Existen cadenas
ficticias
que nos atan
a preconceptos,
a ideas
que nosotros mismos inventamos
para justificar nuestra ansiedad,
nuestra indecisión;
se trate de alguien, de algunos,
de determinadas situaciones;
esas cadenas
no nos atan a nada;
¡es tan simple
desatarnos!
pero a la vez,
no tan simple;
¡son ficticias!
podemos traspasarlas
ahora mismo, si así lo deseáramos.
¡Es tan triste
prohibirse sentir,
prohibirse demostrarlo,
prohibirse ser y decir y hacer!
Es atemorizante, a veces,
¡mas tan reconfortante luego!
Más allá
de cual sea el resultado;
más allá
de que no sea la decisión "correcta"
para ese momento, para esa persona,
para esa circunstancia;
más allá
de vergüenzas y dudas,
más allá
de prejuicios:
si en nuestro interior
estalla ese impulso,
esa necesidad;
si no hay modo de acallarlos,
de ponerle fin a esa posibilidad,
así sea, apenas, una posibilidad,
hay que actuar,
hay que tomar la iniciativa,
vencer
tantos tabúes, tantos mandatos ancestrales
que solo y nada menos
arruinaron y arruinan
la existencia.
Somos nosotros
con nosotros.
Más allá del otro, de los otros,
de lo que sea.
Y nuestra determinación es lo que importa,
así "fracasemos" en el intento.
No intentarlo
sería fracasar.
Definitivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario