miércoles, julio 23, 2025

Receta para no ingresar al "área desesperación"

 Cuando uno ingresa

 o está a punto de ingresar

 al "área desesperación"


 sugiero


 invocar

 a esos instantes


 que, a pesar de pertenecer

 a una fracción temporal

 lejana o muy lejana,


reinician

el buen ánimo,


devuelven


la sonrisa,

las pequeñas felicidades,


al haber habitado

o quizás, seguir habitando,


esos rincones

que solo nosotros o pocos


conocen;


así, sea por lo que hayamos contado o contemos

que se limita, apenas, a un resumen:


aquel beso, aquel abrazo, aquella despedida,

aquella última vez


pero no de las últimas veces

que nos generan angustia,


de las últimas veces

que si bien, no hubo, en efecto,

siguientes,


por pérdidas, por acuerdos en común,

por lo que fuera,


nos reenvían

a todo lo anterior a ellas.


Por consiguiente, las aceptábamos,

las aceptamos


en nombre de todo lo vivido


para no caer tan fácilmente

en esa "área" un tanto o muy

insalvable;


son cuestiones tan ínfimas

como frases graciosas,

alusiones, comentarios,


hábitos, compañías en momentos críticos,

palabras que aún circulan por nuestra cabeza


y nos proponen

su recuerdo, incluso, a modo de ejemplo,


supongamos.


Se acude y se aceptan


por el mero hecho

de que no pueden cambiarse;


eso las convierte

en diría, "inmortales":


son hechos, sentencias,

dichos, expresiones, actos,

gestos


-sobre todo los dignos de no olvidar-


cuyo oportuno o inexorable regreso

no pudimos ni podemos detener -o no queremos hacerlo-


cuando necesitamos


hallar un sentido, cierta claridad,

¡un referente!


vinculado a lo que somos, hacemos,

pensamos,


padecemos, soñamos,

gozamos,


concluimos,


hoy.




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Cristina Del Gaudio

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