No fue ingenuidad,
tampoco, alevosía;
no fue planeado,
¡ni imaginado!
simplemente
fue.
Para mi sentir,
para mi mente,
para mi alma,
así la magia se esfumara
en tan poco tiempo,
-mas no
mis fantasías-.
Pasaron días,
meses, quizás.
Aún evoco
esas primeras palabras,
su voz,
lo que hizo que algo especial
que hacía tiempo no me ocurría
estallara en mí
y no pudiera dejar de pensarlo,
de día, de tarde, de noche;
pero no fue igual en su caso,
supongo;
todo empezó
con grandes elogios,
planes de encuentros
que nunca acontecieron,
promesas varias;
y fue extinguiéndose,
lenta pero bruscamente;
de pronto,
era yo sola
escribiéndole, hablándole
a la nada.
No es la primera vez,
-no sé si será la última-
pero hirió,
al punto de debilitar
mi autoestima.
Lloré
bastante,
por lo que hacía años
no lloraba;
no hubo caso,
dejé de seguir
buscándolo aquí, allá;
ya no basta
con alguna foto, un recuerdo,
unos signos vacíos
sobre una pantalla;
al principio seguí
pese al dolor.
Hoy continúo
superándolo...
¿lo superé?
¿y las lágrimas?
¿se secaron, las contengo?
lo cierto es
que la bonita historia
-efímera e ilusoria
como muchas-,
acabó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario