Tardé demasiado tiempo
en comprender
que esa necesidad compulsiva
de ser aprobada, elogiada
-o algo por el estilo-,
tenía que ver con una imperativa, imperiosa
búsqueda
de auto-aceptación;
por eso, cometí tantos errores:
entre ellos,
adoptar gustos, hábitos,
inclinaciones
de otro, de otros;
¡sin darme cuenta
hasta qué punto los había integrado
a mi persona!,
ingresándolos, sin más,
al abanico de mis propias
elecciones,
o en el peor de los casos,
suplantándolas;
¡terrorífico!
no solo no conseguía
la atención de la o las personas
elegidas (?)
sino que me había alejado
tanto pero tanto
que de pronto,
hasta dejé de mirarme al espejo.
Fue entonces que sentí pánico.
Y costó, ufffff
volver, retomar
mi verdadero ser,
recuperar mi propio criterio,
mi línea de pensamiento;
reingresar a mis cuestiones, mis hobbies,
mis elecciones,
¡mi vocación!
abandonados por completo
por un largo período;
tanto fue así
que casi no los recordaba.
El interés en nada, en nadie,
justifica
el dejar de ser quien se es.
Como escribí
en otro texto,
había tomado "vacaciones"
¡de mí misma!
hoy
de regreso,
insisto en sostener
mi pensar, mis opiniones,
volví a adoptar mis gustos,
a exhibir, libre de toda influencia,
mis particularidades,
¡mis locuras!
¡la entienda o no,
coincida o no
quien sea!
No hay comentarios:
Publicar un comentario