viernes, septiembre 20, 2024

Diferenciar

 Finalmente,


 uno se queda

 con quienes están


 sin que se lo pidas;


 quienes te alcanzan

 una taza de café


 cuando estás triste

 o preocupado;


 quienes prestan atención

 a tus comentarios, a tus historias,


 a tus inquietudes.


Es decir,

quienes te quieren realmente,


sin necesidad

de expresarlo en palabras,

ni en obsequios;


basta con una palmada en la espalda,

un fuerte abrazo,


para sentirse en casa,

el día en que la casa se ve más limpia,

más ordenada que nunca.


Si hay que pedir,

no sirve;


no sirve esa persona,

ese amigo, ese amor,


ese contacto;


pues rogar afecto,

comprensión, apoyo


es humillante,

¡muy humillante!


uno se siente

como el mendigo


que extiende una lata, un sombrero,

en que algunos, al pasar,

arrojan


sin siquiera mirarlo,


un par de monedas;


el amor, la amistad, la empatía

son bienes, en ocasiones,

inalcanzables


y fácilmente reconocibles

si se está atento


y deberían ser fácilmente desechables

en caso de descubrir el engaño, la superficialidad,


en ciertos casos,

la búsqueda de algo conveniente

a través de ese vínculo;


no es difícil

diferenciar entre unos y otros.


Difícil es reconocerlo,

aceptarlo;


dejar de empeñarse

en cambiar a quienes no desean ser cambiados,


planear, idealizar relaciones afectivas

con gente que nunca nos colma,


ni lo hará.


Nos hace sufrir.


Nos debilita

emocionalmente,


arrastrándonos

a un pozo 

oscuro, profundo, 


mucho más


que la soledad más absoluta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores