¡No perdamos
nuestra humanidad!
en vanos afanes,
detrás de promesas,
de logros que se nos ofrecen
como inmediatos;
en pos de títulos de mentira,
beneficios con condiciones;
dinero,
aunque lo necesitemos con urgencia;
ni cuando hayamos perdido todo
o lo veamos de ese modo.
Y si lo vemos de ese modo,
no sucumbamos
al olvido de nuestra propia existencia,
impulsemos
su revalorización,
¡aún estamos aquí
y por algo es!
podemos rescatarnos
de la estúpida autocompasión;
podemos confiar en nuestra fuerza
para recuperarnos, para reiniciarnos,
en la circunstancia
que sea;
no renunciemos
a nosotros mismos.
Volvamos
mentalmente, a los momentos "felices",
sin lugar a dudas, los hubo
y podrían volver, mejores,
¡mejorados!
no olvidemos
a aquellos que fueron nuestro ejemplo,
¡ellos no desearían vernos amargados,
desesperados, negativos!
recordemos
cuántas dificultades
hemos atravesado antes, hace no tanto,
años atrás:
las superamos
y hoy son apenas, un recuerdo:
no significa
que se repitan,
no de igual modo;
sirvieron
para que aprendamos,
para que crezcamos
y sepamos que la vida no es recta, simple,
sin altibajos,
¡todo lo contrario!
en superar
esos obstáculos
está el empuje propio,
la fe en nosotros mismos,
¡la esperanza!
no cedamos
ante la tentación de dejar de ser
como somos,
desistir
de nuestros valores;
no,
¡no tenemos precio!
no somos los únicos,
hay otros que tienen valores similares,
iguales;
ellos también han caído,
se han levantado, han crecido,
si no todos,
muchos lo han hecho.
Hagámoslo.
No nos arrojemos al olvido.
¡Apostemos una, dos, mil veces más
a nuestros sueños!
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