Pienso,
leo, escribo,
interpreto,
existo;
colaboro
desde lo que sé hacer
o sé hacer un poco,
como me sale;
pero sigo pensando
por mí misma,
extrayendo lo que me sirve,
me suma, me hace ver;
no entrego, ni lo haría, mi dignidad
ni mi valía, ni mi propia expresión
por un frasco de alcohol,
ni por mucho más que eso;
no perderse
es muy importante,
no creer
en falsas expectativas,
nadie va a salvarnos
si no nos salvamos nosotros;
de cada uno depende
saber discernir;
acatar lo razonable
por el bien propio y de todos;
mas no dejarse avasallar,
mucho menos, adoctrinar,
¡cuidado!
dijo alguien por ahí
que unirse no es unificarse;
es fundamental seguir sosteniendo
las mismas ideas
de la índole que sean,
así,
no gusten, no se acepten,
se intente malograrlas;
¡cuidado!
con esa repetición
del muy conveniente y estupidizante slogan
que insiste e insiste
en la "unión de todos",
(esto es: sin diferencias ideológicas).
No renunciemos,
no importa si estamos encerrados,
nuestra mente sigue, seguirá abierta
y alerta, siempre.
No podrán
con nuestras convicciones,
con nuestra integridad,
con nuestra libertad,
con nuestro ser.
No podrán.
Salvo que por miedo,
por una engañosa promesa de "seguridad",
capturados por una insistencia diría, hipnótica,
a un llamado "orden"
caigamos, una vez más,
en la misma trampa;
si lo hacemos,
si cedemos
volveremos a ser parte de la fila.
Como antes.
Como antes de antes.
Si así sucede,
no sé si
será un virus
el que nos quitará el oxígeno
por siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario