Probablemente sea cierto
que uno, sin darse cuenta,
con, sin motivos,
-siempre los hay...-
en ocasiones,
tiene la mirada triste,
la mirada, reflejo del alma,
de los sentimientos,
de lo que desearía
y no puede,
o no se atreve,
o no vislumbra,
o sabe que es inútil
o cree que lo es,
no sé.
¡No siempre es posible
sentirse feliz!
es cierto
que la felicidad dura un rato,
un recuerdo, una imagen,
una sonrisa que algún comentario
nos aporta,
una palabra
leída o escuchada
en el momento preciso;
es cierto,
que se puede
tener un momento de alegría,
que los sueños,
a veces ocultos,
de pronto, reaparecen
y se vuelve a creer,
a confiar,
¿a esperar?
pero el espejo
no está empañado:
los ojos lo dicen todo,
lo piden todo,
reclaman, quizás erróneamente,
goces de otros días;
días de pequeños incentivos
que lo eran todo;
días de fiesta
sin globos ni guirnaldas;
días de amor,
por alguien, por algo,
por la vida misma.
No siempre se puede
con la vida,
es cierto;
pero hay que aceptarlo,
sin esforzarse,
solo dejarse llevar
y luego pasa
el corazón vuelve a arder,
el espíritu se quita las telarañas,
todo parece retornar
a aquella "normalidad"
-si es que lo era-;
no está de más
mentirse un poco,
lo digo yo
que soy aliada de las verdades;
mentirse
en cuanto a los sentires,
en cuando a lo que nos dijeron,
nos demostraron o no,
nos elogiaron,
nos levantaron el ánimo,
siquiera por un tiempo.
A veces,
una mentira no fue tan mentirosa
simplemente, fue fugaz
como lo es todo.
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