Importa poco
o nada
lo que piensen,
lo que puedan decir,
o juzgar,
criticar,
señalar,
objetar;
importa
mi corazón,
desarraigado,
incontrolable,
siempre, el mismo motivo,
siempre, el mismo sueño,
siempre, el mismo amor.
No me avergüenza decirlo,
nunca me avergonzó sentir
ni demostrarlo;
a esta altura,
inmersos en esta aterradora situación,
en que estamos vivos
de milagro,
me parece absurdo,
absolutamente,
mentir
mucho más, mentir-se.
Siempre serás "él",
a pesar de que no me hayas elegido
o lo hayas hecho por un tiempo
y luego, después
y más tarde, mucho más...
no sé, no creo
que volvamos a tener
una oportunidad;
no solo es la distancia,
ni el virus,
hay cuestiones,
sabés,
que al parecer, no tendrían retorno;
por mi parte,
hace rato,
bastante
te perdoné
y me perdoné,
hace rato,
bastante;
muero por escuchar o leer
al menos, media palabra,
-como diría Sabina-.
Aunque suceda más adelante,
o jamás,
nada podrá frenar
esto que siento
que no puedo ni deseo detener,
así, en ocasiones, pareciera extinguirse
y sin embargo...
no soy de los que cambian
con facilidad,
ni de vocación, ni de sentimientos,
ni de pasiones;
lo intento
pero nada.
Nada, nada ¡nadie!
podrá suplantar
aquello;
nada me devolverá
a la que fuí
en esos momentos,
los retratables,
los que valdría, vale la pena
devolver a la cabeza, al alma,
al cuerpo,
cada tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario