No se culpe al poeta,
ni al músico,
ni al pintor,
ni a ningún artista;
los artistas, todos
reflejan o intentan reflejar sus pensamientos,
sus sentimientos,
-alguna que otra confesión-;
pero también
ficcionalizan:
inventan poemas, cuentos, relatos,
novelas, etc.
Exponen fotografías
de realidades que no siempre se corresponden
con lo considerado "real";
así,
el escrito,
la pintura,
la canción
tengan una pincelada
de una situación vivida,
de una circunstancia personal del autor,
se trata, apenas, de una proyección;
una visión o varias
desde su punto de vista,
la pretensión, a veces, vana,
de "hacer ver" el detrás,
la otra cara
de un hecho, de una problemática,
de algo que se observó,
se imaginó,
le contaron.
Creer a ciegas
en todo lo que escribe alguien que escribe
y lo expone
es ilusorio;
claro que, como dicen,
"se hace un pacto",
lo que significaría esa especie de catarsis
en ocasión de ser espectador de una película, una serie,
una obra teatral;
aun sabiendo, obvio,
que hay un trabajo detrás -y delante-:
la interpretación de los actores,
un guión establecido,
un productor, un director, etc;
en el caso
de un tema musical, de una canción,
también se disparan diferentes interpretaciones:
sumadas a la intencionalidad,
el registro, el talento del intérprete.
Algo similar sucede con los textos literarios:
se pueden comprender desde distintas ópticas;
se pueden repensar,
sugerir distintas alternativas
que al escritor jamás se le ocurrieron,
ni se le hubieran ocurrido;
y podría ser que le parecieran fantásticas
y ¿por que no? las incluyera en otras líneas.
Todo es posible
en cuanto concierne
a lo artístico:
un mundo paralelo
con anclaje en la realidad,
con la responsabilidad
de dar, de hacer conocer,
de transmitir
emociones, experiencias,
otras cuestiones.
Se escribe, se compone, se pinta
sobre lo que ese día u otro tal vez se vio,
se vislumbró.
Se trate de injusticias,
se trate de bellos gestos,
se trate de ciertos encuentros,
se trate
de distintos actos, empeños
de uno, de otros, de ninguno (totalmente inventados);
nada es lo que parece
y de algún modo, lo es
o podría serlo.
No todos lo entienden,
en ocasiones, se enojan con el autor,
con el escrito,
con lo que reciben, captan de ese escrito;
son solo palabras
y son más que palabras,
lo saben
los asiduos lectores.
Me pasa cuando cito a Borges,
a Girondo, a tantos autores que admiro
y me siento parte,
contenida, incluso, apoyada
por esas referencias,
esos versos,
esas entrelíneas
que evoco.
Les sucede también
supongo, a los artistas plásticos;
¡una nueva visión!
de lo que se leyó, se observó,
sucedió
o la imaginación
creó o recreó:
la del autor,
la del lector.
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