miércoles, marzo 11, 2020

La locura maravillosa del querer

Sea lo que sea que se sienta
por alguien, por algo,

no creo
que debería imponerse;

debés amar a la naturaleza,
debés amar a los niños,
a los perros,

a vos mismo,

¡ni siquiera!

se ama
porque surge,

así como alguien
despierta eso inexplicable
en nosotros

y no podemos evitarlo,
aun, escapándole;

así, intentemos convencernos
de que no,

de que no es o no sería
el/lo "apropiado";

¿qué es, qué lo sería?

de pronto,
uno se desestabiliza,
trastabilla,
cae, sin proponérselo

hasta abandonarse, al fin
a esa locura maravillosa
del querer,

del pensar en alguien al comer,
al caminar,
al hacer lo que sea

antes de dormirse,
mientras se duerme;

ese nombrarlo,
ese no poder evitar imaginarlo

hasta el no cansancio.

¿Se supone que eso
se da por imposición?

El encanto de los sentimientos,
la gracia, la inspiración artística
o del tipo que sea
que nos otorgan

es involuntaria,

solo sucede.

Y cuando sucede
todo cambia,

dure lo que dure,
pase lo que pase,

incluso, más allá
del destinatario,

más allá
de proyectos, planes,
propósitos...

¡qué va!

el amor
no tiene corsé,

no demanda
requisitos,

no decreta
su presencia.

El sentir, el soñar,
el imaginar,

el escribir, componer música,
pintar

imbuidos de ese embrujo
inexplicablemente maravilloso

es lo que cuenta.

De nada sirven
indicaciones,
lo que se supone que deberíamos...
lo que fuera;

el amor

en cada una de sus aristas,
del modo en que se de

¡siempre sorprende!

no hay avisos,
no hay esperas,

no hay distancias,
no hay tiempos,

no hay nada,
en absoluto

que lo detenga.

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Cristina Del Gaudio

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