domingo, julio 23, 2023

Infinitud

 Particularmente,

 los domingos


 tu ausencia

 flota, se desliza

 a mi alrededor;


 puedo percibirla

 en mis hombros, en el cuello,

 en los labios,


 en todo el cuerpo,


 en el alma;


¡caprichos

de ausencia!


supongamos, es tu modo

de llegar a mí,


sin que te vea,

sin que se sepa,


sin que vos mismo

lo sepas;


carente de todo

lo que alguna vez nos colmó

de placer, de alegría, de incentivos;


por algo

inventé, invento


este amor

por tu no-presencia


que se ha vuelto casi

una inexistencia;


por suerte,


surgen, siquiera, estas ínfimas letras

que apenas rozan tu infinitud,


nuestra infinitud,


la que nos pareció

un privilegio, un bien

difícil de parangonar


que se nos había dado

para siempre;


pero no.


El tiempo transcurrido

intentó sanar 

heridas pequeñas,


heridas más graves


pues no fue así;


esas heridas

no solo no cicatrizaron,


se profundizaron.


Y duele.


Claro que duele

este, todos los domingos

a solas con tu nada


que transformo, literariamente,

en todo, en casi todo


para no llorar,


para no desmoronarme.


Porque hay que continuar,

pese a las imposibilidades,


pese al desamor,


al desdén,


a este gran vacío.


No es tu culpa,

no es la mía.


Fueron las experiencias,

fueron las diferencias,

fueron los años


en este último

¿encuentro?


supongamos.


Nada iría a pasar

con todo eso que teníamos planeado.


Nada.


Lo sabíamos.


Triunfó el temor,

ganaron las "obligaciones",


ganó la resistencia

al cambio, al riesgo.


En fin,


tu domingo

será mucho mejor que el mío,

supongo;


sos muy bueno

en el arte de fingir.


Lo intento, a veces,

-no solo los domingos-


pero no,

no me sale,

no convenzo a nadie,


mucho menos a mí.


Elijo

fantasear

con lo que pudo suceder;


¡caprichos

 de poeta!





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Cristina Del Gaudio

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