jueves, febrero 29, 2024

Nuestro cielo, nuestro infierno

 No sé si vale la pena

 mirar el cielo

 día tras día;


contemplar 

el archiconocido paisaje,


la enredadera,

con flores, despojada de flores,

más, menos frondosa;


ayer,

hoy, mañana;


soñar

con una vida distinta;


imaginar

sonrisas permanentes

en los rostros que pasan


como escenas de una película,


rostros 

con expresiones de preocupación,


de tristeza,


uffff, quién sabe

de cuántas vivencias

horrorosas;


y sin embargo,

siguen;


vidas mucho más difíciles

que la mía, que la de tantos;


sin embargo,

siguen remando


aunque el agua

esté a punto de ahogarlos;


aunque

hayan perdido a lo que más amaron,

aman;


aunque

estén sobrellevando

alguna enfermedad terrible;


¡y yo me quejo!


solo por esta existencia

rutinaria, a veces,


en ocasiones,

con alguna que otra sorpresa


que me devuelve

la magia,


¡que me la devuelve,

siquiera por un momento!


todos habitamos nuestro cielo

y nuestro infierno;


no están lejos,

no están en figuras alegóricas;


están dentro nuestro.

martes, febrero 27, 2024

Ese lugar que suponemos existe...

 ¿El tiempo todo lo cura?


 una frase o dicho popular

 ¿cuánto de verdad encierra?


 el tiempo

 quizás, podrá "curar" ciertas heridas físicas,

 enfermedades, 


 pérdidas de amores

 que no lo fueron tanto,


 que solo lo parecieron;


pero hay amores

tan profundos, tan sólidos,


¡tan pero tan indestructibles!


hay un recuerdo preciso,

varios,


de una abuela

que nos alimentaba,

nos cuidaba como si fuéramos sus hijos


¡nos consentía!


salía de sus rigideces,

-así le costara-;


todo, todo por amor;


pero como cualquiera,

tuvo que partir.


Acaso...¿eso puede curarlo el tiempo?


no lo sé.


Hay un papá

que siempre se esforzó por uno,

por toda la familia;


que corría a preparar

un té de hierbas


cuando teníamos un examen

y nos dominaba ese miedo, ufffff;


que llegaba contento

porque nos había conseguido

esos libros que le habían costado tanto;


hay un papá

que nos inculcó principios

que aún hoy rigen nuestra vida,


nos hicieron

quienes somos,


nos inculcaron

la importancia

de estudiar,


luego, del trabajo digno;


hasta que descubrimos lo que veníamos a hacer,

cómo lo haríamos, como lo hacemos y lo haremos

siempre;


mas un día también preparó las valijas

para ir a ese lugar que suponemos existe

o queremos creerlo así,


donde lo visualizamos, lo pensamos

descansando en paz,


¡todo luz,

todo felicidad!


esto tampoco puede curarlo el tiempo.


Así, con otros seres que se fueron

inesperada o esperadamente,


así, como otra gente que amamos

y un día se alejó


y nunca supimos jamás

-o no quisimos y no queremos saberlo-

el motivo;


¿alguien puede decirme

que estas situaciones el tiempo, en verdad,

puede curarlas?;


solo colocamos banditas protectoras

acá, justo acá,


en el corazón


y jugamos

a hacer cosas, a planear,

a crear;


salimos, compartimos momentos 

con gente amiga, con gente no tan amiga,


caminamos sobre las hojas dispersas

de un otoño incipiente


¡y hasta somos capaces  

de convencernos


de que el  mágico, colorido otoño

al fin llegó!



jueves, febrero 22, 2024

Exterminio de almas

 Una guerra

 que nunca acaba:


  la guerra

  contra el odio,


  mediante más y más odio.


  La guerra 

  entre hermanos,


  ¡ni hablar de las guerras físicas,

  armamentísticas,


  la destrucción de edificios, de viviendas,

  de países,


  el exterminio de personas,

  de almas!


con objetivos tan egocéntricos

como el poder,

los "bienes" que causan tantos males; 


¡el orgullo de arrogarse

la victoria, cueste lo que cueste,


así se extinga a miles, millones de personas!


