viernes, octubre 18, 2019

Entonces, uno se sintió solo

Hay cosas, situaciones
que no se olvidan;

momentos difíciles,
claves,

en los que, quizás
se padeció,
se experimentó incertidumbre, miedo,

entonces,
uno se sintió solo.

En esos momentos
estuvieron los de verdad.

En esos momentos
están los de verdad.

No sirven las palabras,
-digo esto a pesar de amarlas,
jugar, a mi antojo, con ellas,
utilizarlas para el decir, el intentar hacer ver,
el testimoniar,

hacer mi propia catarsis,
¿por qué no reconocerlo?-;

en fin,
ellas estuvieron siempre,
lo sé, lo saben,

los de verdad
los que comprenden.

Pero me refería a las palabras huecas,
meros signos gramaticales
simples significantes que danzan, adornan,
rellenan espacios -o así lo pretenden-;

se repiten,
caen en lugares comunes

y el corazón de los que son de verdad,
de los que entienden

lo sabe.

Se puede decir, exclamar, ¡declamar!
amistad, amor, apoyo "incondicional",
lo que fuera;

pero si no hay un respaldo,
si esos dichos no están sustentados
en un acto, en una concreción,

serán palabras banales,
derrochadas,

perdidas en el vacío,

serán nada
y más que nada;

ningún alma recibirá ese aliento,
esa emoción, esa demostración,
ese mensaje, tal vez, un supuesto buen deseo;

mis palabras siempre quieren llegar,
siempre buscan salirse de mí,

porque no me son destinadas,
siempre digo que alguien, algo,
las coloca en mi cabeza,
las traslada a los dedos

y allí están,
más, menos ordenadas,
prolijas, corregidas luego

para que alguien diga: esto me sirve,
esto necesitaba leer,
esto me motiva, me inspira a...

también: a esta persona le pasan, le pasaron cosas
de verdad;

las cuenta, quizás,
desde una pespectiva diferente,

en ocasiones,
las transforma en historias;

probablemente, usa
alguno que otro artificio

pero el fondo, el objeto,
el sentimiento, el dolor, el placer,
las ganas, la fuerza,
-también la debilidad-

están aquí,

en otros escritos,
en tantos,

para que aquellos
que por un momento
o por mucho tiempo,

-como me sucede, tantas veces-

se sientan solos,
aislados de los otros,
incomprendidos, discriminados,
¡avasallados!

se hermanen
en este abrazo que se vuelve tangible,

porque no es, exclusivo para mí
ni para alguien más;

es un abrazo tan tan grande
que atraviesa todas las distancias,
-no solo geográficas-,

tremendas distancias espirituales, emocionales,
distancias que los separan,
los encierran,

los esconden;

los sumergen en la más absoluta
desconfianza

incluso,
de sí mismos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores