martes, noviembre 14, 2023

Sufrir... para no sufrir

 Lo dejó ir


 porque tuvo miedo

 al final de un principio tan lindo;


 ella supo o supuso

 que ese final iba a ser inevitable;


 que los tiempos de ambos

 y tantas cuestiones


 no coincidirían;


quizás, no quiso sufrir, (?)


no quiso llegar,

como le ocurrió en otra ocasión,


a ese punto irretornable,

devastador;


a ella le gustaba

mucho;


hacía tiempo

que no sonreía


y con su presencia,

así fuera a través de una pantalla,


con alguna, varias

muestras de interés,

tal vez, de afecto,


engañosas

o no,


ella había sentido

que volvía a ser la de antes,

la de siempre,


la que no padecía

por cuestiones cotidianas,

triviales;


¡la que amaba

la vida!


la que dormía plácidamente,

pese a todo, a todos;


ella gozó

de esos pequeños instantes;


probablemente,

hasta se ilusionó


¡qué loco!


los universos de ambos

parecían similares


pero no.


Ella

no quiso esperar, desear que...


en fin,


proyectar

sobre lo improyectable;


por no penar,

por no llorar,


cortó todo vínculo.


Entonces,


¿por qué ese nudo,

esa desazón


que no puede explicarse

o sí puede?


ojalá

todo hubiera sido diferente,

se dice;


en otra etapa de su vida,

en otras circunstancias,


probablemente, 


algo de tanto

pudo haberse dado.


Pero no

en ese caso.


Así lo consideró ella,


quien no entendió

que todo es efímero


y que aquel posible

acercamiento, lo que fuera,


pudo haber sido

único, irreemplazable,


durara lo que durara.



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Cristina Del Gaudio

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