¡guerras que se prolongan por años!


 el hombre 

 de una u otra forma

 no sabe, no quiere, no intenta


 vivir de otro modo;


 no entiende

 de empatía, de comprensión,

 de diálogo, 


 ¡de amor!


 por alguien, quien sea

 y de donde sea,


 ¡su semejante!


 un hombre de raza negra

 se enoja porque un joven 

 lo llama negro y le pide algo;


 se enoja y niega su condición,

¿por qué negarla?


aunque es cierto

que no tiene derecho a llamarlo

por su color de piel,


en lugar de explicarle,

lo insulta, lo acusa de inculto,

lo maltrata,


le dice que él, el otro

es un negro de m....

porque anda pidiendo por las calles;


ninguno de ellos actúa bien,

claro;


más allá de que uno trabaje

y el otro pida,


más allá

del insulto a una raza, a una condición;


el primero pudo intentar explicarle,

sobre todo, si el otro no se veía agresivo,


pudo haberle dicho

que debería ocuparse de algo,


que pedir a otros

algo del producto de su trabajo

está mal;


aclararle, de buen modo,

lo que significa la falta de cultura

o de educación,


de dignidad;


este es solo un ejemplo

de la pérdida total 

del entendimiento;


finalmente,

dos víctimas de un mundo cruel,

discriminador, deshumanizado.


Sé que es difícil

revertir estas diferencias;


esta llamada grieta

que se subdivide cada vez en más grietas

y más grietas


hasta que todos, absolutamente,


del color que seamos, de la condición social,

cultural, económica

que tengamos


nos hundamos para siempre


en la interminable fosa

de la soledad, la miseria, el dolor,


sumidos en la supervivencia

más atroz.

sábado, febrero 17, 2024

Pequeñas, grandiosas alegrías

 No se trata de grandes logros,


 es mucho más simple de lo que parece

 o creemos:


se trata de salir

con nuestra mejor y verdadera sonrisa;


se trata

de compatibilizar,


de escuchar,

de estar


se trata de dar

lo que se posee,


lo que se recibió

quien sabe de dónde:


un gift,

algo especial,


no es necesario

ser un genio,


ni siquiera artista, ni empresario,

ni haber adquirido ningún título,


nada de eso.


En mi caso,

mi decir, mis intentos de expresarlo por escrito

fueron, son la llave,


aun en su ausencia física,

aun en su presencia o ausencia virtual,


¡mis pequeñas,

mis más grandiosas

alegrías!


los entregue o no,

los tenga a mano o no;


se trata de la conciencia

del propio sentido de existir


transmitirlo,

compartirlo;


¡el por qué

se está aquí,


el para qué!


salir, agitar la mano,

conversar,


se lleve o no el producto

de nuestra labor,


nuestro quehacer

dentro nuestro

siempre


y fuera de nosotros.


Se trata de exhibir

sin ostentaciones, claro,


lo que somos,

lo que fuimos, quizás, siempre


lo que seguiremos siendo,


por y para nosotros,

por y para los otros,


hasta el final.



jueves, febrero 15, 2024

Hojas de otoño sobre nuestro hombro

 Con la cabeza inclinada

 por alguna, varias preocupaciones,


 se pierden tantas aves desfilando

 armoniosamente;


 se pierden tantos árboles

 extendiendo sus brazos


 hacia nuestro desdén,

 nuestro encierro,

 nuestra negatividad


 de algunos de esos días;


digan que a ellos no les importa,

siempre estarán, salvo que el clima

decida lo contrario;


las aves ofrecerán sus trinos,

el verde ofrecerá su frescura, su oxígeno,


sus maravillosas hojas de tantos colores

que luego se desprenden


y tantas veces

caen a nuestro lado,


sobre nuestro hombro


y no las advertimos;


no entendimos

que ese instante exacto


¡ese retorno, siquiera, momentáneo,

a nuestro ser natural

es tan valioso!


nada supera 

a ese, aquel, a cualquier paisaje


de donde sea,

en el momento en que sea;


no hay fotos ni folletos

ni pinturas que siquiera se asemejen


al árbol desnudo

o cubierto de hojas verdes, amarillas,

rojas;


al cielo azul

que nos rodea


nos parece

algo trivial


o ni siquiera

lo registramos;


no habrá ninguna expresión artística

que exhiba de un modo tan preciso


la deslumbrante, perfecta

coreografía


de los cisnes,


en el inmenso

lago;


¡tremenda exposición!


¡siempre a nuestro alcance,

siempre tan lejos!


¡permitámonos

parar la cabeza!


apagar los dispositivos

por un momento


¡y respirar!


ese viento fresco

en los días de verano,


-los árboles

tienen mucho que ver en ello-:


démosles las gracias,

siquiera con el pensamiento;


¡solo están

y nada menos!


en tanto, los minutos, los días, las semanas

transcurren 


muchos de nosotros insistimos en nuestros monotemas patológicos

de siempre;


es lógico, entonces, ese rictus

de amargura, de decepción,


¡la sonrisa, la empatía

absolutamente devaluadas!


tales expresiones de disgusto

no significan más que la avidez,

la desesperación


por el retorno a una nueva posibilidad

de acceder a determinados "bienes"


que nos convirtieron

en esto:


seres abúlicos

como zombies,


imbecilizados, deprimidos,

ansiosos,


demandantes,

violentos, en tantos casos,


¡despojados de nuestra condición humana!


martes, febrero 13, 2024

Botines

 Esta vez fui yo.

 

 Lamento -o en verdad, no lamento-

 haberte quitado 

 una nueva oportunidad


 en ese obstinado afán de perseguirme


 sin propósito,

 

  para enseguida, esfumarte


  en cuanto yo mostraba

  algún indicio de interés;


  lamento -o en verdad, no lamento-

  haber arruinado,

  al menos por esta vez


  tu diversión


  de tipo solo,

  negativo,


  más oscuro

  que la noche más oscura,


  quizás, con un gran dolor

  que jamás admitirás,


   ni en lo profundo de tu ser.


   Pero ya no me interesa

   redimirte de nada,


  ¡no voy a escuchar tu retahíla de siempre!


  habrá, siempre hay,

  lamentablemente,

  alguna que lo intente;


  -sabés bien

  cómo tender tus redes-;


  no seré tu botín


  ni por un rato, ni por unas palabras,

  ni por media palabra;


 retirate al infierno

 de los que nunca pero nunca

 sabrán amar


porque solo albergan resentimiento,

rechazo, desprecio


por cuanto tenga que ver,

del modo en que sea


con los vínculos reales,

con los sentimientos,


¡con la vida!




Una palmada en la espalda

 Una palmada

 en la espalda,


 una palabra

 o más


 de aliento


 para el amigo

 que sufre,


 que se siente solo;


 una palmada

 en  la espalda,


 una o dos palabras

 para todos los que se sienten solos,


 los tantos que padecen

 carencias, ausencias, 


 enfermedades, dolores,

 injusticias,


 amores contrariados,


 amores tóxicos.


Una palmada 

en la espalda


también para mí,


para esos días 

en que corro, patética,


 tras un pasado

 que huele a naftalina,

 a rancio;


una o dos palabras

para mi psiquis,

para mi corazón


cuando se pierden

en el camino,


cuando insisten

en torturarse,


sumergirse

en tantas imposibilidades;


cuando 

buscan padecer


como sea

y a veces, por mucho tiempo.


Palmadas en la espalda,

palabras, infinitas palabras,


abrazos, risas, muchísimas risas,

todos los incentivos

para que reaccionemos,


para que nos reencontremos,


para que valoremos

a quienes en verdad, nos aman,


y están,


pase lo que pase,


así nos vean arruinados, demacrados,


hundidos en el barro

del miedo y la autocompasión.


