Tímidamente,
se asoma
al balcón
de las oportunidades;
lástima
que en el fondo
o no tanto,
considere
no merecerlas;
entonces,
se recluye en el margen
del cuaderno de los exitosos,
los que en apariencia,
lo obtienen todo;
ignora
que ellos como cualquiera
también supieron algún día
-o siguen sabiendo-
de incertidumbre,
de inseguridades,
miedos;
de no sentirse parte
de lo que fuera;
él cree
ser el único,
el "perdedor",
el que no supo hacerlo,
no pudo, no se atrevió;
cualquiera y él también
es capaz de decir, hacer lo que fuera
solo es cuestión
de tomar las riendas
del propio destino,
en lugar de abandonarse
a sus supuestos designios.
Tímidamente,
se acerca a alguien
pero... no se acerca.
¡Tal el temor
a ser rechazado!
ese temor
se lo impide todo.
Le resta mirar
a través de la ventana
y observar a los demás:
haciendo, estando, siendo,
amando, ¡viviendo!
mientras él
dejó, deja adormecer sus posibilidades
¡al no hacer ni el más mínimo intento
de ponerse "online"!
potenciar sus ideas,
crear o recrear sus sueños.
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