viernes, octubre 18, 2019

Exilio inadvertido

Esponja.

Se absorben miedos,
dudas,
problemas de toda índole;

historias,

familiares,
amistades, -algunos, absolutamente desconocidos-;

aficiones,
gustos,
comidas,
hábitos,
horarios;

de pronto,

uno se esfuma.

Y no se da cuenta,
¡no se da cuenta
de haberse extraviado
en la telaraña de una vida ajena!

urge al cuerpo
recordarlo,

de ahí, surgen los males,
leves o peores;

no solo es el cuerpo,
es la mente, el ánimo,

el amor a la vida
comienza a desplomarse.

Se experimenta el desamparo
de quien se exilia de su ciudad,
de su tierra,

¡se trata, precisamente,
del exilio de uno mismo!

por suerte,
llega el día:

¡el regreso
es la gloria!

aunque lleva un tiempo
la re-adaptación;

pero el lugar es nuestro,
las posibilidades son las nuestras,
los rincones,
el orden, el desorden, los ritmos,

las costumbres,
las actividades,

aquellos detalles que antes del "exilio"
nos parecían insignificantes,

¡el café,
el ritual que implica!

¡se trata de nuestra vida!

con nuestros errores, nuestras cuestiones por resolver,
nuestras propias alegrías, inclinaciones,
logros,

con todo aquello
que nos hace ser como somos,
con todo aquello que nos hace felices,

que nos hace tener la absoluta certeza
de pertenecer a ese sitio,
antes que a cualquier otro;

Y se reinicia el vínculo básico,
retorna un abrazo irreemplazable:

el auto-abrazo.

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Cristina Del Gaudio

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