Para ellos, aplausos, miles de aplausos


y gracias


por existir,


por elegirnos


pese a todo.

jueves, febrero 08, 2024

Pero aquí estoy

  Quisiera decirte,

  leerte, hacerte escuchar,

  no sé, contarte


 tantas, miles de cosas;


 tal vez, no sean tan importantes

 pero las tengo dentro mío


 destinadas a vos.


 No tengo culpa

 de tantas imposibilidades,


 no tengo culpa

 de las diferencias, las distancias,

 las vivencias


 los años.


 Se ahogan en mi pecho

 miles de palabras,


 mis dedos

 no pueden seguir:


el miedo

los detiene,


el miedo


a que esto

no sea ni siquiera esto.


olvido

-o elijo olvidar-


lo tanto que tendría

o tengo


para expresar,

¡para soltar!


Me paraliza

la idea de que desaparezcas,


no es mi intención

molestarte, 


todo lo contrario.


Es difícil contener

ciertas sensaciones,


ciertos deseos,


es difícil.


¡Pero aquí estoy!


Y por allá,


no tan lejos,


estás.

martes, febrero 06, 2024

¿Dueños? ni de nosotros

 Así como vendrán

 los tiempos


 en que el hombre

 reparará en el  hombre


  entenderá

  que es su semejante,


  a pesar de no coincidir,

  a pesar de no aceptar ciertas debilidades,

  ideas, pensamientos, posturas;


  llegará

  o retornará


  el tiempo

  del respeto, de los principios,


  de la sonrisa

  compartida aun con alguien desconocido;


  ¡de los buenos deseos,

   de los abrazos!


  de esa complicidad

  evidente, también la tácita


  entre dos o más o miles

  de seres;


  finalmente,


  todos,

  de una u otra manera,


  extrañamos a alguien o a varios,

  queremos a alguien o a varios,


  tememos a la soledad

  aunque también gozamos de ella

  en ciertos momentos;


  todos tenemos mucho miedo

  a perder,


  la salud, a personas, valores,

  quehaceres, posibilidades

  de cualquier índole;


a la muerte

propia o de alguien más.


 Todos creemos

 ser dueños de esto, de aquello


 y apenas

 si lo somos o tampoco lo somos


 de nosotros mismos:


 de nuestro cuerpo,

 de nuestra alma;


 lloramos cuando no nos ven

 y para que nos vean;


gritamos, nos enojamos,

celamos, juzgamos, tantas veces

equivocadamente;


todos cometemos errores,

aquí, en otras ciudades, provincias,

países


latitudes;


todos necesitamos 

casi casi las mismas cosas,


mas coincidimos, supongo,


en ese bastión, 

al cual nos aferramos


en los días difíciles,


en los días de tormenta.



jueves, febrero 01, 2024

Penélope se hartó

 ¡Qué tarde 

  llegaron sus ojos

  a mirarla!


  ¡a dejar de mirarse

  únicamente a sí mismos!


  ¡qué tarde!


   El encanto

   se había esfumado,


   como lo haría ese verano,

   como lo haría el siguiente invierno,


   como lo harían

   las hojas de los árboles

   en el maravilloso siguiente otoño


   y los que vendrían.


   Ya no temblaba,

   no esperaba, no temía;


   le daba igual

   esa ancestral presencia-ausencia,


   Todo pasa:

   el dolor, la espera, las ganas


   y el amor.


  Hasta que llega el día

  en que lo que perturbó el corazón,

  alteró el espíritu,


  desdibujó momentos,

  planes, ideas,


  transformó la rutina,

  en todos, tantos sentidos,


  increíblemente

  o no,


  deja de importar,


  no moviliza,

  deja de perturbar


  las noches

  y los despertares;

  

   no existe.


  Algo así le sucedió, al parecer,

  a Penélope,


  -según dicen por ahí-:


  harta de padecer en vano,

  arrojó, para siempre, a un barranco

  sus elementos de tejido:


  a partir de ese hecho,

  cuentan que se la veía muy sonriente


  empeñada como estaba

  en recomponer su vida.


 

  



 

Cristina Del Gaudio

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