domingo, marzo 12, 2023

La ventana que no cerraste

 Somnoliento,

 extenuante

 verano;


el soplo incendiario

del sol


atraviesa paredes, vidrios, 

¡campos!


y el ánimo,

claro;


dan ganas de salir

y temor, al mismo tiempo:


¿la culpa la tienen los periodistas

y sus trilladas alertas meteorológicas

amenazantes?


todo da que pensar

que si salís

es probable que no vuelvas vivo;


¡maldito encierro!


y la vida afuera,

esperando


el soplo fresco,

la lluvia refrescante


¡ya llegará!


purificará el ambiente,

las ganas,


volverá el movimiento,

la actividad, los encuentros;


entretanto,


escribo, aun agobiada, aburrida


y también pienso en vos,

claro;


las dos únicas cuestiones

que me hacen olvidar del resto,

de absolutamente todo;


pensar en vos, sobre todo,

me rescata

de este sopor, de esta incertidumbre,


¡nada más certero

que mi amor, este amor!


me haría tanta falta

ese abrazo desde la lejanía,


o siquiera alguna, 

una, media palabra,


así proviniera

de otro hemisferio;


es probable

que nunca más sepa de algo como aquello,


más allá

de que me empeñe,

de que lo desee fervientemente,


llore, extrañe, sueñe,

evoque, ansíe, me enoje,

me desespere;


aunque

te lo escriba

a través del único medio,


la única ventana que no me cerraste


todavía;


a pesar

de no saber si lo leés o no;


si lo hicieras, lo harías

con tu gesto,

con "ese" gesto


para seguir con lo tuyo,

en el marco de tu invierno helado,


viendo esa misma película u otra,

sentado en tu sillón rojo, muy similar al mío

pero distinto,


junto a quien, según asegurás,


se trata de "el amor de tu vida".



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Cristina Del Gaudio

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