jueves, julio 30, 2020

El pacto ¿consciente?

Por no estar sola,
por no creerme sola

invento amigos,

afectos
de cualquier tipo,

como si fueran parte de una novela, un cuento;

les imprimo
cualidades, acciones,
dichos;

en ocasiones, los elevo
a una altura inalcanzable

para cualquiera;

hay una parte mía
que quizás, desearía ser como ellos

o como lo que yo creo, invento, delineo
sobre esas personas

que en realidad
y por lo general

son totalmente opuestos,
desde ya, no ideales.

Ahí es cuando
me desmorono;

¡porque lo creí, dí por certezas
esas viñetas que yo misma les coloqué,
les coloco!

cual lector o espectador
participo de esa especie de pacto
que se da al ver, al leer una obra

con personajes ¡ficticios!

y en eso convierto
a estos seres
que se cruzan por mi vida
casual o no tan casualmente,

¡en personajes ficticios!

que muevo a mi antojo
o pretendo hacerlo,

que considero deberían
entenderme, pensar de un modo determinado,
actuar de una manera y no de otra,

según lo que yo,
su creadora,
determine.

¡Qué loco!

acabo de entender
lo difícil que es separar un arte,
-en este caso, la escritura-

de la vida misma;

diferenciar a una persona con existencia física,
psíquica, -digamos, verdadera-
con respecto
a algún tipo de maniquí, muñeco,

que mi imaginación, expectativas
¡o ambos!
aun, siendo movidos por mis propios hilos,

¡los invisibiliza!

invariable,

inexplicablemente.

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Cristina Del Gaudio

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