viernes, septiembre 18, 2020

Voraz parásito

 No puedo revelarlo,

no, no puedo.


¡Es tan fuerte,

poderoso, imbatible!


nadie podría entenderlo,

nadie


ni yo.


Lo oculto tan bien

que olvido dónde;


entonces, lo busco,

desesperada, enloquecida,


aquí, en la calle,

en cada rostro, en cada palabra,

gesto, nombre, idea, expresión,


en los sueños


y nada.


¿Será que no sé aún

lo que busco?


¿serás vos

a quien busco,

necesito, añoro?


todo empezó

como una fantasía

convertida, de pronto,

en una especie de "realidad";


y terminó.


¿Terminó?


supongamos que terminó

de igual modo;


te creé

para tener EL motivo;


para despertar

y que todo volviera, cada mañana

a recobrar cierto sentido.


Te creé,

mejoré ciertos aspectos,

estropeé otros;


en fin,

me convertí en tu Frankestein,

hasta que se invirtieron los roles:


fui yo, lo soy,

ese monstruo

que no puede


o no quiere


conjurar la maldición; 


ávida 

de tu interés absoluto,

exclusivo.


¿De tu amor?


Yo


no pude evitar ese feroz empeño

en insertarme en tu mundo, en tu ámbito,

saber más, mucho más;


todo sucedió porque un día

decidiste rechazarme,

aniquilar todo lo que éramos,


lo que quisimos ser,

lo que pudimos.


Como la criatura de Mary Shelley,

me quedé sola, vacía;


fue así que comencé a espiarte,

a escondidas,

detrás del agujero de la cerradura,


con el deseo ilusorio de ser parte

de esa aparentemente perfecta unión,


de los festejos, las risas,

las discusiones,


de todo, todo lo que te rodeaba, te rodea;


quise ser una más

entre ellos, entre ustedes


y claro,

no resultó.


Me apartaste del todo y de todos,

me arrojaste al olvido;


te asustó

mi tan explícita invasión;


todo

para atraerte,

para recapturar tu interés;


todo

para que me adoraras,

me adores


como antes.


Me odié,

me odio por ello.


Todavía te busco,

incesantemente;


siempre hallo un recoveco,

algún intersticio

que al parecer, se te pasó por alto;


¡Qué triste esperar

lo inesperable!


Ver nacer, enfermarse, hacer cosas,

enamorarse,

no hacer nada,


construir, destruir, 

morir


a tantas personas.


Pasan los años


y en estas, mis letras,

mi sentido, mi razón de ser


mi pasión enfermiza

persiste.


Ignoro si alguna vez

me libraré


de tan voraz

parásito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores