jueves, mayo 28, 2020

Un odio que es pasión

Odio

solo quiero sentir
odio.

No es un odio
que involucre ningún sentimiento.

Es un odio
ante esa imposibilidad,

ante la impotencia

de vivir, pensar, hacer
según otros determinan,
establecen, decretan.

Un odio
que jamás sentí,

ni pensé sentir.

Un odio
que por momentos,
me paraliza,

me atemoriza
aún más que cualquier peligro

más que la peste que azota,
más que los manipuladores
que pretenden controlarnos,

supervisarnos,
quitárnoslo todo,

ser nuestros esclavistas

y que les roguemos
por un pedazo de pan,
un poco de agua;

no podrán.

No podrán

porque este odio
deviene en fuerza,

una fuerza descomunal;

esa clase de odio
que a diferencia de otros, 
exacerba el espíritu;

pues este odio
es defensa, es dignidad,
es ansias de reivindicación,

es clamor
de derechos,

es demanda
de justicia,

de libre albedrío,

¡es urgencia
de libertad!

me enorgullece
este odio.

No es dañino,
me empuja, me fortalece,

me recuerda

día tras día

quién soy,
qué pienso,

por qué tengo esta habilidad
o destino

de estar diciendo,
diciéndoles

esto.

¡Este odio
es pasión!

anti-sometimiento,
anti-cobardía.

Este odio

es amor

por nosotros mismos,
por lo que fuimos, somos, seremos,

por lo que no queremos, no debemos perder
jamás:

nuestras ideas,
nuestros propósitos,

¡nuestros ideales!

así,
en ocasiones, se vislumbren
desdibujados

entre fantasmagóricas
pesadillas.

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Cristina Del Gaudio

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