martes, marzo 31, 2020

En el centro de mi centro

No alcanza

con esperar,
siempre esperar

el milagro
que nunca llega;

No alcanza

con ese sueño recortado,
fugaz,

como esos repartos
de las películas

que pasan tan rápido
y no dejan ver
el nombre que no recordábamos;

no alcanza

con nombrarte,
sentirte acá,
en el centro de mi centro,

en el vacío
de mi mirada vacía

que ya poco espera
que ya no puede esperar nada

que está a punto

de abandonar
toda espera.

No alcanza

ni con los recuerdos,
ni con ese abrazo
retratado y bellamente
enmarcado;

no alcanza

con un primer beso,
ni un segundo,

ni tantos otros.

El tiempo transcurre
tan lentamente,

tan velozmente.

Yo sigo escribiéndote
porque si bien no me alcanza,

no podría

renunciar a uno de los pocos sueños

que pese a todo,

pese a esta vida
que ni se parece a ninguna anterior

ni a la que vendrá,

guardo este decir silencioso, celosamente,
cual si se tratara
de un tesoro irrenunciable;

¡Exquisito, invalorable arcón,
pletórico de tanto,
inexplicable a todo entendimiento!

repleto de sentires, de placeres, de susurros
lejanos pero vívidos,

deslizándose, implícita,
explícitamente

en cada letra, en cada palabra,

ahora, desde hace muchísimo tiempo,

desde siempre.


miércoles, marzo 25, 2020

Innegable vulnerabilidad

Cuesta reírse
en estos momentos;

cuesta dejar
esa sensación
nunca tan presente

de nuestra innegable vulnerabilidad;

cuesta

remontar vuelo,
inspirarse, componer versos,
bocetear pinturas,

tararear melodías
que serán o no
próximas canciones;

cuesta,
esta vez cuesta

no estamos preparados

no solo es la economía,
ni los recursos;

nunca vivimos
algo así,

nunca sentimos
esto de que se nos hayan caído
como diez pianos encima

y no sabemos,
¡no sabemos!

si lograremos
sobrevivir.

Lo desconocido,
lo dijo ya Lucrecio, antes de Cristo,

asusta;

conocerlo
un poco más,

saber cómo prevenirlo,
saber qué hacer
y qué hacemos mal

y revertirlo

llevará su tiempo.

Nos asusta
no saber cuánto será ese tiempo,

¿meses? ¿un año?
¿más, mucho más?

nos aterra

perder a nuestros seres queridos,
no verlos más,
de un día para el otro

y no poder hacer nada

salvo confiar, esperar,
rezar
para los que creen;

acatar los mandatos del universo,

tratar de entender el por qué,
¿qué nos aporta este mal?
¿qué teníamos, tenemos que aprender?
¿qué deberíamos cambiar,
transformar?

purificar nuestro espíritu
supongo, sería un buen comienzo;

no volcar nuestra oscuridad
en otros,

brindarles, -aunque estemos
muy para abajo-

nuestro apoyo,
nuestras palabras que no son poco,

cierta idea de la posibilidad
de terminar cuanto antes con esto,

de volver a aquello

pero, ojalá, mejores,
más maduros,
más conscientes,

más humanos;

suprimiendo el ancestral temor
a dar, demostrar, decir, sentir

en exceso.

No es tarde.

Hoy mismo
podés, podemos
empezar.

Todavía está, quizás,
alguno de tus padres,

o ambos;

todavía,
algún abuelo, abuela,
en el caso de los más jóvenes;

tus amigos
de la vida,

tus amigos
de las redes;

hoy podríamos iniciar
ese empeño en depurar el espíritu

que redundará, de un modo u otro
¡de mil modos!

en ellos

y sin lugar a dudas,

también, en nosotros.

martes, marzo 24, 2020

Nuestro oxígeno

Pienso,
leo, escribo,
interpreto,

existo;

colaboro

desde lo que sé hacer
o sé hacer un poco,
como me sale;

pero sigo pensando
por mí misma,
extrayendo lo que me sirve,
me suma, me hace ver;

no entrego, ni lo haría, mi dignidad
ni mi valía, ni mi propia expresión

por un frasco de alcohol,
ni por mucho más que eso;

no perderse

es muy importante,

no creer
en falsas expectativas,

nadie va a salvarnos
si no nos salvamos nosotros;

de cada uno depende
saber discernir;

acatar lo razonable
por el bien propio y de todos;

mas no dejarse avasallar,
mucho menos, adoctrinar,

¡cuidado!

dijo alguien por ahí
que unirse no es unificarse;

es fundamental seguir sosteniendo
las mismas ideas
de la índole que sean,

así,
no gusten, no se acepten,
se intente malograrlas;

¡cuidado!

con esa repetición
del muy conveniente y estupidizante slogan
que insiste e insiste
en la "unión de todos",

(esto es: sin diferencias ideológicas).

No renunciemos,
no importa si estamos encerrados,

nuestra mente sigue, seguirá abierta
y alerta, siempre.

No podrán

con nuestras convicciones,
con nuestra integridad,
con nuestra libertad,

con nuestro ser.

No podrán.

Salvo que por miedo,
por una engañosa promesa de "seguridad",

capturados por una insistencia diría, hipnótica,
a un llamado "orden"

caigamos, una vez más,
en la misma trampa;

si lo hacemos,
si cedemos

volveremos a ser parte de la fila.

Como antes.
Como antes de antes.

Si así sucede,

no sé si
será un virus

el que nos quitará el oxígeno

por siempre.

lunes, marzo 23, 2020

Pudimos...¡y podemos!

Me molestaban

los rituales diarios,
los ruidos de los vecinos,
ciertos comportamientos

de uno,
de otro;

me irritaba

por todo o casi todo,

bloqueé a muchos
por nada

y me parecía
lo "justo";

hoy

desde el encierro obligado,
-la llave, en manos de un enemigo invisible-,

veo todo tan distinto,
veo de verdad,

¡veo, percibo, siento
de verdad!

y en esas palabras de aliento,
en esos corazones u otros dibujos,

en esos abrazos virtuales
que no son lo mismo, claro,
pero son...

veo.

Me veo.

Y todo se relativiza
increíblemente.

Todo lo que pude haber soñado,
anhelado, proyectado

se reduce

a estar viva,
a que ellos, los que amo,
los que me aman

los que me conocen,
los que no me conocen,

aquellos con los que confronté
por trivialidades,
¡por política, por políticos!

estén vivos.

Todo

se reduce

a estar, a que no dejen de estar,
a que no dejen de ser,

a que no se sientan,
no nos sintamos
nadie,

ni solos ni desvalidos,
menos, desahuciados.

Es horrible,
por momentos, genera angustia,
ansiedad, un miedo irrefrenable

pero podemos.

Pudimos con pérdidas
irreparables.

Pudimos con enfermedades
de seres amados,

con sus fallecimientos.

Con ese seguir siendo y haciendo
con su falta y todo,

con el extrañamiento diario,
así, hayan pasado años;

pudimos con el desdén
de quien tanto amábamos,

con el abandono,

con el desengaño,

con la crueldad
de muchos, de tantos;

pudimos con nuestra cabeza
antes,

pudimos pararla,
nos costó y mucho

pero la paramos

y logramos pensar en frío
y poder seguir.

Lo mismo, ahora.

No controlamos nada
o casi nada,

nada.

Hagamos lo que podemos,
seamos valientes, siquiera un poco,

siquiera por quienes lo fueron antes,
por nuestros antepasados,

por la gente que hizo tanto
por nuestra tierra;

por ellos, por nosotros,

por encontrarnos un día
y enfrentarnos a un nuevo destino,
a una nueva mirada,

¡a un nuevo mundo!

Podremos.

Sabemos hacerlo.

Lo haremos.

El amor
puede con todo,

siempre pudo.

viernes, marzo 20, 2020

Media vida

Quisiera escribir

que en el encierro
se aviva la inspiración,

la creatividad
despierta, impulsa,
en medio del silencio,

en medio de esta media-vida,

limitada a preservarse,
a temer, a pensar en tantas cuestiones;

tanto que no dijimos,
tanto que no debimos decir,

tanto, demasiado,
a lo que no nos atrevimos

y tal vez

pueda ser tarde.

¿Cuánto durará
esta incertidumbre?

este solo pensar
en proveerse de alimentos,
desinfectantes,

¡Uffffffffff!

no es, por cierto,
ni media vida;

sé que podría ser peor,
mucho peor

¡pero quiero tocar,
besar, sentir, abrazar,

aspirar el perfume de las flores,
acariciar los árboles!

¡si tuviera un pedacito de pasto
para recostarme y mirar el cielo!

aquí,
cada uno en su cuadradito

y el que sale
sabe que está expuesto

y que no es solo él,
son los otros;

¿qué hacer?

no hay lugar para cuentos de hadas,
ni para esas historias de esos amores que no pudieron
y quizás, ya no podrán;

ya no sirve llorar
por ese desdén,

esa ausencia,

esa espera
inútil;

¡urge pensar
en seguir vivos!

y la impotencia
de no poder con ello,
con lo que sea
que no lo vemos,
que no sabemos dónde está,

que podría estar en el que pasa
o en el está por pasar
cerca nuestro,

nos impide conectarnos,
¡aun más que antes
cuando ya nos costaba tanto!

no puedo escribir
que todo acabará

ni mañana,
ni en quince días,
ni en un mes...

ya no es tan lindo
despertarse temprano,

ya no se escucha
esa paz

ni siquiera
dentro de uno;

¿cuándo volverá
aquello de lo que tanto nos quejábamos?

¿cuándo volveremos
a fotografiar árboles, gente querida,
rostros sonrientes,

encuentros familiares
que otrora nos parecían repetitivos,
incluso, aburridos?

es mucho lo que tenemos que aprender,

¡esto que pasa lo pone
tan en evidencia!

¿aprenderemos?

a querernos más,
a cuidarnos más,
a cuidar el planeta,

a valorar a quienes nos aman,
a escucharlos, a entenderlos,

¡a entendernos!

los que queden,
quedemos ¿?

tendremos,
tendrán, probablemente,
otra oportunidad

de un cambio profundo,
verdadero;

el universo
al parecer,

lo demanda.


domingo, marzo 15, 2020

Conveniente apropiación del "carpe diem"

El hombre no pensó,
no imaginó, siquiera;

esas "cosas"
pasaban en las películas,
en las tantas series

que veía, ve
sobre todo, en los fines de semana,
pochoclo en mano;

el hombre
no creyó

en que la ficción
se parecía, se parece en mucho a la realidad

y viceversa;

que si bien, son actores, son historias
en una pantalla

no todas reflejan hechos
imposibles de concretarse

en nuestra cotideaneidad,
en la de nuestros amores,
en la de nuestros amigos,
familiares, la de quien sea;

el hombre

creyó que terminaba
la temporada

y solo había que esperar
la próxima

para que la catástrofe siguiera
o se solucionara

tranquilo, con la creencia instalada
de que casi siempre

ese final hollywoodense
sería feliz.

Y se quedó tranquilo,

no cuidó su salud,
tampoco, a sus seres más queridos,
contribuyó, en más, en menos,
a la contaminación, al deterioro de la naturaleza,
del clima,

sin pensar
-aun cuando alguna o varias de esas sagas fílmicas
se lo avisaban-

en la consecuencias
que esa desidia
basada, muchas veces,
en intereses económicos,

caería
sobre él mismo,
sobre todos.

En su afán
de una conveniente apropiación
del famoso "carpe diem"

recorrió países,
si le fue posible, hasta los más exóticos,

así, pudo mostrarle a cualquiera,
exhibir en las redes,

esos supuestos logros,

¡las fotografías,
los videos
los testimoniaban!

y compró, compró, compró
todo lo que quisieron y lograron
venderle;

acumuló cosas
que hoy le resultan pesadas,

acumuló deudas
que hoy le resultan impagables;

el hombre creyó
que todo era parte de ese show,

que ese final ilusorio, hollywoodense,

se trasladaría a su propia vida,
sin hacer demasiado o haciendo muy poco
en pos de una supuesta reproducción;

no se dio cuenta,
no vio,
no advirtió
lo importante:

que las películas, las series, los libros,
la poesía, la música,
las canciones,

siempre mostraron, muestran
algo o mucho de lo que podía, puede suceder,

lo que nadie se atrevía, se atreve
a exhibir;

el arte
entre sus tantos atributos

es también el que arranca las caretas,
aun las más resistentes,

el que no vacila en enfrentarnos
a nuestros más profundos temores.

Por eso, los viajes,
por eso, el mostrarse, el "de"mostrar,
por eso, el consumo excesivo,
por eso, la acumulación;

hoy

muchos,
desde la soledad
de un aislamiento, obligado,

comienzan a entender;

los que todavía
estamos afuera

también.

Lástima los tantos,
como en toda guerra,

sea entre humanos,
sea contra una amenaza virósica,

que no logran sobrevivir;

por eso,
los que quedan,

los que queden

supongo, no deberían desperdiciar esta
quizás, una de las últimas
o la última oportunidad

de recomenzar.




jueves, marzo 12, 2020

Por eso, nos levantamos

El hombre sabe
cómo derrumbarse

no necesita
factores externos,

ni problemas
de ningún tipo,

ni amores contrariados,
ni falta de dinero,
ni virus mortales al acecho,

nada.

El hombre
puede perder la fe
en cualquier momento,

incluso en el que otros, -salvo él-, 
consideran su mejor momento;

el hombre tiene el arma
que termina aniquilándolo;

cuando se deja 
de soñar,
de reinventarse,

cuando se renuncia
a toda posibilidad,

cuando se descarta
la existencia de opciones,

cuando se cierra a todo,
aun, a aquello que podría elevar,
conducir a la felicidad;

cuando no interesa
hacer ni el menor intento

se pone en marcha
el proceso de autodestrucción.

Las ilusiones, el sentido
van cayendo
ante el deterioro

cual revoque 
de una vieja pared.

Todo está en la cabeza,
en el espíritu;

Pues, 
así, se tratara de un hecho muy grave,

en alguna parte, interna,
se aloja ese instinto, el impulso,

ese ya pasará, se dará, ocurrirá...

Por eso, uno se levanta
día tras día

quizás, sin ningún propósito especial,
ni promesas de cambio alguno,

tampoco, solución
al conflicto que pudo desvelarlo;

quizás, apenas y nada menos

lo arranque de la cama

el mero hecho,
el grandioso hecho
de abrir los ojos

y agradecer

otra bienvenida

a un nuevo día.









miércoles, marzo 11, 2020

Así, no sea lo perfecto

Nada más emocionante,
adrenalínico

que imaginarlo
donde debe estar,

así,
no tenga la menor idea

de los colores,
los aromas,
los ruidos,

el paisaje;

apenas,
alguna foto, imagen

que puede ser
o no,

nunca es igual
que estar en el sitio,

que vivirlo,
día tras día;

de pronto

no está mal
agitar la imaginación

cuando está algo alicaída,
apoltronada en un rincón,

el mismo rincón
polvoriento
en que se desperezan
el desgano, la desidia

el abandono de la creencia
de que algo es posible;

también, esa inexplicable e increíble inclinación
hacia las artes, hacia la poesía,

las tantas historias
que se cuentan,

las que no;

no está nada mal

compartir tantas cuestiones,
revivir sueños olvidados,

experimentar eso que llaman
catarsis;

agita la sangre,
despierta los silencios,

invita a completar
los renglones vacíos,

a cerrar,
a ayudar a cerrar
ciertas ideas,

ciertas posturas
frente al miedo,

ante iguales o distintos
desafíos;

¿qué es, finalmente la vida?

¿comer, dormir,
mirar TV,

leer algún buen libro,

escribir esto,
escribir, luego, otra cosa

o algo similar,
expresado de otro modo?

¿coincidir un rato
con alguien,

reírse
de lo mismo
o no,

nada que ver;

jugar a que se siente,
jugar a que esas cosquillas
vuelven,

jugar a ser felices

creer, confiar, de nuevo
o pretender hacerlo?

es todo eso
y no lo es.

Es una palabra,

un sonido
que acarició, sin preverlo

un punto clave,

que quedó enredado
en vaya a saber qué resorte

de algún fragmento del pasado
o del que nos convencimos
que pudo haberlo sido;

o de un presente
que nos cuesta asumir

e instalarnos

para hallar, al fin,
cierto calor que muy probablemente
no se parece demasiado o en nada
a aquel otro,

aquel que se deseó, se desea
recuperar

aun así,
sugiere algo que no sabemos bien
qué es

tal vez no sea lo perfecto,

justo justo
lo que idealizamos

mas si nos abrimos,
si nos permitimos ver,
percibir,

quizás, exista ese intersticio

por donde se introduzca
la magia,

y halle, ¡al fin!

nuestro escondite.


La locura maravillosa del querer

Sea lo que sea que se sienta
por alguien, por algo,

no creo
que debería imponerse;

debés amar a la naturaleza,
debés amar a los niños,
a los perros,

a vos mismo,

¡ni siquiera!

se ama
porque surge,

así como alguien
despierta eso inexplicable
en nosotros

y no podemos evitarlo,
aun, escapándole;

así, intentemos convencernos
de que no,

de que no es o no sería
el/lo "apropiado";

¿qué es, qué lo sería?

de pronto,
uno se desestabiliza,
trastabilla,
cae, sin proponérselo

hasta abandonarse, al fin
a esa locura maravillosa
del querer,

del pensar en alguien al comer,
al caminar,
al hacer lo que sea

antes de dormirse,
mientras se duerme;

ese nombrarlo,
ese no poder evitar imaginarlo

hasta el no cansancio.

¿Se supone que eso
se da por imposición?

El encanto de los sentimientos,
la gracia, la inspiración artística
o del tipo que sea
que nos otorgan

es involuntaria,

solo sucede.

Y cuando sucede
todo cambia,

dure lo que dure,
pase lo que pase,

incluso, más allá
del destinatario,

más allá
de proyectos, planes,
propósitos...

¡qué va!

el amor
no tiene corsé,

no demanda
requisitos,

no decreta
su presencia.

El sentir, el soñar,
el imaginar,

el escribir, componer música,
pintar

imbuidos de ese embrujo
inexplicablemente maravilloso

es lo que cuenta.

De nada sirven
indicaciones,
lo que se supone que deberíamos...
lo que fuera;

el amor

en cada una de sus aristas,
del modo en que se de

¡siempre sorprende!

no hay avisos,
no hay esperas,

no hay distancias,
no hay tiempos,

no hay nada,
en absoluto

que lo detenga.

martes, marzo 10, 2020

Porque eso duele

No esperar,

nunca esperar.

Si se da
lo que fuera,

si se está con alguien
cuando lo necesita,

si se acompaña
-o se intenta hacerlo-
a quien sea

en el padecimiento,
el abandono,
la pérdida,
la desesperanza;

si se lo ayuda
alguna vez,

material, espiritualmente,
-no importa de qué tipo de asistencia
se trate-,

no se debe,

no se debería
¡jamás!

recordar -o en realidad, reprochar- esas dádivas
"disimulando", a veces,
a través de palabras, frases irónicas;

¡porque eso duele,
porque eso duele!

tampoco, aguardar
devoluciones;

la vida
será quien ponga las cosas
en orden

o las desordene
del todo

siempre, para que uno aprenda,
siempre, para que se entienda,
se comprenda

casi todo de algo;

nadie está a salvo
de ser quien necesite

un abrazo, compañía,
palabras estimulantes,
apoyo, sostén,

también,
ayuda económica

en momentos difíciles;

nadie está a salvo
de ser el carente

de lo uno
o de lo otro;

por eso,

decir

te dí,
te presté,
te acompañé,
te banqué,

y tantas frases por el estilo

es de necios,
es de mala gente,

no es humano,

refiriéndome
a lo humano
como el colectivo
de virtudes, bondades

¡de incondicionalidad!

que hacen a una persona
digna de ser llamada así;

por eso,

no pidan perdón

aquellos que reclamaron,
demandaron esto, lo otro
a cambio de...

subestimaron, de mil maneras,
a aquel
a quien socorrieron antes;

quizás,
haya quienes crean
en ese posterior arrepentimiento.

Por mi parte

no les creería,

no.


lunes, marzo 09, 2020

¿Les dolerá cuando los talan?

El árbol,
pequeño, mediano,
más grande,

menos, más frondoso,

abre sus ramas,
su follaje
a lo que sea;

no pide,
no espera,
no aguarda determinadas condiciones

para existir,

para brindarnos su belleza,
sus distintos colores, -según la época-,

¡su oxígeno!

lástima que el hombre,
muchos hombres

alucinados por su ambición,
con absoluto desprecio
hacia todo lo bueno,

hacia todo lo que beneficia
a sus propios congéneres

lo arruinen todo,
impiadosos,
desconsiderados,

sin tener en cuenta

que ellos también se perjudican
en pos de su objetivo,

se trate de su casa,
otra casa, un objeto,

se trate de una construcción,
se trate de lo que sea que haga

centrado en su supuesto beneficio,

¡por dinero, siempre el dinero!

ignorando
cuánto se pierde

por su egoísmo,
su negligencia.

El árbol,
los árboles
que aun quedan

todavía,

siguen con su danza
más, menos agitada,
según el viento,

siguen siendo tan verdes
como el verano, el sol, las lluvias
se los permitan;

tan amarillos, rojizos,
según sus preciosas hojas
se tornen;

así,
las distintas mutaciones;

¿les dolerá cuando los talan?

¡son seres vivos!

absolutamente desinteresados

y sin lugar a dudas,

absolutamente imprescindibles.

sábado, marzo 07, 2020

De cuando el miedo huyó de mí

Eras

la impronta,
el motivo,

el desafío.

El miedo
huyó

o eso les pareció
a mi alma, a mi cabeza;

yo no era
la misma

o no sé;

tal vez,
era en realidad quien soy,

quien quise ser siempre,
quien fuí, quien me gustaría haber sido
o ser;

fue raro;

algo así como un relámpago
de esos que anticipan
el trueno más temible;

fue una luz,
poderosa,

o fuí yo quien lo viví
de esa manera;

antes de que cayera su disfraz
y quedara expuesta su ya evidente oscuridad;

duró poco,

un tiempo en el que me sentí liviana,
desnuda,

corriendo
sin objetivos ni precauciones,

sin pasado, sin futuro,

puro presente

¡puro presente!

hasta que el encandilamiento
cedió el paso a la dolorosa decepción;

aunque no sé,
ni sabré nunca
de quién se trató,
se trata.

¿Por qué tantas preguntas?
¿por qué el ocultamiento,
por qué el detrás de,
por qué la ambigüedad,
por qué el acercamiento amistoso,

por qué, luego, la crueldad?

¿por qué a mí,
por qué yo,

por qué ahora,
por qué de ese modo?

podría estar preguntándome
todo esto

y tantas otras cosas,
¡tantas!

sin obtener
respuestas;

quedó ese sabor
a pérdida,

aunque no hubo nada,
nada se perdió

pues no existía,

era un fantasma
de un otro,

su otra cara,

su pretendida réplica,

no era,
no quiso ser
o sí y no pudo;

todavía me resisto,
me cuesta pensar

en que lo hizo y dijo todo
por lastimarme;

todavía quiero,
quisiera creer
en que fue, es
quien creí que era, es.

Pero bueno,

la realidad
me abofeteó

y duele.

Todavía siento, supongo,
algo así como lo que experimentaría
aquel niño u otro

cuando al correr, gozoso,
sosteniendo su globo brillante

alguien, quien sea,
porque sí,

porque disfruta,
inexplicablemente,
del dolor de otros,

se lo quita

y lo suelta

y mientras el tan preciado juguete
se aleja más y más

ríe,
goza con ello,

imperturbable

ante el llanto del pequeño,
ante sus ávidas manos
que se elevan, con ingenuidad, hacia el cielo

con la esperanza vana

de poder alcanzarlo.

Apenas, una mala copia

Y uno se pregunta

si debería cambiar,
si debería fingir que cambia
en realidad,

si debería
hacer de cuenta
de que piensa, actúa,
ríe, disfruta, existe

convertido en una patética versión
de algún otro, de otros;

¡Y hasta se confunde!

por ahí, trata de imitarlos

y no.

No se puede ser
quien no se es;

se puede fingir,
claro,

¿pero qué clase de vida
sería una vida camuflada,

un montón de actos, dichos
impuestos e impostados,

las palabras justas, necesarias,
las que "encajan"?

¿qué sería de quien procede así
al darse cuenta,
frente a su próxima, definitiva
partida

en medio del torbellino del dolor,
del miedo,

de que fue, de que vivió
como un títere,

fácilmente manejable,
una mala copia
que no alcanzó nunca el status de original?

Por eso,
se está a tiempo,

así, digan lo que digan,
así, no les interese, ignoren lo que uno piense,

critiquen si ayudás,
critiquen si no ayudás a nadie,

te juzquen molesto
si te ocupás de algo o de alguien,

insensible, egoísta,
si no lo hacés;

¡se es como se es!

¡se actúa según uno lo considera!

le haga ruido, enoje
perturbe el raciocinio,
el discernimiento

de cualquiera.



viernes, marzo 06, 2020

Seguir sucediendo

Es difícil

entre tanto
sufrimiento,
tanta miseria,
carencias, enfermedades,

desesperación.

Gente
que de pronto
ve desmoronarse su mundo,

su micromundo

y no sabe,
no entiende,
no puede con eso;

ninguno está preparado
para algunos desafíos
que la vida

en medio de tantas emociones,
amores, trabajos,
logros, 

sorpresas, risas,
distracciones,

aturdimiento,

nos tiene
deparados.

Es difícil
poder creerse fuerte,
poder creerse capaz

de enfrentarse
a lo peor,

como si de pronto,
un sol brillante, de esos soles de verano,
se esfumara

y la oscuridad más tenebrosa,
impenetrable,

invadiera por completo
aquel cielo celeste

del que nuestros ojos
apenas, un rato antes,
-así, no le diéramos relevancia-

disfrutaban;

por eso,
lo de vivir lo que nos toque,

aun lo difícil:

a veces, leve,
a veces, tremendo;

este instante valioso
¡tantos instantes valiosos!

en que puedo escribir esto,
en que pude escribir aquello

no tienen precio.

Podría suceder
que un día no volviera a repetirse

el milagro cotidiano,
la visión, el simple goce
de una mañana

calurosa, fría,
ventosa, de lluvia;

que suceda,
que siga sucediendo,

seguir sucediendo

no debería
pasarnos de lado.

Por eso,
es una suerte,

es una suerte
que no sabemos,
no queremos apreciar

estar despiertos

al don innato,
a la capacidad de crear,
de observar,
de inventar,
de hacer,
de amar,
de transformarse

ahora,

pues solo existe el ahora.

Mañana

veremos
cómo sigue.

Mañana

pensaremos
en cómo seguir.







miércoles, marzo 04, 2020

De cuando la vida volvió a ser vida

Es cierto:

la vida
volvió a ser vida
con todas sus implicancias;

apenas,

duró
cuatro, cinco días;

¿importa el tiempo,
importa la brevedad

si uno sintió
la caricia de las estrellas,

se sintió libre,
a salvo,

a salvo de sus miedos;

se sintió fuerte,
poderoso, -no en el peor sentido-;

se sintió

escuchado,
leído,

soñado?

por eso,

fue un soplo,
un susurro al oído
un roce lejano en los labios;

lo necesitaba,

mi cuerpo,
mi cabeza,
el alma

lo requerían;

mi opacidad
de los últimos meses.

El sol brilló
exclusivamente para mí,

así,

todo haya sido una ilusión,

una mentira,

un fraude;

pese a que no fuera
lo que esperaba,
en lo que creí,
o deseé creer;

en medio del caos,
de la confusión,

de los tantos rollos cotidianos,
de ciertos retos insalvables

la esperanza
pareció regresar

como un regalo especial
que me hubiera llegado,

como un bien
que quizás, hasta creí merecer;

se terminó,

¡se terminó!

pero yo sigo,

ya tomé el impulso,

ahora
nadie me para,

nadie, en absoluto,

me para.

lunes, marzo 02, 2020

Enteros

Más allá
de lo que un otro

haya hecho
o dicho,

lo peor,
lo que nosotros consideramos
lo peor,

en verdad,
lo que más dolió
y nos duele;

más allá
de mentiras, engaños,
fraudes,

más allá de que alguien, de pronto
nos haya elegido
para reírsenos en la cara,

¿qué importa?

¡estamos enteros
si nuestro espíritu lo está!

y bien valió
la ilusión,

así,
durara lo que un suspiro
o menos;

bien vale

lo que se aprendió,
lo que se creció,

lo que sumó
-aunque en principio
haya parecido todo lo contrario-;

si uno confió, sintió, se alegró,
disfrutó,

(todo ocurre
por alguna razón),

no importa cuán vil,
cuán engañoso,
qué tan manipulador
haya sido

el proceder de cualquier persona
malintencionada, enferma,
lo que sea que le ocurra;

alguien que quizás, disfruta
el hecho de dañar a alguien,

al creer que lo somete,

al llegar a someterlo,
aprovechándose de sus debilidades,
de sus carencias,

de su soledad,

de su inocencia.

Todos podemos
ser víctimas

si somos sensibles,
si no nos volvimos muros pétreos
sobre los que los golpes rebotan

y todo sigue,
imperturbable, lineal,
tedioso

pero sigue.

Quizás, esto sea lo conveniente
en un mundo
en el que todo parece ser solo supervivencia

a cualquier costo;

Mas si uno no es de ese modo,
no puede, no le interesa,
se muestra tal cual es,

si esta opción de vida
alimenta, en más, en menos,
la vileza
de tanto maquiavélico existente,

será él
quien cargue, cargará con este peso;

no tiene culpa
quien cede,

quien no se da cuenta,

pues necesita confiar
en que algo puede, podría suceder,

en que no todos buscan
el mal de sus semejantes;

en que todavía,
pese al desastre que arrasa a la humanidad,

pese a la deconstrucción
de los valores, de los afectos,
de la empatía

siempre existirá esa flor,
la que brota en el lodazal,

la flor azul,

la flor

de la poesía.



Cristina Del Gaudio

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