volveré a hacerlo-;


y yo -o quien sea-

no deberíamos estar siempre dispuestos

a  escucharlos, a  intentar comprenderlos.


Un día dicen...

"solo importa el amor,

los amigos, blablabla"


O: "daría "todo lo que tengo"

por recuperar a esta persona,

sea quien sea";


¡al siguiente,

es decir, un día después,

menciona lo que gastó en una de sus mujeres ocasionales!


¡qué triste!


¡pobre tipo,

eso, un pobre tipo!


¡considerar a la mujer

como a una "inversión"!


Enterate de que ya no me importa nada

si perdés, ganás, tropezás, sufrís,


no podés dormir, llorás de noche,

te hicieron esto o aquello


es decir, toda esa retahíla

autocompasiva.


No soy un vaciadero.


¡Soy una persona!


también sufro, siento,

temo, no puedo dormir en muchas ocasiones,


también me quiebro


y lloro.


Como ahora,

al sentirme de este modo.


(¡Ah! perdón por no integrar

tu "entorno").

....................................................................................................

Perdón a mis lectores

por escribirles, al menos hoy:


¡tengan cuidado,

no confíen en ciertas personas,

lamentablemente, en varias!


Hay gente, mucha gente, de ambos sexos

que utiliza a otros, 

descarga toda su basura


y los arroja

sin más.


¡porque no le interesa

de nadie, ni siquiera de sí mismos!


¡No se conviertan

en el contenedor de esos enfermos,

succionadores de energía!


sobre todo aquellos

que saben, de verdad,


lo que significa e implica el respeto,

la empatía,


el afecto


genuino.






miércoles, mayo 01, 2024

Días huecos

 Acudir


 todo por huirle al tedio,

 a la soledad,

 a la tristeza;


acudir,


como se puede, a lo que se puede:

 a una pastilla, a un dulce,


  ¡al café!

 -aunque siempre le demos permiso,

 estemos como estemos-.


 Acudir

 en busca de lo que ignoramos,


en busca


de algo para saciar

no el cuerpo,


sino ese vacío

de día gris, sin ideas, sin propósito;


no sirve,

nada de eso sirve.


Mucho menos,

hurgar en ese carnaval polvoriento


de máscaras nefastas


de las que por alguna razón

-o muchísimas-

nos alejamos,


¡huimos!


acudir

únicamente a nosotros:


¿qué deseo? ¿qué necesito?

¿por qué el dolor de panza, de cabeza,

el que sea?¿por qué este nudo en la garganta?


¿por qué la desesperación

por no estar haciendo nada "productivo",


por no tener una puta idea?


hay días así.


huecos.


¡Asumirlos!


no dejarnos caer en esas redes peligrosas,

insalubres:


puede resultar tentador

pero no.


No ayudan.


Enferman,

negocian con nuestra ansiedad


y en esos momentos

no somos buenos para negociar.


Solo esperar.


Pasa la abulia,

pasan esas sensaciones

que parecieron eternas


y todo vuelve.


Los proyectos,

los sueños vuelven;


Las letras vuelven,

siempre nos esperan


nos entienden,


nos traducen.


Aquí están.


Aquí estoy.


Las abrazo.

Cristina Del Gaudio

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