Quise escribir sobre el amor
y una nube encegueció
hasta los recuerdos;
una nube oscura
que supe no se disiparía
quizás, nunca;
quise escribir
acerca de todo eso que me inspiraba
esa controvertida, apasionante,
desafiante
sensación:
¡estar enamorado,
sentirse al borde de la locura,
del éxtasis, ilimitado,
del olvido!
no pude rearmar
aquello que viví
-o sobreviví-
durante tanto tiempo;
apenas,
obtuve unos pocos vestigios,
imágenes descoloridas,
risas, expresiones, sentimientos
desdibujados;
palabras sueltas
que no llegaban, casi,
a integrar frase alguna
lo bastante convincente
para volver a creer,
para volver a abrirle paso
al ave encantadora,
a la mariposa dorada,
al árbol frondoso,
pródigo,
al fruto exquisito,
¡al incomparable juego de miradas,
de señales,
de acercamientos
y distancias!;
en fin,
sabemos o saben algunos,
en mayor, en menor medida,
cuánto, qué significa
eso de que absolutamente todo desaparezca
y solo se advierta, se vea, se oiga, se palpe
a determinada, indeterminada
persona,
así,
esa conexión inevitable
e inexplicable
perdure
lo que un parpadeo
o por el resto
de nuestros días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario