domingo, enero 28, 2024

Mentirse un poco

 Probablemente sea cierto

 que uno, sin darse cuenta,


 con, sin motivos,

-siempre los hay...-


en ocasiones,


tiene la mirada triste,


la mirada, reflejo del alma,


de los sentimientos,


de lo que desearía

y no puede,


o no se atreve,


o no vislumbra,


o sabe que es inútil

o cree que lo es,


no sé.


¡No siempre es posible

sentirse feliz!


es cierto

que la felicidad dura un rato,


un recuerdo, una imagen,

una sonrisa que algún comentario

nos aporta,


una palabra

leída o escuchada


en el momento preciso;


es cierto,


que se puede 

tener un momento de alegría,


que los sueños,

a veces ocultos,


de pronto, reaparecen


y se vuelve a creer,

a confiar,


¿a esperar?


pero el espejo

no está empañado:


los ojos lo dicen todo,

lo piden todo,


reclaman, quizás erróneamente,

goces de otros días;


días de pequeños incentivos

que lo eran todo;


días de fiesta

sin globos ni guirnaldas;


días de amor,

por alguien, por algo,


por la vida misma.


No siempre se puede

con la vida,


es cierto;


pero hay que aceptarlo,

sin esforzarse,


solo dejarse llevar

y luego pasa


el corazón vuelve a arder,

el espíritu se quita las telarañas,


todo parece retornar

a aquella "normalidad"

-si es que lo era-;


no está de más

mentirse un poco,


lo digo yo

que soy aliada de las verdades;


mentirse

en cuanto a los sentires,


en cuando a lo que nos dijeron,

nos demostraron o no,


nos elogiaron,

nos levantaron el ánimo,


siquiera por un tiempo.


A veces,

una mentira no fue tan mentirosa


simplemente, fue fugaz


como lo es todo.





sábado, enero 27, 2024

¡Que no se deje llorar al corazón!

 A pocas cuadras,


 la mirada más linda,

 con esa frescura

 que el tiempo se lleva


 si se la deja ir.


 A pocas cuadras,


 las palabras, los gestos,

 los sueños


 que solo el corazón entiende,

 cuando no le da lugar a la cabeza,


 entonces, desoye sus acelerados latidos,

 ese nudo que se siente en el medio del pecho


 ¿lo explicable?


¿lo inexplicable?


¡Que no se deje llorar al corazón!


no hace bien al alma,


ni al cuerpo;


una fotografía,

un leve recuerdo 

verdadero o no,


alientan


a seguir


creyendo

en que algo, todo

es posible;


cambian el día,

la semana,


¡la vida!


no importa la duración,


importa si la sonrisa interior

regresa, si las ganas regresan,


si el propósito,

la ilusión, la perspectiva


regresan.


¡Salir de ese letargo abrumador

es el secreto!


de la cura de tantos males,

de tantos miedos,


de tantos auspicios

devastadores;


¡libertad!


para desear lo que fuera,

para hacerlo posible,


para no bajar los brazos,


para no sucumbir


al no se puede, no se debe,


¡no, no, no!


brindo con mi café humeante

y alentador


por más afirmaciones,

por más confianza,


por más fortaleza,


por más auto-permisos.

sábado, enero 20, 2024

Prejuicios, perjuicios

 ¿De qué sirve?


  no hallo la respuesta.


  Es que mirar, una, otra vez

  tus fotos,


  buscarte aquí y allá,


   todo sirve

   todo me sirve


   siquiera

   para evocarte:


  tenías ese rostro 

  cuando me hablabas de esas cuestiones;


  esa misma mirada

  aún me impacta


  así

  se esboce en una imagen;


  esa boca

  que hace tiempo no es mía


  mas puedo, todavía,

  recordar su sabor:


  ¡mi corazón tiene memorias

   increíbles!

    

  también mi cuerpo:


  reconoce todavía,

  en esas manos


 caricias que hace tanto

 no le llegan,


 caricias en el pelo,


caricias


en tus palabras,

en tus dulces palabras

de entonces


caricias

en el alma;


en fin,


claro que es inútil

buscarte en esas fotografías


destinadas a otros,

a otra,


¡es lo único

que me queda!


de algo que quisiste que sucediera,

de algo que también deseé


¡pero no me atreví!


por esas cuestiones que ni hoy ni antes ni mucho antes

son, fueron trascendentes,


-mucho menos si existen, existieron sentimientos-


prejuicios que me impidieron arrojarme a lo que fuera,

durara lo que durara.


En fin,

no fuiste culpable


de ser parte de una nube de sueños,

una nube virtual


a la que acudo


cuando me angustio,


cuando me enojo tanto

por haber sucumbido

a tan estúpidos temores


que en verdad,

ocasionaron un tremendo PERjuicio


quizás,


para los dos.


Quizás,


para siempre.





jueves, enero 18, 2024

El sitial del auto-abrazo

 Tal vez 

 todo o mucho resida


 en hurgar


 en nuestros placeres,

 en nuestras minúsculas alegrías


 hasta reencontrarnos

 con el motivo,

 

 con esa chispa

 que a algunos nos acompaña,

 afortunadamente


 y por un rato

 -que no es poco-


 nos aleja

 de la oscuridad, de los miedos,

 de las incomodidades


 ¡y las comodidades!


¡la extenuante rutina!

¡los nefastos noticieros!


no es algo trivial,

podría ser el escape,


¡el reencuentro con el sentido!


siempre habrá un espacio pequeño,

exclusivo,


así, no se vea ni se detecte

fácilmente,


en que refugiarnos


como cuando llueve intensamente

y nos quedamos un tiempo

debajo de algún techo, de algún reparo;


en ese punto


somos nosotros mismos

mucho, muchísimo más,


no me caben dudas;


¡el sitial de la sonrisa,

del auto-abrazo!


el de "lo bueno está por venir":


empezar, siquiera, a imaginarlo


y ¿por qué no?

comenzar a crearlo;


no renuncio

de ningún modo


a esos momentos excelsos,

¡que son la vida entera!


instantes

que me reconcilian


con tantos, con todos,

con todo,


conmigo.


Ceder

es morir un poco.


Ceder

a que nada vale la pena


es deambular,

cegados por el descreimiento,

por un terreno resbaladizo,


altamente peligroso


quizás, irretornable.


domingo, enero 14, 2024

Fingir que se sigue

 Te extraño.


 Cada vez cuesta más


 seguir fingiendo

 que seguí,


 cuando estuve detenida

 y sigo así,


 aunque me salga bastante bien

 esto del disimulo;


 me quedé parada

 frente a unos ojos

 que tengo tan presentes


 aunque no los vea

 desde hace tiempo;


 me quedé muda


ante unas palabras

que también evoco


y no solo las más recientes;


me quedé rígida:

mi cuerpo sigue anhelando el tuyo,


así

no recuerde, -¿lo recuerdo?-

tu calor, tu olor;


y no sé cómo se sigue

y no sé cuánto dura


este proceso

de "soltar".


-según dicen

es lo que habría que hacer, ¿no?-


nadie puede ponerse

en los zapatos


ni en el corazón

-mucho menos-


de un otro;


todos vivimos 

quien más, quien menos

distintas instancias:


el olvido,

el fingimiento de olvido,


la insistencia

de todo nuestro ser


en algo, en alguien

que aunque sepamos


que jamás volverá

ni escribirá ni telefoneará


no podemos quitárnoslo 

de encima,


ni en días,

ni en mil años.


Es muy difícil.


Es muy triste. 


Seguir mostrándose como si tal cosa,

mientras se está destrozado por dentro;


convertido uno en una especie de enamorado cuasi eterno,

apasionado hasta el delirio


por alguien que tal vez,

poco o nada le ha ofrecido


y sin embargo...


Dirán que, al menos, sirve para escribir

sobre ello,


como en este texto,

en tantos otros.


Y sí.


Es para lo que sirve.





¡Intensa!

 Cuando despierto,

 cuando me desperezo


 y enseguida abro las ventanas

para que el sol me atrape,


así haga frío

o calor;


intensa


porque me llevaría a casa

a todos esos árboles,


algunos, aún vestidos de primavera;

otros, verdes, frescos, 

cada uno con sus frutos;


intensa


también en otoño,

caminando, con una emoción indescriptible

sobre ese mullido almohadón


de hojas 

secas;


intensa


al observar con gran placer

a las que siguen hamacándose en las ramas,


rojas, ocres, amarillas...


Intensa


porque miles de palabras

desfilan como hormigas

dentro de mi cabeza


y no puedo con ellas


y resultan ser ellas las que me organizan


este, tantos escritos.


Intensa


porque escribo sobre mi dolor,

el de otros,


sobre mi sentir,

mi pensar, mi cuestionarme

tanto


o nada;


intensa


pues, me involucro en las vivencias

de tantos;


intensa


porque si amo

lo hago con todas mis vértebras,


con mi sangre,

con todo mi cuerpo;


también con la intensidad

de mi espíritu;


¡intensa!


apasionada, empecinada,

sin renunciar, sin dejar atrás


lo que me desborda;

 

así soy.


A muchos

asusta, escandaliza


tremenda intensidad;


ellos, al parecer, eligen acallar sensaciones,

pensamientos, dolores.


¡Sofocan gritos

que los torturan desde hace tiempo!


no es mi caso.


Si tengo que llorar, gritar,

lo haré aquí, afuera, en las calles,


haya o no otras personas

testigos ocasionales de exhibiciones

que no comprenden


aunque quizás, no les sean tan ajenas;


nunca o muy pocas veces

me enfrenté a intensidades, siquiera, similares.


Pero no importa.


Si leo, si escribo,

si estudio, si amo,


si observo, si deambulo por ahí, 

si tomo un café,

si converso, si doy la mano,


si abrazo;


si me detengo ante esa bella enredadera,

hacia la mariposa que justo se cruza en mi camino;


si un pájaro,

el de siempre, el de nunca más


se posa

siquiera un segundo,


en mi balcón,


mis latidos serán tan intensos

como lo son en todo.


¡No podría concebir mi vida

de otra manera!


...................................................................................................................................


En fin,


me despido

deseándoles, intensamente,


el mejor o uno de los mejores

domingos de su existencia.

miércoles, enero 10, 2024

Despedazarse

 ¿Hay rituales

 para el olvido?


 el cuerpo

 parece sangrar


 y es el espíritu

 que va perdiendo su brillo,

 

 hasta  sentir

 que se desvanece;


 las lágrimas

 quizás, no brotan

 como se necesitaría;


 se insiste


 en esa sensación 

 de no valer lo suficiente,


 de no haber podido con...


 de fracaso.


Hay una especie de regocijo

como si se necesitara compensar tremendo desgarro;


luego,

transcurrido el tiempo

que cada uno requiera,


llega la rabia,

¿el odio?


dejar de culparse,


para trasladar la culpa 

a las circunstancias,


al otro,


a las expectativas

que imaginamos


generó

ese otro


como si nos hubiera robado

el tesoro más valioso,


irreemplazable;


como si nos hubiera

atravesado con un puñal


y en nuestra agonía,


insistiéramos en  acusarlo, insultarlo,

enviarle maldiciones;


es triste


pero también morboso.


Ese despedazarse,

en definitiva, 

a uno mismo


en pos de


nada.


La persona que decidió partir,

difícilmente cambie de idea;


mucho menos, decida retomar

¿en donde dejó?


¡dejó desde antes de dejar!


cuando era visible

y no se quiso ver,


cuando sus ausencias

se prolongaban


y justificábamos

y justificábamos


cuando en verdad,

no entendíamos qué pasaba


o no queríamos entender.


Hasta que un día

uno se despierta


y se experimentan

energías renovadas,


incluso,

aspectos de nuestra personalidad


que ignoramos por años

y de pronto, se exponen


¡para que se despierte

de esa pesadilla!


así,


se comienza

de nuevo.


Más golpeados, 

más temerosos,


con menos ganas

o menos ilusiones,


con menos, muchas menos

demandas, exigencias, 


¡toxicidad!


solo entonces es posible recomenzarse:


cambiar de persona, de personas,


de ambientes,

de caminos, de calles,


de actitud;


de ese modo,

podríamos aniquilar,


¡al fin!


la tan patética

autocompasión.

jueves, enero 04, 2024

Escojo sentir

 Nadie sabe


 cuánto puede llevarse

 en los pensamientos,

 en la proyección de la mirada,


 en el espíritu;


 quizás, lo experimenta

 ¿pero toma conciencia 

 de su valor?


 hoy elijo

 no llevarme el odio entre humanos,

 los crímenes, las guerras,


 la muerte;


 no es que lo olvide


pero deseo centrarme

en esos lagos, esos patos

despreocupados, alejados de toda información,


de nuestra presencia


o ausencia;


el contoneo de los árboles

con el viento fresco que alivia tanto

en verano,


el calor del sol

que anima los días,


fortalece los huesos,

alienta nuestros sueños;


prefiero


correr tras la paloma, la mariposa,

acariciar ese árbol que diviso desde aquí,

sumergirme en la magia inextinguible


de lo que no tiene valor material,


de lo que se nos ofrece, a diario,

sin pedirnos nada,


sin discriminar,


sin demandar,


sin cuestionar;


¡escojo sentir,

 escojo respirar!


aun cuando no me resulta, en absoluto, indiferente

el padecimiento de tantos;


selecciono, entonces,

estos naipes,


en el mazo infinito

que la vida 

ofrece;


así, camino

por las mismas calles


sabedora de que siempre

se verán distintas.


Decido

escaparle a la rutina,


a las incesantes

embestidas del miedo,


de la tortuosa 

incertidumbre.


En fin,

¡me inclino por creer!


en un mundo diferente,


en una reacción generalizada

que todo lo transforme


en pos 

de retomar antiguos -o no tanto- hábitos,

relaciones, actitudes,


¡pequeñas alegrías

que lo llenaban todo!


colocarse en esta postura,

cambiar la actitud, la perspectiva,


tal vez,

sea el secreto


para que en este mismo momento,

en un rato, más tarde,

mañana


y ¿por qué no?

en los días por venir


logremos


ser un poco o mucho más felices.












martes, enero 02, 2024

Una bonita historia

 No fue ingenuidad,

 tampoco, alevosía;


 no fue planeado,

 ¡ni imaginado!


 simplemente

 fue.


 Para mi sentir,

 para mi mente, 


 para mi alma,


así la magia se esfumara

en tan poco tiempo,


-mas no

mis fantasías-.


Pasaron días,

meses, quizás.


Aún evoco

esas primeras palabras,


su voz,


lo que hizo que algo especial

que hacía tiempo no me ocurría


estallara en mí


y no pudiera dejar de pensarlo,

de día, de tarde, de noche;


pero no fue igual en su caso,

supongo;


todo empezó

con grandes elogios,


planes de encuentros

que nunca acontecieron,


promesas varias;


y fue extinguiéndose,

lenta pero bruscamente;


de pronto,


era yo sola

escribiéndole, hablándole


a la nada.


No es la primera vez,

-no sé si será la última-


pero hirió,


al punto de debilitar

mi autoestima.


Lloré

bastante,


por lo que hacía años

no lloraba;


no hubo caso,


dejé de seguir

buscándolo aquí, allá;


ya no basta

con alguna foto, un recuerdo,


unos signos vacíos

sobre una pantalla;


al principio seguí

pese al dolor.


Hoy continúo

superándolo...


¿lo superé?


¿y las lágrimas?

¿se secaron, las contengo?


lo cierto es

que la bonita historia


-efímera e ilusoria

como muchas-,


acabó.

Cristina Del Gaudio

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