¿Cómo podés decir
que no hay nada para hacer,
cuando, en verdad,
nada te motiva,
cuando ni siquiera prestás atención
a la mera idea del propósito,
del sentido,
de todo tipo de búsqueda?
probablemente, podría comenzar con un sueño
postergado, ¿quizás, nuevo?
me paraliza
darme cuenta de cómo te entregás
día tras día,
¡cómo renunciás
a la vida!
día tras día, insisto,
observo estas actitudes
y no comprendo
-o sí comprendo-
pero no puedo hacer nada,
ante alguien negado a todo,
ante un muro inquebrantable,
ante esa oscuridad
que te poseyó, al parecer
desde no hace tanto tiempo
y no intentás, en absoluto,
huírle;
vas cayendo, dócilmente,
en sus garras
en tanto, ella sonríe, burlona,
mientras va consumiendo tu hálito de vida,
va aniquilando
todo lo que había en vos,
lo que disfrutabas,
tu risa, ¡hasta tu voz!
todo lo que quizás, te hacía sentirte valiosa,
¡necesaria!
-tal vez, se trate de eso-;
lucho con tus miedos, con tu desidia,
¡lucho con mi propio miedo
a no poder rescatarte!
a... ¿resignarme?
a tu despedida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario