lunes, noviembre 28, 2022

Luminosa oscuridad

 ¡Al fin,

 el silencio!


se hace regocijo,

se vuelve placer,

recuerdos, ensueños;


al fin


la hora

en que reposan


los atormentados,

los torpes, los genios,


los empáticos,

los necios;


ninguno hace ruido, 

no se oye nada que perturbe,


que empañe

este momento en que el espíritu


sale por ahí,

sumido en su propio silencio


y deambula


le urge jugar con las estrellas,


mirar y admirar

la luna:


redonda,

lejana


y tan cerca;


es la hora en que el universo

parece haber detenido

el nervio, la incertidumbre,

las pugnas,


la osadía diaria

de salir a enfrentar 

a tantos desmesurados,


¡urgencias,

siempre con urgencias!


empeñados en llegar


a ningún sitio;


en fin, esta es la hora

en que respiro


letra a letra,

palabra a palabra


puedo sentirlas

vibrar en mis pulmones;


la hora

en que retornan sabores,

sensaciones,


se vuelven vívidos,

se reconocen, se tocan,


se desvanecen

enamorados, locos;


se entregan

al todo, a la nada;


se entregan.


La noche

vuelve a ser protagonista.


Y los artistas,

sus incondicionales;


nunca quisiera que terminen

estos instantes

conmigo, solo conmigo


y con ella


la más hermosa, seductora,

irresistible,


luminosa,


oscuridad.



domingo, noviembre 27, 2022

El tiempo de las rosas rojas

 En tus glaciales

aspecto, ideas,

acciones


te parecés, imagino,

en mucho,

a ese invierno hostil:


el que te está llegando,


 -no me refiero solo

 al clima, claro-;


no importa

si te dediqué diez mil canciones,

si te escribí otros tantos poemas, frases;


si pasé todas esas noches

despierta


extrañándote,

pensando que si te pensaba

mucho y fuerte


vos también lo harías;


no importa

si te busqué, incesantemente,


sueño tras sueño,

día tras día,


así, fuera en vano;


no importa

si mi corazón se petrificó

en ese preciso momento;


de todos modos,

seguí intentándolo;


seguí golpeando en vano,

esa pared blindada


al parecer,

para siempre.


Nada de eso importa,


ni el dolor, ni las lágrimas,

ni las esperanzas inútiles;


ni cuando estuviste tan cerca

y te mantuviste lejos, por si acaso,


aunque me habías prometido

esto, lo otro y más;


¿con quién creías

que te comunicabas?


¿a quién creías

escribirle?


¿a una muñeca,

a un ser sin alma, sin sentimientos,


a un invento de tu cabeza?


tampoco importa eso

ya.


Amar es lo que importa,

amar hasta no poder amar más.


El amor

por sí solo


basta,


sostiene,

alienta, alimenta las fantasías,

motiva cada despertar,


cada noche,

cada acto, pensamiento;


¡eleva a nuestro ser

 al infinito!


pero vos no entendés

sobre estas cosas.


Hoy y mañana también

elijo amarte,


a pesar de que vos no me ames;


elijo idealizarte,

aunque no lo merezcas ni un poco;


elijo recordarte, entero,

con esos labios, esa sonrisa,

esas miradas tan pero tan tuyas


al menos, en aquel tiempo,


el de las rosas rojas

sin espinas;


elijo

enamorarme de nuevo,


de vos, de la naturaleza,

de la existencia,


¡de mí!


Elijo

no estar triste,

no pensar en cosas que me dañen;


no perder por nada ni nadie

las ilusiones, 

los ideales,


¡la capacidad

de expresarlos!


aquí, entre mis letras, renuevo mis ansias,

el miedo se oculta, los problemas se alivian


por un rato,


¡entre estos renglones, los dones de la vida

parecen no tener fin!


Quise quererte,

 ¡me consideraba tu amiga!.


 Estuve.


Te escuché.

Reí con tus historias.


Lloré por tus penas.


Estuve.


Y pensé

que también querías 

estar;


pensé

que podía contar con vos,

si algo me pasaba, me pasa;


no planeaba abusar

de nuestra confianza,


de nuestra incipiente

amistad;


no pensaba

mal de vos,


nunca.


Todo lo contrario.


Eras mi modelo,

hasta ayer.


Tal vez, hasta quería

parecerme a vos;


-no sé por qué

no termino de aceptarme-;


pero un hecho,

-nada es casual-,

un solo hecho te definió;


no me di cuenta

en el momento,


o decidí no darme cuenta, -por temor a perder,

de nuevo, a una amiga-;


¡estoy cansada

de perder, en mil modos,


a personas, objetos, dinero,

posibilidades!


elegí


darte

una nueva chance.


Pero

¿no sería lo mejor, lo más importante,

pensar en mí, en mis necesidades,


seguir siendo fiel a mis principios

que al parecer, no se asemejan a los tuyos?


ni vos ni yo

vamos a cambiar


a esta altura.


Así te aprecie, te haya admirado (ya no),


dejé de confiar.


Así estés pasando

dificultades, serias dificultades;


a vos

no te interesaron, en absoluto, las mías,


por eso, actuaste como actuaste.


Quebraste 

algo que podía ser 

no digo eterno, 


digo, siquiera, para este momento

tan complicado;


el sostén

que es probable que yo misma

no sepa darme o no haya aprendido a darme;


por eso, es hora

de bucear

en mi interior;


dejar de sentarme

en la cordón de la vereda

de la autocompasión. 


Ok, te pedí algo

como un favor, por única vez


e hiciste lo que hiciste;


¡ya no importa!


Para vos,

estuvo bien,


¡¡te alegra poder ayudar...

dijiste!!


te informo

que no solo no me ayudó.


Me entristeció.


Estoy hecha de otra madera,

somos muy distintas.


Me elijo.


Vuelvo a mí.


No quiero falsos apoyos, afinidades,

ni gestos amistosos

con objetivos oscuros;


vos sos quien pierde a alguien 

confiada y confiable.


Sabelo:

no abundamos.


No me sumás,

todo lo contrario.


A partir de ahora, pase lo que pase,

soy, seré


mi propio apoyo.


martes, noviembre 22, 2022

Iguales, ¿distintas? vivencias

Pensar

que un horizonte,


una lluvia, frío,

viento,


calor, 


primaveras floridas,


aunque

distintos;


una pandemia:

encierro, miedo, cuidados,

vacunas,


aunque en forma distinta,

con medios distintos;


tanto hemos compartido

así estemos muy lejos el uno del otro;


los problemas económicos,

aunque, también, distintos,


todo hemos pasado

¡y lo que pasaremos!;


vos allá,

con tu amor o tu no amor,


yo acá,

intentando sostenerme,


intentando día tras día

olvidarte


y creyéndomelo;


todo seguirá pasando,

aunque distinto o muy distinto;


hasta que llegue el día final,

de uno, del otro, 

de ambos;


la muerte arribará,

eso no podremos evitarlo


-la muerte igualadora-;


quizás, podamos encontrarnos,

reconocernos,

como Catherine y Headcliff (*)


en un estado intermedio

entre el acá y el allá,


antes del descanso


final.


(*) Me refiero a los personajes centrales de la novela Cumbres Borrascosas, publicada en el año 1847 por la escritora británica Emily Brönté.

lunes, noviembre 21, 2022

Entre la exuberancia y el despojo

 Otra vez

 apenas, unas ramas

 casi desnudas:


la lluvia, el viento,

se llevaron los dones de mi enredadera;


sus flores, las que quedaban,

salpicadas entre los rieles de las vías,


algunas, en las veredas cercanas;


ella, de todos modos,

no cesará en su insistencia:


nuevas flores,

nuevas hojas verdes,


más lindas,

más frescas,


surgirán

en breve tiempo;


volverán a embellecer

ese rincón olvidado


que pocos conocen

o advirtieron;


pero eso

a ella tampoco le preocupa;


renovará, en efecto,

su verde,

su tiara de campanillas


para brillar como nunca,

como siempre;


nadie la colocó,

nadie la plantó allí;


quizás, cierta ventisca

depositó sus semillas;


hace años

que me detengo ante ella,

cada vez que paso;


admiro

sus continuas, incondicionales,

mutaciones;


me alegro

cuando la veo renacer,


luego de alguna tormenta;


¡jamás 

interrumpe su renovación!


¡tenemos tanto 

que aprender 

de ese regalo de la vida


que bordea, sin pedirlo,

sin esperar nada,

las vías del tren!;


sigue los designios climáticos

y nunca es la misma;


no llora su follaje

caído,


aun ignorando

que se cubrirá enseguida o al tiempo

de uno nuevo, tal vez, mejor


que también

un día perecerá;


se aplastarán hojas, flores, ramas,

bajo las pisadas de la gente,


la que nunca se detuvo ni detiene

tampoco, en sus días de esplendor;


así, nosotros,


con nuestras pérdidas,

desdén, rechazos,  

sacudidas,


al igual que la bella corona violácea

-pero a sabiendas-,


deberíamos ignorar

todos esos pensamientos negativos,


el miedo

a no poder recuperarnos,


a no poder reincidir,

comenzar de nuevo,


¡siempre se puede!


enfocar en lo que viene:

quizás, sea igual o mejor todavía


-como sucede

con la enredadera-;


no cesar en nuestro propio ciclo,

no decaer, así intenten pisotear, de un modo u otro

nuestro esfuerzo, nuestro trabajo,


nuestro ímpetu,


¡nuestros sueños!



jueves, noviembre 17, 2022

Por favor, ¡no nos perdamos!

 ¡No perdamos

  nuestra humanidad!


 en vanos afanes,


detrás de promesas, 

de logros que se nos ofrecen

como inmediatos;


en pos de títulos de mentira,

beneficios con condiciones;


dinero,

aunque lo necesitemos con urgencia;


ni cuando hayamos perdido todo

o lo veamos de ese modo.


Y si lo vemos de ese modo,

no sucumbamos

al olvido de nuestra propia existencia,


impulsemos

su revalorización, 


¡aún estamos aquí

y por algo es!


podemos rescatarnos

de la estúpida autocompasión;


podemos confiar en nuestra fuerza

para recuperarnos, para reiniciarnos,


en la circunstancia

que sea;


no renunciemos

a nosotros mismos.


Volvamos

 mentalmente, a los momentos "felices",


sin lugar a dudas, los hubo

y podrían volver, mejores,

¡mejorados!


no olvidemos

a aquellos que fueron nuestro ejemplo,


¡ellos no desearían vernos amargados,

desesperados, negativos!


recordemos


cuántas dificultades

hemos atravesado antes, hace no tanto,

años atrás:


las superamos

y hoy son apenas, un recuerdo:


no significa 

que se repitan, 

no de igual modo;


sirvieron

para que aprendamos,


para que crezcamos

y sepamos que la vida no es recta, simple,

sin altibajos,


¡todo lo contrario!


en superar

esos obstáculos

está el empuje propio, 

la fe en nosotros mismos,


¡la esperanza!


no cedamos

ante la tentación de dejar de ser

como somos, 


desistir

de nuestros valores;


no, 

¡no tenemos precio!


no somos los únicos,

hay otros que tienen valores similares,

iguales;


ellos también han caído,

se han levantado, han crecido,


si no todos,

muchos lo han hecho.


Hagámoslo.


No nos arrojemos al olvido.


¡Apostemos una, dos, mil veces más


a nuestros sueños!

martes, noviembre 15, 2022

Gotas blancas, hojas de otoño

 Cuesta entenderlo


 ¡ y agota tanto explicarlo,

explicarlo, explicarlo!


el motivo por el que uno se detiene, embelesado,

ante cada una de las hojas 

de uno, de todos los árboles;


por qué siente, en ocasiones, que la lluvia

le devuelve, por un rato, a su alma perdida


y puede oírla, percibirla

en sus gotas blancas,


en su melodía silenciosa;


nadie va a entender

o casi nadie


cuestiones como esas;


el motivo 

por el cual uno puede despertar con ese atiborramiento

de palabras, de frases,


de ideas;


el por qué

de esa necesidad imperativa

de volcarlas


y lo difícil

que resulta


explicarlo,

proyectar en otros

esa ansiedad, esa emoción:


la del acto creativo,


posterior a todos 

esos pensamientos,


traducción

de todos esos sueños;


es complicado

hacer entender


ese llanto o esa risa súbitas,


ese temor

a las pérdidas, 

al padecimiento


cuando se ama

a alguien,


también, cuando no,


también, ante sufrimientos

que podrían sernos ajenos.


Así somos los que escribimos

cosas como estas

o mejores, claro.


Esa melancolía

que nos toma por asalto

y nos abraza,


para arrojarnos, junto a la imaginación,

a las líneas que aliviarán esa felicidad tortuosa,

-aunque esto resulte un oxímoron-.


El corazón del poeta

no deja de sentir, de añorar,

de desear,


la cabeza, de "ver"


y allí surge

esa urgencia de trasladarlo al papel,

a la pantalla;


el otoño

lo lleva al paroxismo;


¡el poeta revive

en otoño!


no pierde ni una sola oportunidad

de observar y si es posible, caminar,

entre o sobre las bellísimas hojas

amarillas, ocres, rojizas


que un generoso gigante natural

le obsequia;


¿cómo trasladar 

todas esas sensaciones, esas experiencias?


no es simple,

como suele creerse.


El llanto, la risa, 

la rabia, la frustración,

los temores,


todo convive


todo o casi todo

el tiempo;


así somos

aunque no pedimos serlo,


aunque no lo planeamos,

aunque no sepamos de dónde, de quién proviene:


los poetas.



Ladrón de la magia

 Olvidar


 no es levantarse,

cepillarse los dientes,

peinarse;


retomar,

automáticamente,

las tareas cotidianas;


olvidar


no es seguir

no es hacer de cuenta

que se sigue.


Olvidar


ante un pérdida,

un abandono, un rechazo


no se logra

tan fácilmente;


olvidar.


No alcanza

con dejar de ver esa película,

con ocultar ese libro, ignorar esa página;


tampoco


recurriendo

a sustitutos

que lo empeoran,


que lo agravan.


Olvidar


lleva un tiempo,

a algunos, más o menos

que a otros;


olvidar


es un reto,

un paso necesario,

diría, saludable;


hay quienes

jamás lo consiguen,


hasta en su último aliento

se aferran a ese persistente dolor,


a pesar de la culpa,

al haber sido, siempre, conscientes

del daño que se auto-produjeron,


al regar, a diario,

la planta de veneno

que terminaría aniquilándolos;


se trata de vivir,

de aprender de esos padecimientos,


no de abrazarse a ellos

y no querer soltarlos


¿por miedo

a la soledad?


quizás.


¿Un fantasma

es una compañía?


detrás de esos recuerdos vanos

de lo que no retornará,

de lo que no fue ni será posible,


se oculta

un ladrón:


el ladrón

de los más bellos sueños,


el ladrón

de todo lo bueno que podría pasar,


de todo lo que podría hacerse

con las aspiraciones, las aptitudes, los dones

particulares, privativos


de cada uno


si a ese

ladrón de la magia


se lo dejara

ir.







jueves, noviembre 10, 2022

Canciones que no se desea olvidar

 

Años


evocando 

 lo vivido;


logrando

alguno que otro

reencuentro


efímero,

tan efímero


como lo es todo;


años


sin poder verlo, escucharlo,

saber


¡lo que fuera!


entretanto, 


ciegos, sus ojos

poseídos por la misma mirada, 

para ella, única;


absolutamente negada

a cualquier otra posibilidad,


no logró, no logra concebir

su existencia

de otro modo;


¡años!


soñando,

alcanzándolo luego,

un rato,


perdiéndolo después;


así.


Un amor loco, despiadado,

¿tóxico?;


¡un amor castigo!


difícil, 

demasiado cuestionado,


para que un día 

él llegara, ¡al fin!

desde su nuevo lugar


y no pudiera, no quisiera,

no hiciera nada, nada ¡nada!


en pos de un posible acercamiento;


probablemente,

ella tampoco estaba lista,


¡pero se trató de miedo!


miedo a defraudarlo,


porque los años separados

fueron muchos


para sostener tremendos sentimientos;


¡puta que fue, es complicado

eso de sentir, eso de no saber,

eso de esperar sin sentido,


eso de escribirle y no obtener respuesta,

eso de ignorar si leyó, lee o no lo hace


su catarata de palabras

en tantos instantes, días,

meses, años,


que se volvieron eternos!


pese a todo,

a su no presencia,


en su propia casa, en otra casa,

en otro barrio,


donde sea,

estando con quien fuera,


ella insiste

en su única ilusión.


Callada,


¿cómo explicarlo?


¡mirar a cualquiera

y solo poder ver esos ojos;


en cualquier abrazo, en una caricia,

en el reiterado, inútil intento de hallar aquel calor,

ese olor tan particular,


esa encumbrada pasión!;


¿cómo explicarlo?


¡años!


ella canta

canciones que no desea olvidar;


imagina que él podría escucharlas

por allá,


¡tan lejos!


siempre estuvo lejos,

aun, juntos;


lejos de ella, de sus pensamientos,

de su arte, 


de su ser verdadero;


siempre se trató de él.


¿Acaso, apenas, atracción, química,

sexo?


tal vez, la amó,


un momento,

pero de verdad;


tal vez,

ella lo amó

mucho más que un momento;


tal vez, todavía lo ama:


¿al hombre que es hoy


o a aquel joven

audaz, intempestivo 


que habita

exclusivamente


en su recuerdo? 




lunes, noviembre 07, 2022

Gift

 Dicen

 que recibí un "súper poder";


me gusta más,

como en USA

llamarlo gift;


alguien, algo, 

lo depositó en mi cabeza,

en mi espíritu, en mi corazón,


¿en mis sueños,

en mis pesadillas?


un regalo

inesperado,


poco valorado por muchos,

-incluso por mí misma,

durante mucho tiempo-;


cualquier objeto

era a mi juicio,

más importante;


cualquier logro, 

así, no fuera lo que me rehabilitaba,

me despabilaba


de la insoportable cotideaneidad,


del vacío;


me parecía un éxito,

el "haber llegado"...


¿a dónde?


¿se trata de llegar

o se trata de seguir caminando,


aprendiendo, disfrutando,

-penando también-,


incorporando

un poquito más de sabiduría,

de experiencia


a cada instante?


son cosas

que me planteo


y lo bueno

es seguir haciéndolo


seguir planteándomelo,

seguir explorando ese gift


en busca

de más y más sorpresas;


¡es como una fiesta de cumpleaños

con miles de bolsitas de juguetes!


nada acabará

para mis encumbradas letras,


encumbradas por mí,

antes que nada;


hoy

apreciadas,


hoy

refugio,

calor,


¡fuego!


hogar;


durante mucho tiempo,

mucho


ni mencionaba esto,

no, no se lo contaba a nadie;


¡me avergonzaba!


no se trata de dinero,

no se trata de aprobaciones, felicitaciones,

ni premios;


todo eso es relativo,

es solo la satisfacción momentánea

del ego;


se trata, para mí, del mejor obsequio:

el de poder expresarme


¡y de que otros lo lean!


quizás, les sirva de algo,

los aliente, les aclare lo que fuera

o les siembre dudas,


¡está bien dudar, 

mantiene a nuestra mente activa!


en fin,


llámese gift, don, super-poder,

como sea,


es parte de mi cuerpo, 

de mi alma,


como un órgano,

como una luz enceguecedora

-o esclarecedora-.


Claro que algún día 

se extinguirá


y tal vez, no sé,

quede un poco de lo que fui, soy o seré


en cada una o en alguna de las frases,

pensamientos, delirios


de esta

digamos, poeta.




Sin trofeos

 Cuesta

 sostener

 el perfume de la flor,


no volverse pantano;


cuesta

sostener


el aliento revitalizador

de esos verdes árboles,


también, el golpeteo del viento,

las furiosas tormentas;


cuesta

sostenerse.


En lo "bueno",

en lo "malo".


¿Acaso es bueno el calor del sol

y es malo el azote del viento?


depende.


Es bueno, supongo,

corregir, cambiar, quizás,

la actitud,


sin renunciar, claro, a nuestro particular modo de ver,

de sentir,

¡de ser!


eso

es lo que, en verdad,

cuesta sostener;


en días de fiesta,

en días de agonía,


somos lo que somos

y ese es nuestro don, nuestro poder,

nuestro propio juego;


somos fuertes,

somos débiles, en ocasiones,


somos capaces 

en tantas circunstancias,

de resistir;


aun en lo imposible

o en lo que así consideramos;


nada lo es.


Hacerlo todo, ¡todo!

en pos de alcanzar el ancestral sueño,


de acunarlo,

para luego dejarlo volar;


lo mismo, ese deseo que oprime,

postergado, postergado y postergado;


hacerlo todo, ¡todo!


no importa si lo logramos

o si no lo logramos exactamente

como quisiéramos;


importa intentar,

importa transpirar, esforzarse, 


jamás abandonar la partida;


importa

la alegría genuina,

la indudable convicción interna


de haber batallado,

así, no se alcancen el o los ansiado/s trofeo/s;


el haber amado hasta desarmarse,

-mas nunca des-amarse-;


así, se haya intentado o se intente

llegar al peldaño más alto


¡para caernos estrepitosamente!;


habernos atrevido a combatir

nuestros reiterados temores,

prejuicios, ¡impedimentos!


es haber ganado.


¡Definitivamente!


Cristina Del Gaudio

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