martes, diciembre 10, 2024

La escalinata violeta

 Por la frondosa escalinata,

 la de esas flores color violeta


 trepo y trepo


 hasta alcanzar

 a esa bandada de pájaros


 que ignoran o no su destino,


 -mas no importa-;


 volando


 olvidaré los miedos, las penas,

 las preguntas;

 

 seguiré su inigualable cortejo;


 tal vez, pueda asirme a alguna nube blanca,

 tan blanca que me devuelva


 aquellos tiempos de inocencia,

 de tener tan poco y tenerlo todo,


 de reír por todo,

 

sin preocuparme

si me consideraban o no loca;


 épocas

 en que se vivía el momento


 y no se empujaba a quien sea

 por alcanzar el primer puesto en la fila;


¿en qué fila?


(todos llegaremos, finalmente,

al mismo sitio ¿o no?).


Así como los pájaros,

como la enredadera,


cada uno hacía lo que tenía que hacer,

sin vivir colgado de las demandas

del tener, del lograr, del buscar una mejor "versión" (¡qué horror!);


si se amaba

era con total

plenitud,


sin especular

con el ¿y si no? ¿y si se va o no se va?


¿y si existe

alguien mejor para mí?


se amaba

sin preguntárselo

día tras día,


¡se amaba

de verdad,

por el tiempo que fuera!


sin analizar los por qué,

los cuándo, los quién sabe...


la nube

en la que me poso


desprende

unas gotitas transparentes.


¿Momento de regresar?


¡nooooo!


momento de recibir

ese regalo, la caricia de ese elixir


en la cara,

en todo el cuerpo;


¡momento de no pensar en nada!


solo en ser

y estar -y ni siquiera-...


un rayo de sol


atraviesa la nube,

le devuelve su calor;


así es el verano:


incertidumbre climática;


así es la vida:


incertidumbre, sorpresas,

instantes que no se repiten;


de todo un poco -o más-.


¡En ocasiones,

todo al mismo tiempo!


 

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Cristina Del Gaudio

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