Sentirse encerrado
no depende
del espacio físico,
de nada de lo que se posea;
¡cuántas veces
me quejé,
confundida,
sin saber qué hacer,
atrapada
en medio de lúgubres cavilaciones;
presa
de mis miedos,
mis incertidumbres,
mi descontento!
Hoy
encerrada,
literalmente,
por fuerza mayor;
claro que no es fácil
pero no me siento atrapada
dentro de mi cabeza,
no me pierdo
-intento no hacerlo-
en aquellas o similares
especulaciones,
esos tan inútiles cálculos
orientados a un futuro incierto,
igual,
ahora.
Me resulta curioso
que gente muy rica y famosa
experimente malestar,
opresión,
cansancio
en medio de mansiones
de dimensiones colosales,
con piletas suntuosas,
jardines inmensos,
cines privados,
etcetcetc;
ambientes enormes,
en los que podrían vivir
varias personas;
servidos
por uno, varios asistentes
para evitar exponerse (¿?)
o al menos, asirse a esa ilusión;
sin embargo,
reclaman, se malhumoran,
dicen sentirse entre rejas,
si bien, quizás,
ellos mismos
las hayan instalado
desde hace mucho,
muchísimo tiempo,
cuando no existía,
no se imaginaba, siquiera
la más mínima posibilidad
de esta catástrofe.
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