Podemos privarnos
de algunas cosas
que, en definitiva,
no eran, no son imprescindibles;
podemos
aceptar
que este proceso demore,
tener
paciencia;
sé que no es fácil,
en absoluto;
aun así,
podemos levantarnos
y pensar en positivo,
en que nada
es para siempre,
en que nuestros sueños,
proyectos, ideas
pueden de algún modo,
hacerse realidad:
ahora, en un rato
mañana
o dentro de un tiempo;
pero se darán,
todo se dará a su debido momento,
quizás, cuando menos lo esperemos,
quizás, cuando bajemos las expectativas,
cuando aceptemos
la realidad
y no sigamos peleando
contra molinos de viento:
cansa, quita energía,
nos vuelve pusilánimes,
¡autodestructivos!
hagamos lo que hace falta,
lo que hoy, ahora, nos sea posible
para que todo, de algún modo,
se reinicie;
para que vuelvan las esperanzas,
cierta tranquilidad,
¡las sonrisas, las ganas!
los pequeños placeres
que no tienen que ver con el dinero.
No malgastemos
nuestros días,
¡no, ya no más!
en temores
inútiles y casi siempre, infundados;
permitámonos
imaginarnos
en el lugar que preferimos,
con la persona que deseamos estar,
haciendo lo que nos gusta,
-eso ya deberíamos estar intentándolo,
como sea y donde sea-.
Amemos más,
recemos más,
creamos
en esas plegarias.
Confiemos
básicamente,
en nuestro potencial,
en nuestro esfuerzo,
en nuestro empeño.
Es el punto de inicio.
Lo demás,
llegará,
les aseguro que llegará.
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