viernes, octubre 25, 2024

No es el bar, ni el café

 Me preguntaba

 por qué me atraía,

 me atrae


 siempre


 el mismo bar,

 rodeado de las mismas calles,

 

 con sus inmensos ventanales,

 desde donde puedo ver a esos árboles

 hoy verdes,


  por la proximidad

  del verano.


 En fin,

 no es tanto el sitio,


 ni el café

 que no siempre es bueno.


 Es el recuerdo


 de aquellas charlas

 en esa misma mesa,


 tus ojos, tu voz,

 tu mano,


 tu compañía,


 aun me esperan

 allí,


 -o así quiero imaginarlo-.


Tu mirada

se encuentra con la mía,


se confunde,


se convierten

en una sola.


No importa la calidad del café,

ni de las medialunas, ni de lo que fuera;


no importa tampoco

todo lo demás


que está fuera

de ese lugar,


fuera de mi alcance;


de todos modos,

solo puedo pensarlo, 


fantasear

con un nuevo encuentro


-siquiera, virtual-.


Nada más que eso.


Hay días en que es mucho,


hay otros


en que es nada.


(las lágrimas que intento disimular

sabrían explicarlo mejor).


De todos modos,

no es el único lugar

en que estás presente:


hay otras calles

en otros barrios


por donde caminaste,


por las que nunca caminé

o tal vez lo hice, no sé...


siempre retornas

a mí,


aunque no se te vea,

ni se te lea, ni se te escuche.


(Habitás en mi corazón

desde hace tiempo);


Cuando regreso

a la que supuestamente, es mi casa,


al cerrar la puerta,

siento que te dejo afuera.


¿Esperándome?







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Cristina Del Gaudio

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