jueves, febrero 15, 2024

Hojas de otoño sobre nuestro hombro

 Con la cabeza inclinada

 por alguna, varias preocupaciones,


 se pierden tantas aves desfilando

 armoniosamente;


 se pierden tantos árboles

 extendiendo sus brazos


 hacia nuestro desdén,

 nuestro encierro,

 nuestra negatividad


 de algunos de esos días;


digan que a ellos no les importa,

siempre estarán, salvo que el clima

decida lo contrario;


las aves ofrecerán sus trinos,

el verde ofrecerá su frescura, su oxígeno,


sus maravillosas hojas de tantos colores

que luego se desprenden


y tantas veces

caen a nuestro lado,


sobre nuestro hombro


y no las advertimos;


no entendimos

que ese instante exacto


¡ese retorno, siquiera, momentáneo,

a nuestro ser natural

es tan valioso!


nada supera 

a ese, aquel, a cualquier paisaje


de donde sea,

en el momento en que sea;


no hay fotos ni folletos

ni pinturas que siquiera se asemejen


al árbol desnudo

o cubierto de hojas verdes, amarillas,

rojas;


al cielo azul

que nos rodea


nos parece

algo trivial


o ni siquiera

lo registramos;


no habrá ninguna expresión artística

que exhiba de un modo tan preciso


la deslumbrante, perfecta

coreografía


de los cisnes,


en el inmenso

lago;


¡tremenda exposición!


¡siempre a nuestro alcance,

siempre tan lejos!


¡permitámonos

parar la cabeza!


apagar los dispositivos

por un momento


¡y respirar!


ese viento fresco

en los días de verano,


-los árboles

tienen mucho que ver en ello-:


démosles las gracias,

siquiera con el pensamiento;


¡solo están

y nada menos!


en tanto, los minutos, los días, las semanas

transcurren 


muchos de nosotros insistimos en nuestros monotemas patológicos

de siempre;


es lógico, entonces, ese rictus

de amargura, de decepción,


¡la sonrisa, la empatía

absolutamente devaluadas!


tales expresiones de disgusto

no significan más que la avidez,

la desesperación


por el retorno a una nueva posibilidad

de acceder a determinados "bienes"


que nos convirtieron

en esto:


seres abúlicos

como zombies,


imbecilizados, deprimidos,

ansiosos,


demandantes,

violentos, en tantos casos,


¡despojados de nuestra condición humana!


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Cristina Del Gaudio

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