lunes, julio 27, 2020

Incertidumbres

Habrá un cielo
¡tan azul
o tan gris
o tan neblinoso!

como sea,

mejor
de lo esperado.

Llegará
la tan ansiada liberación;

el miedo 
deberá partir quien sabe hacia dónde,

nadie irá a despedirlo.

¡Cuánto por decirnos con tantos,
cuánta alegría,

alegría verdadera,
impensable, también pensable!

cuánto amor 
podremos, ¡al fin! expresar
en mil modos,

no solamente
a través de pantallas o llamadas.

Será
como una resurrección.

Parecerá extraño,

incluso, se dará muy lentamente
para algunos;

el proceso de re-adaptación
no será tan sencillo.

Fueron, son 
muchos días de confinamiento,

más allá
de ocasionales salidas imprescindibles.

Ya comienza,
paso a paso,

pero todavía
hay que esperar.

Esperaremos

no llorando,

no lamentándonos,

no discutiendo,
ni quejándonos de todo y por todo,

no temiendo,
ni perpetuando escabrosos pensamientos
autodestructivos.

No.

Esperaremos:

alentando, defendiendo
¡también de nosotros!
esas ideas, imágenes refrescantes

de lo que vendrá,

el abrazo de esas personas a quienes extrañamos,
algún proyecto pendiente,
ese curso, ese plan,

tal vez, un vínculo
que, por alguna razón o ninguna,
quedó postergado

y en momentos de muchísima angustia
imaginamos inalcanzable,

imposible.

No existen los imposibles,

pues el amor, el verde, la vida
están en todas partes,

aun entre cuatro paredes,
aun en una charla que invita a la comprensión,

que calma,
que da fuerzas,

que nos hace sonreír
y también, pese a todo, reírnos sin parar.

Está en esa ventana
más, menos grande

que expone
un afuera natural que permanece,

que no interrumpió, no interrumpe
sus procesos.

Un afuera
que no nos extraña,

tampoco se aferra
a una posible demostración afectiva,
una caricia, una palabra.

No la necesita.

La naturaleza
se basta a sí misma.

Enfrenta tempestades,
vientos huracanados,
temperaturas sofocantes,
nevadas, lluvias que a nosotros
nos parecen interminables.

Y no se queja,
no lamenta el antes ni se cuestiona el después.

Existe.
Es.

Eso la convierte en única,
imposible de reproducir ni meramente
con palabras, pinceladas, melodías.

Será testigo involuntario

de la felicidad
con que sí nosotros renovaremos

nuestro reconocimiento,
nuestro agradecimiento,

amén de nuestro oxígeno.

Un poco más de tiempo
y acabará la incertidumbre
-al menos esta incertidumbre-;

luego veremos,

como siempre,
como antes, como ahora mismo

en qué forma,
con cuánta ansiedad, expectativas
emergeremos de esto,

nos reiniciaremos.

Tal vez, haya algo o mucho de lo cual
desprendernos

en ese reencuentro
con nuestro antiguo equipaje.














No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores