¡Llenos están
los cielos!
plegarias y más plegarias;
incluso los ateos
se unieron a la "gesta";
los dioses o quienes estén allá,
-o por acá nomás-
no dan abasto;
¡los más incrédulos
se volvieron fieles seguidores!
¡El temor
realmente, logra lo impensable!
pero nadie acude,
pero nadie asiste,
pero nadie da
a cambio de...
¡Ah, no! ¡me confundí!
no eran dioses,
solo estaban disfrazados.
-No queda nada,
no tenemos nada para ofrecerles.
-¿pero no eran ustedes
nuestros "salvadores"?
-lo fuimos, jeje...pero la plata se acabó,
ya saben...
Así es que los eternos creyentes
y los nuevos
forman fila
en esos sitios
en que dicen que todavía "algo" queda,
al menos
para saciar
las necesidades del día.
-Se acabó, arréglense
como puedan, pidan, rueguen,
récenle a ese Dios, el de la iglesia...-
¡Y cómo resuenan esas palabras!
-jamás imaginadas-,
dentro de sus mentes perdidas;
-¿dónde ubicarlos?
-¿qué hacemos ahora?
se preguntan
o no se preguntan nada
y siguen formando filas y más filas
frente al abandono,
frente a puertas clausuradas.
(Pero créase o no, siguen, seguirán
creyendo en ellos, a la espera de un milagro).
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