Los "sin nada"
en muchos casos,
tienen más
que los "con todo";
¡tienen tanto por soñar!
¡se tienen a sí mismos!
a gente que los quiere
de verdad;
no por interés,
no con la intención de obtener cosas:
solo y nada menos,
afecto, empatía,
¡comprensión!
Cuando los "sin nada"
-siempre refiriéndome a lo material,
claro-
crecen, aprenden,
obtienen logros,
-quizás, impensables
poco tiempo atrás-,
nunca olvidan
¡nunca!
-o no deberían
olvidar-
que no tuvieron nada,
que debieron esforzarse,
reconstruirse,
atreverse,
¡pelear!
por eso, no discriminarán,
no estaría bien, supongo, que lo hicieran,
a los digamos, nuevos "sin nada".
Por el contrario,
acercarse, enseñarles,
incentivarlos,
contarles de qué modo hicieron ellos para salir
de esa inexistencia de ciertas
posibilidades.
¿Esto es, sería así?
no confío
en las personas
que no habiendo tenido nada
alardean
al obtener lo que sea:
un lugar, un título,
dinero, etc.
Nunca deberían olvidar
los tiempos en que no pudieron acceder
a tantísimas cosas
y recibieron sostén, incentivo,
la cercanía de alguien que supo ver, valorar
sus aptitudes;
por mi parte, jamás olvidaré
a la primera,
¡gran maestra!
que mencionó mi supuesto talento,
quien me animó
a ser y hacer
lo que ya germinaba en mí;
aun recuerdo
y recordaré hasta el final
sus enseñanzas, sus bromas,
su aliento;
nadie o pocos
pueden solos.
Se da que muchos
de los que todo lo tienen -o casi todo-
en verdad
no tienen nada,
al menos, nada
que tenga que ver con algún gesto,
acto
noble
e inolvidable.
Nada por lo que algún día
-o tantos días-
se los recuerde
con ternura, con agradecimiento,
con emoción,
¡con una gran sonrisa!
con una sonrisa.
seres humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario