¡Es realmente asombroso!
uno escribe esto o aquello
y alguien, a miles de kilómetros
¡lo recibe,
se detiene en su lectura!
-en su idioma, claro,-
quizás, con una interpretación diferente,
más interesante, más profunda;
su propia voz
le pronuncia lo que yo escribo ahora
o lo que escribí antes o mucho antes;
¡es maravilloso!
saber que hay alguien
que desde muy lejos, se enfoca en tus líneas
por un momento;
deja sus quehaceres,
quien sabe, sus angustias, sus padecimientos,
traslada
su ser esencial, su alma
hacia estas pequeñas palabras,
en ocasiones, incentivadoras,
en otras, algo o muy tristes;
puedo imaginar
sus ojos en su propio dispositivo
aliándose, enfrentándose,
atreviéndose,
en mi mediodía frío,
en su atardecer cálido,
a indagar, quizás, descubrir, sentir algo
entre mis humildes líneas,
traductoras de mis dispares cuestiones;
a encontrar mis preguntas,
a plantearse, a su vez, las propias;
¡a reconocer similitudes,
y advertir diferencias!
esto de la tecnología
finalmente no es tan malo (risas);
en fin, te digo amigo, amiga,
-quizás, colega-
a vos que me estás o estuviste
leyendo,
que abandonaste, por un momento, tus empeños
para interesarte por lo poco que puedo ofrecerte:
acepto, venero, ¡me hace más que feliz!
tu contacto, tu opinión,
tus sugerencias,
¡tu voz!
aun sin escucharla, de algún modo o varios
me atraviesa,
cuando descubro que ingresaste.
Quizás, algún día
podría conocerte personalmente.
Quizás,
así estés en otra geografia,
te halles más cerca de lo que imagino.
De una forma u otra,
aquí estoy y seguiré estando
con los brazos abiertos,
a tu decir, a tu ser, a tus coincidencias,
a tus particularidades,
con mis historias,
con tus propias historias,
¡con todo mi ser!
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