viernes, julio 21, 2023

Días que son tortuosos

 Hay días.


Hay días

en que uno


comienza a contar:

¿cuánto hace que...?

¿cuánto tiempo hace que no....?


y se pregunta:


¿cuánto tiempo falta?

¿cuánto más tendré que soportar?


¿podré soportarlo?


días

que son tortuosos,


en los que el cerebro 

está como invalidado;


entonces cuesta pensar

¡y necesitamos pensar!


¿en qué?

¿en quién?


imaginamos


que desearíamos pensar

en ese tema,


en esa persona;


al instante, descartamos

esas opciones


pues, llega el


¿para qué?


son días difíciles

pero no imposibles;


somos humanos

por suerte, todavía;


no siempre

suenan ni sonarán campanas

a nuestro paso,


a veces,

son golpes bruscos,


sirenas atronadoras


anunciando


ese para qué,

esos por qué,


esos


¿y por qué no?


deberíamos -o sería una posibilidad-


retomar aquel preciso

extracto temporal


y reiniciar.


Hacerlo todo,

aunque de otra forma.


No como lo venimos haciendo,


¿el miedo nos detiene?


no importa,

lo dejamos,


lo ignoramos;


todo cambio

hace vibrar


de emoción,


también de incertidumbre...


¿y si es peor?


tienta

la comodidad, el lugar común,


el todos los días

iguales,


el tedio


se instala,

carcome 

nuestro interior


como tantas otras horribles

sensaciones


que ahogan,

impiden,

nos alejan


de nuestro sentido,

de nuestros deseos casi olvidados

por la costumbre,


¡terrible presión!


que nuestra fuerza espiritual

no puede saciar;


urge, quizás,


acudir

a instancias similares,


a sensaciones

de otras edades pero tan parecidas,


¿qué hicimos 

entonces?


lo hablamos con alguien,

con ninguno,


con nosotros mismos.


Y seguimos.


Y acá estamos.


Haga frío, calor,

llueva, se nuble,

salga el sol,


como sea.


Todavía

existe la posibilidad,


¡todavía!


de ser, de hacer,

de decidirnos,


de elegir


el no auto-derrumbe.





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Cristina Del Gaudio

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