¡Día de sol!
pero no es aquel,
el de no hace tanto;
esas lúgubres esferas,
guardianas de ilusiones
encriptadas,
insisten, ¡insisten!
cuesta ver a este sol
sin que nos atraviese;
¡ aunque si apenas pudiéramos ver
un pálido destello
desde una muy pequeña, inalcanzable
ventana
lo extrañaríamos!;
De todos modos,
no es aquel sol,
¡el de los tiempos de risas, de libertad,
de cara al viento!
no es aquel sol,
el de las caminatas sin destino ni horario;
es el sol
del invierno más largo
que pudimos, podemos,
ya no podemos
soportar.
Cuesta.
Y eso que sostuve, sostengo
mi buen ánimo
y el de algunos otros,
durante estos largos,
interminables meses;
¿o lo intento?
¿llegará el verano
a nuestra alma, nuestra piel,
nuestro pensamiento,
deseos, ansias, planes?
¿volverán aquellos
abrazos entrañables?
no es que reniegue
de este sol,
no, claro.
Pero no olvido ni olvidaré
que es el sol de los tiempos del miedo,
del miedo a perderlo todo:
amores, salud,
trabajo, hogar;
cierta voz,
-ignoro su procedencia-
me dice algo así como un "falta menos"
o "todavía hay que esperar"
¿cuánto más?
el cuerpo, la mente se rebelan.
Falta.
Todavía falta.
De todos modos,
como puedo y porque así lo quiero
estoy aquí,
respirando, entre mis letras,
el sosiego a las casi continuas disputas
con mis demonios;
exhalando
entre significantes
o insignificantes
lo que en verdad siento,
padezco,
lamento, extraño;
lo que en verdad,
soy.
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