La empatía,
la sensibilidad,
el ponerse
en el lugar del otro
no parecen
ser buenos "negocios"
para estos tiempos;
¡si apenas,
se puede con uno mismo!
¡si el sol
aquí, allá,
brilla, por suerte,
todavía!
si los árboles
son árboles
donde sea que estén
y arrojan su precioso caudal
en otoño
y nos regalan
bellísimas flores
del color que sea,
en la primavera de aquí
y en la de allá, también;
hay corazones que laten,
hay pasiones, amores
inconclusos,
hay amistades
que no se consolidan
¡tantas trabas,
tantas excusas!
y es una pena,
todo lo es
pues el maldito miedo,
el orgullo,
la vanidad
no autorizan
a vibrar,
a salirse del esquema
archi-conocido,
incorporado, firmemente,
en nuestra cabeza,
en nuestro pensar diario,
¡muchísimas veces
acorralado, solo,
cansado sin sueño ni sueños,
aburrido!
cuando es tan valioso
que aún y pese a todo
lo que ocurre,
aquí
-y también allá-,
el corazón despierte,
¡y lata para avisárnoslo!
es todo.
No hay más,
no hay nada,
absolutamente,
que reemplace
esas sensaciones,
esas conversaciones
estimulantes,
esos intercambios,
duren lo que tengan que durar,
un día, toda una existencia;
esos abrazos
de oso,
en ocasiones,
virtuales
o no tanto,
¿Qué puede superar eso?
¿el dinero?
¿el poseer cosas valiosas?
el poseer,
el hábito de poseer
lo que se desea,
lo que fuera
lleva a terrenos insondables
e irretornables;
lleva al desprecio
por todo lo que no "suma"
en el orden de lo material,
lo honorífico, lo exitoso;
aleja,
aísla,
instala en un pedestal ficticio
a quien armó todo ese circo
y hoy
se siente así
de mal
sin saber el motivo;
y busca
sin tener idea de qué busca,
sin advertir ni por un instante
que en esa búsqueda insaciable,
inexplicable
o explicable,
entristece almas,
rompe ilusiones,
arrasa con todo
y luego no entiende
o dice no entender
nada
o finge.
¿Cómo saberlo?
una vez instalado en el rol principal
no ha de ser fácil
cubrir papeles
que siempre ¡siempre!
le parecerán secundarios;
así, se tratara de la mejor obra,
la mejor de todas,
la más importante:
su vida.
sábado, febrero 29, 2020
viernes, febrero 28, 2020
Auto-encierro
Me pregunto
muchas veces,
sobre todo, últimamente:
¿abrirse a los demás,
demostrar los sentimientos,
decir lo que se piensa,
ser uno así, como es,
sin caretas,
sin tapujos, sin palabrerío engañoso,
se ve
como a una amenaza,
se teme
como a un virus mortal,
ocasiona
un alejamiento paulatino
y luego definitivo
de algunas personas
causado por una irremontable
desconfianza?
hace tiempo
sospecho, observo esto,
no soy tan ingenua,
aunque me resisto a descreer de todo,
de todos,
¡no quiero vivir
una existencia
contaminada de recelo,
en un estado de alerta constante
y para ello, evitar casi o totalmente
el contacto con los otros!
no quiero renunciar
a ciertas cuestiones
que me dan fuerzas, ¡ideas!
que renuevan mi condición humana;
¡ese abrazo reconfortante,
esa charla directa, esas risas, cara a cara!
así, todo esté mal,
todo sea peligroso
o lo creamos de ese modo
o ciertas personas elijan creerlo así
para justificar su vida encapsulada
por mil razones,
o por miedo,
simplemente o nada menos;
no puedo escribir esto
y no pensar que hay personas que lo leerán,
de un modo o de otro,
que pensarán sobre alguna que otra cuestión,
que no dejarán de pensar como lo hacen,
no sé, ignoro la llegada de estas o de otras palabras
pero me importa.
En verdad, no puedo aislarme,
no sé cómo hacerlo, cómo sobrevivirlo,
salvo que no quedara alternativa;
"no digo esto por si...
no voy acá por si...
no entro en esta red por si...
no comento por si..."
Terrorífico.
No es la vida
que elegí,
nunca pude
con mi sentir y mi decir,
ni manejar mi supuesta intensidad,
-que alguien me adjudicó-;
soy esto que digo
o pretendo serlo
o quisiera
que todos, alguno,
comprendieran
que no es sano
no es reparador, en absoluto,
no hace bien
ni siquiera sirve para sentirse más seguro,
a salvo,
la opción del auto-encierro.
muchas veces,
sobre todo, últimamente:
¿abrirse a los demás,
demostrar los sentimientos,
decir lo que se piensa,
ser uno así, como es,
sin caretas,
sin tapujos, sin palabrerío engañoso,
se ve
como a una amenaza,
se teme
como a un virus mortal,
ocasiona
un alejamiento paulatino
y luego definitivo
de algunas personas
causado por una irremontable
desconfianza?
hace tiempo
sospecho, observo esto,
no soy tan ingenua,
aunque me resisto a descreer de todo,
de todos,
¡no quiero vivir
una existencia
contaminada de recelo,
en un estado de alerta constante
y para ello, evitar casi o totalmente
el contacto con los otros!
no quiero renunciar
a ciertas cuestiones
que me dan fuerzas, ¡ideas!
que renuevan mi condición humana;
¡ese abrazo reconfortante,
esa charla directa, esas risas, cara a cara!
así, todo esté mal,
todo sea peligroso
o lo creamos de ese modo
o ciertas personas elijan creerlo así
para justificar su vida encapsulada
por mil razones,
o por miedo,
simplemente o nada menos;
no puedo escribir esto
y no pensar que hay personas que lo leerán,
de un modo o de otro,
que pensarán sobre alguna que otra cuestión,
que no dejarán de pensar como lo hacen,
no sé, ignoro la llegada de estas o de otras palabras
pero me importa.
En verdad, no puedo aislarme,
no sé cómo hacerlo, cómo sobrevivirlo,
salvo que no quedara alternativa;
"no digo esto por si...
no voy acá por si...
no entro en esta red por si...
no comento por si..."
Terrorífico.
No es la vida
que elegí,
nunca pude
con mi sentir y mi decir,
ni manejar mi supuesta intensidad,
-que alguien me adjudicó-;
soy esto que digo
o pretendo serlo
o quisiera
que todos, alguno,
comprendieran
que no es sano
no es reparador, en absoluto,
no hace bien
ni siquiera sirve para sentirse más seguro,
a salvo,
la opción del auto-encierro.
martes, febrero 25, 2020
Los que queden
Sueño
con que el aire es puro,
el agua no está contaminada
en ningún sitio;
la gente camina
libremente,
no hay miedos,
no hay personas malintencionadas,
nadie goza
con el sufrimiento de nadie,
no hay violencia,
no hay virus
amenazantes;
el sol brilla
y no lastima,
el viento lleva hojas
de un otoño anticipado,
la gente las junta,
conserva algunas
y ríe,
ríe de todo y por todo
-pero no se trata de ironía-,
ríe porque ama la vida,
aprecia a cada ser vivo,
no necesita
de grandes cosas
-o las que se consideran grandes cosas-
para sentirse así de bien;
sueño
con un mundo
en que el otro no es mi enemigo,
ni yo, el suyo,
así, pensemos, elijamos
en forma distinta;
no busca herirme,
ni provocarme
ni amenazarme;
el otro y yo, entendemos
-en mi sueño, claro-
que aquel al que no aprobamos
un día podríamos ser uno de nosotros
difamado, ¡condenado!
por los demás,
por nuestros pares,
inclusive.
En este sueño
del que no quisiera despertar,
nadie miente amores,
ni miente emociones,
ni miente amistad,
ni comprensión,
ni oídos atentos;
en este mundo
que quizás,
nunca sea posible,
importa lo que le pase
a quien sea,
antes que a uno mismo,
¡importa, también, lo que pasa
con uno mismo!
importa estar,
compartir, amar,
¡ser!
en este mundo
de mi subconsciente
o no tanto,
todo puede suceder;
los temores, la angustia
se toman un descanso;
mas cuando despierto
regreso a lo que en verdad sucede
o no sucede,
¡tanto para preocuparse,
por ocuparse!
tanto dolor
que enmendar,
tanto odio,
tantas divisiones,
tanto padecimiento
que, en algún caso,
podría evitarse;
y lloro esta vida
que no me está gustando en absoluto,
aunque no dejo
no quiero dejar
ni por un instante
de creer
en una no tan lejana
transformación,
una hoy impensable revalorización
de lo que importa.
Tal vez,
yo no llegue a verlo;
pero confío
en que las siguientes generaciones,
los que queden
luego de este inmenso caos
armarán un sitio
mejor, mucho mejor,
para entender, al fin
y hallar el verdadero, el único sentido
de la existencia.
con que el aire es puro,
el agua no está contaminada
en ningún sitio;
la gente camina
libremente,
no hay miedos,
no hay personas malintencionadas,
nadie goza
con el sufrimiento de nadie,
no hay violencia,
no hay virus
amenazantes;
el sol brilla
y no lastima,
el viento lleva hojas
de un otoño anticipado,
la gente las junta,
conserva algunas
y ríe,
ríe de todo y por todo
-pero no se trata de ironía-,
ríe porque ama la vida,
aprecia a cada ser vivo,
no necesita
de grandes cosas
-o las que se consideran grandes cosas-
para sentirse así de bien;
sueño
con un mundo
en que el otro no es mi enemigo,
ni yo, el suyo,
así, pensemos, elijamos
en forma distinta;
no busca herirme,
ni provocarme
ni amenazarme;
el otro y yo, entendemos
-en mi sueño, claro-
que aquel al que no aprobamos
un día podríamos ser uno de nosotros
difamado, ¡condenado!
por los demás,
por nuestros pares,
inclusive.
En este sueño
del que no quisiera despertar,
nadie miente amores,
ni miente emociones,
ni miente amistad,
ni comprensión,
ni oídos atentos;
en este mundo
que quizás,
nunca sea posible,
importa lo que le pase
a quien sea,
antes que a uno mismo,
¡importa, también, lo que pasa
con uno mismo!
importa estar,
compartir, amar,
¡ser!
en este mundo
de mi subconsciente
o no tanto,
todo puede suceder;
los temores, la angustia
se toman un descanso;
mas cuando despierto
regreso a lo que en verdad sucede
o no sucede,
¡tanto para preocuparse,
por ocuparse!
tanto dolor
que enmendar,
tanto odio,
tantas divisiones,
tanto padecimiento
que, en algún caso,
podría evitarse;
y lloro esta vida
que no me está gustando en absoluto,
aunque no dejo
no quiero dejar
ni por un instante
de creer
en una no tan lejana
transformación,
una hoy impensable revalorización
de lo que importa.
Tal vez,
yo no llegue a verlo;
pero confío
en que las siguientes generaciones,
los que queden
luego de este inmenso caos
armarán un sitio
mejor, mucho mejor,
para entender, al fin
y hallar el verdadero, el único sentido
de la existencia.
domingo, febrero 23, 2020
El juguete tan ansiado
Yo que tanto temí
perderte,
no entiendo
cómo ese estado
perduró y de ese modo,
durante tantos años;
no entiendo
por qué permití que ese temor
de perder lo no tenido,
parasitara a tal punto
en mi alma,
en mi cuerpo;
Pasé o desprecié, en verdad,
horas preciosas
de mi vida,
horas que no recuperaré
jamás
lamentándome,
sumergida, de lleno, en ese deplorable
estado de autocompasión,
todo por no saber
que el tiempo
me haría entender, aceptar,
ver las cosas
desde otra perspectiva;
que era preciso madurar
para valorar aquello que se tiene
y en ocasiones, al lado,
que nos escucha,
que está;
para reencontrarse, en principio,
con uno mismo,
con sus cuestionamientos,
sus dudas, ¡sus inseguridades!
pero también
con sus pequeñas felicidades diarias,
con sus rincones
favoritos,
con sus pensamientos
liberados de toda presión,
abiertos, despiertos,
¡vivos!
para que regresen los sueños
para que sean tan distintos
o similares
pero colmados de una nueva mirada
emergente,
luego de tanto padecer
con la convicción de que ese padecimiento
acabaría con uno, con todo.
Nada es definitivo
salvo el miedo
si no se lo contiene,
si no se le aportan
planes, ideas atrapantes,
posibilidades,
ambiciones
que apunten al crecimiento,
a confiar, una vez más,
en nuestro espíritu,
en nuestro andar, equivocado o no
pero propio,
nuestro,
definitivamente nuestro.
Tuvo que transcurrir
un prolongadísimo periodo
para que llegara a comprender
que nadie es de nuestra propiedad,
que lo que tanto ansiamos,
perseguimos
no siempre es lo bueno
para nosotros;
que muchos vacíos,
vacíos que provienen de otros vacíos
jamás o erróneamente colmados
se intentaron, se intentan ocultar
con esas obsesiones enfermizas
y enfermantes;
ese afán ridículo de poseer
lo que no se puede,
solo por su carácter
de dificultad.
Como pasa con los chicos,
con respecto a ese juego, juguete tan ansiado,
el que no obtiene de inmediato:
una vez que llega a sus manos,
es un momento, un día, un poco más
y se deja a un lado,
junto a otros tantos
que antes o mucho antes
también fueron
pedidos, reclamados,
¡llorados!
hasta el cansancio.
perderte,
no entiendo
cómo ese estado
perduró y de ese modo,
durante tantos años;
no entiendo
por qué permití que ese temor
de perder lo no tenido,
parasitara a tal punto
en mi alma,
en mi cuerpo;
Pasé o desprecié, en verdad,
horas preciosas
de mi vida,
horas que no recuperaré
jamás
lamentándome,
sumergida, de lleno, en ese deplorable
estado de autocompasión,
todo por no saber
que el tiempo
me haría entender, aceptar,
ver las cosas
desde otra perspectiva;
que era preciso madurar
para valorar aquello que se tiene
y en ocasiones, al lado,
que nos escucha,
que está;
para reencontrarse, en principio,
con uno mismo,
con sus cuestionamientos,
sus dudas, ¡sus inseguridades!
pero también
con sus pequeñas felicidades diarias,
con sus rincones
favoritos,
con sus pensamientos
liberados de toda presión,
abiertos, despiertos,
¡vivos!
para que regresen los sueños
para que sean tan distintos
o similares
pero colmados de una nueva mirada
emergente,
luego de tanto padecer
con la convicción de que ese padecimiento
acabaría con uno, con todo.
Nada es definitivo
salvo el miedo
si no se lo contiene,
si no se le aportan
planes, ideas atrapantes,
posibilidades,
ambiciones
que apunten al crecimiento,
a confiar, una vez más,
en nuestro espíritu,
en nuestro andar, equivocado o no
pero propio,
nuestro,
definitivamente nuestro.
Tuvo que transcurrir
un prolongadísimo periodo
para que llegara a comprender
que nadie es de nuestra propiedad,
que lo que tanto ansiamos,
perseguimos
no siempre es lo bueno
para nosotros;
que muchos vacíos,
vacíos que provienen de otros vacíos
jamás o erróneamente colmados
se intentaron, se intentan ocultar
con esas obsesiones enfermizas
y enfermantes;
ese afán ridículo de poseer
lo que no se puede,
solo por su carácter
de dificultad.
Como pasa con los chicos,
con respecto a ese juego, juguete tan ansiado,
el que no obtiene de inmediato:
una vez que llega a sus manos,
es un momento, un día, un poco más
y se deja a un lado,
junto a otros tantos
que antes o mucho antes
también fueron
pedidos, reclamados,
¡llorados!
hasta el cansancio.
viernes, febrero 21, 2020
Oda al blanco
infinito
espacio en blanco
¡qué bueno
que existas!
¿qué haría,
qué sería yo
sin ese constante desafío:
tu nada que invita, que incita
al intento de proponer mi todo
o mi casi?
¿cuál sería el encanto
si siempre estuvieras
saturado de palabras, frases,
dichos, lo que fuera?
la sensualidad desafiante
de ese vacío
motiva
el despertar de las más locas,
inimaginables, fantasías,
de las más desgarradoras
proyecciones de ciertas realidades;
tu blanco
se traduce en mis colores,
en los de tantos;
jamás te temí,
siempre te busqué,
aquí, allá, en todos los tiempos,
en mi entendimiento;
fuiste la luz
que marcó el arduo,
excitante camino
en pos de la creación,
de la búsqueda del vocablo preciso,
del honor que significa
este decir
que surge de mi interior
o no sé de dónde
y no está destinado
a mí,
solo soy una intermediaria.
Serán los que lean,
los que reescriban
esto o aquello
que alguien, algo, dicta
desde lugares
inaccesibles
que quizás,
ni siquiera existan;
por todo eso y más
esta oda al blanco,
a la nada, al vacío;
me inclino
hacia su generosa,
desinteresada
incertidumbre.
espacio en blanco
¡qué bueno
que existas!
¿qué haría,
qué sería yo
sin ese constante desafío:
tu nada que invita, que incita
al intento de proponer mi todo
o mi casi?
¿cuál sería el encanto
si siempre estuvieras
saturado de palabras, frases,
dichos, lo que fuera?
la sensualidad desafiante
de ese vacío
motiva
el despertar de las más locas,
inimaginables, fantasías,
de las más desgarradoras
proyecciones de ciertas realidades;
tu blanco
se traduce en mis colores,
en los de tantos;
jamás te temí,
siempre te busqué,
aquí, allá, en todos los tiempos,
en mi entendimiento;
fuiste la luz
que marcó el arduo,
excitante camino
en pos de la creación,
de la búsqueda del vocablo preciso,
del honor que significa
este decir
que surge de mi interior
o no sé de dónde
y no está destinado
a mí,
solo soy una intermediaria.
Serán los que lean,
los que reescriban
esto o aquello
que alguien, algo, dicta
desde lugares
inaccesibles
que quizás,
ni siquiera existan;
por todo eso y más
esta oda al blanco,
a la nada, al vacío;
me inclino
hacia su generosa,
desinteresada
incertidumbre.
jueves, febrero 20, 2020
La inacabable búsqueda de la novedad
La gran felicidad:
así,
con letras multicolores,
brillantes,
¡qué flash!
videos,
imágenes,
ediciones
cada vez
más sorprendentes,
en ese intento,
inacabable
de atravesar,
de superar
lo nuevo, lo último,
lo que todos tienen
o pretenden;
lo que ansían o creen ansiar;
la gran felicidad
hoy parece
pasar por eso;
me siento rara
pues, nada de lo estridente
me produce, siquiera, placer;
por el contrario,
me abruma, me perturba,
me distrae
de lo importante
para mí:
una pequeña salida
quizás o seguramente
a tomar un café
quizás o seguramente
en el mismo bar
de siempre;
el café de siempre,
la torta de siempre,
las servilletas-bocetos
de siempre;
¿aburrida?
tal vez.
No necesito
correr todo el tiempo
detrás de las hiper-novedosas novedades;
("Nada te ata
a leer la novedad",
decía Luca);
nada me ata,
en verdad,
a buscar, indagar,
perseguirme
en pos de lo que debería sorprenderme,
deslumbrarme;
el vuelo de una mariposa
a mi alrededor,
su aleteo naranja,
sí me sorprende;
aquel árbol,
mitad verano,
mitad otoño,
me moviliza,
llena mis ojos y mi alma;
la enredadera con flores violáceas
que no se sabe quién puso ahí
o cómo surgió en ese sitio,
a la vera de la vía del tren,
también me sorprende,
así, la vea día tras día,
así, atraviese ese sitio
todo el tiempo;
mi rostro en el espejo,
cuando se ve feliz,
me hace sentir tan bien,
¡me reconforta!
el viento
que azota, implacable
las persianas,
así, lo haga con asiduidad,
me sorprende, me sobresalta,
me obliga a cubrirme,
a gozar de ese calor
detrás de las paredes
de mi casa;
me sorprende y muchísimo
ver a mi pequeño pino
cada vez más frondoso,
más alto,
admiro su resistencia
al viento, las lluvias intensas, ese sol tremendo;
sigue haciéndome sentir parte
de su naturaleza,
así, jamás lo sepa,
yo lo sé
y eso basta.
Por eso, insisto,
no se necesitan
anuncios a viva voz,
ni carteles centelleantes,
ni luminarias,
ni tecnología de última generación
que nunca es la última;
la felicidad
está ahora mismo,
a mi lado;
también,
es probable,
en otros lugares,
con otra gente,
ojalá
sepan verla,
mientras planean
su próximo viaje
al lugar más exótico
posible
para ¿huir?
nadie puede huir,
vaya a donde vaya,
de sí mismo,
de sus dudas, de sus problemáticas,
de sus ocultamientos;
se es quien se es.
Para finalizar, -como repite siempre una vieja amiga-:
"ningún lugar es un paraíso".
así,
con letras multicolores,
brillantes,
¡qué flash!
videos,
imágenes,
ediciones
cada vez
más sorprendentes,
en ese intento,
inacabable
de atravesar,
de superar
lo nuevo, lo último,
lo que todos tienen
o pretenden;
lo que ansían o creen ansiar;
la gran felicidad
hoy parece
pasar por eso;
me siento rara
pues, nada de lo estridente
me produce, siquiera, placer;
por el contrario,
me abruma, me perturba,
me distrae
de lo importante
para mí:
una pequeña salida
quizás o seguramente
a tomar un café
quizás o seguramente
en el mismo bar
de siempre;
el café de siempre,
la torta de siempre,
las servilletas-bocetos
de siempre;
¿aburrida?
tal vez.
No necesito
correr todo el tiempo
detrás de las hiper-novedosas novedades;
("Nada te ata
a leer la novedad",
decía Luca);
nada me ata,
en verdad,
a buscar, indagar,
perseguirme
en pos de lo que debería sorprenderme,
deslumbrarme;
el vuelo de una mariposa
a mi alrededor,
su aleteo naranja,
sí me sorprende;
aquel árbol,
mitad verano,
mitad otoño,
me moviliza,
llena mis ojos y mi alma;
la enredadera con flores violáceas
que no se sabe quién puso ahí
o cómo surgió en ese sitio,
a la vera de la vía del tren,
también me sorprende,
así, la vea día tras día,
así, atraviese ese sitio
todo el tiempo;
mi rostro en el espejo,
cuando se ve feliz,
me hace sentir tan bien,
¡me reconforta!
el viento
que azota, implacable
las persianas,
así, lo haga con asiduidad,
me sorprende, me sobresalta,
me obliga a cubrirme,
a gozar de ese calor
detrás de las paredes
de mi casa;
me sorprende y muchísimo
ver a mi pequeño pino
cada vez más frondoso,
más alto,
admiro su resistencia
al viento, las lluvias intensas, ese sol tremendo;
sigue haciéndome sentir parte
de su naturaleza,
así, jamás lo sepa,
yo lo sé
y eso basta.
Por eso, insisto,
no se necesitan
anuncios a viva voz,
ni carteles centelleantes,
ni luminarias,
ni tecnología de última generación
que nunca es la última;
la felicidad
está ahora mismo,
a mi lado;
también,
es probable,
en otros lugares,
con otra gente,
ojalá
sepan verla,
mientras planean
su próximo viaje
al lugar más exótico
posible
para ¿huir?
nadie puede huir,
vaya a donde vaya,
de sí mismo,
de sus dudas, de sus problemáticas,
de sus ocultamientos;
se es quien se es.
Para finalizar, -como repite siempre una vieja amiga-:
"ningún lugar es un paraíso".
miércoles, febrero 19, 2020
Me siento...y escribo
Me siento
y escribo.
No sé bien sobre qué,
ignoro la razón,
¿qué es eso de que hay que tener
ideas en la cabeza
para poder escribir?
me siento
y escribo.
Y en el habitual ejercicio
de escribir, escribir y escribir
aprendo, me enriquezco,
crezco.
Las letras no se ponen muy de acuerdo,
las palabras tardan en integrarse,
algunos días;
en otros,
surgen, explotan,
pugnan por escapar de los márgenes,
me imploran
que las coloque aquí mismo
o donde sea;
a veces,
me hallan dormida
o cansada o desganada,
o triste, abatida;
aun así,
me empujan,
me acorralan,
me arrojan a esta silla,
encienden mi computadora
y allí están,
sonríen ¡y no puedo resistirme!
tan tremenda expansión,
tan inmanejable deseo,
ese irracional y racional
impulso;
entonces,
me siento
y escribo.
Puedo llenar pantallas,
hojas en blanco,
hojas del tipo que sean,
papeles, servilletas
todo sirve
para imprimir esas líneas
con mucho, poco,
ningún sentido;
aunque me lo propusiera
no podría interrumpir
el proceso;
sería
como dejar de comer
o de beber agua,
el cuerpo
me lo demandaría,
-de hecho, lo hace-;
escribir
siquiera, para contarles
lo increíble de este hacer,
lo difícil, en tantas ocasiones,
cuando la nostalgia,
alguna situación lacrimógena no resuelta,
algún lugar, alguien
se deslizan
entre todo ese entramado
que no puede acallarse,
que se traduce, para bien,
para mal,
para nada,
en este, mi idioma,
con sus regionalismos,
-más alguno que otro vocablo
prestado-
que me vincula, inexorablemente,
a tantos amores, sitios,
vivencias
reales,
transitadas,
imaginarias.
y escribo.
No sé bien sobre qué,
ignoro la razón,
¿qué es eso de que hay que tener
ideas en la cabeza
para poder escribir?
me siento
y escribo.
Y en el habitual ejercicio
de escribir, escribir y escribir
aprendo, me enriquezco,
crezco.
Las letras no se ponen muy de acuerdo,
las palabras tardan en integrarse,
algunos días;
en otros,
surgen, explotan,
pugnan por escapar de los márgenes,
me imploran
que las coloque aquí mismo
o donde sea;
a veces,
me hallan dormida
o cansada o desganada,
o triste, abatida;
aun así,
me empujan,
me acorralan,
me arrojan a esta silla,
encienden mi computadora
y allí están,
sonríen ¡y no puedo resistirme!
tan tremenda expansión,
tan inmanejable deseo,
ese irracional y racional
impulso;
entonces,
me siento
y escribo.
Puedo llenar pantallas,
hojas en blanco,
hojas del tipo que sean,
papeles, servilletas
todo sirve
para imprimir esas líneas
con mucho, poco,
ningún sentido;
aunque me lo propusiera
no podría interrumpir
el proceso;
sería
como dejar de comer
o de beber agua,
el cuerpo
me lo demandaría,
-de hecho, lo hace-;
escribir
siquiera, para contarles
lo increíble de este hacer,
lo difícil, en tantas ocasiones,
cuando la nostalgia,
alguna situación lacrimógena no resuelta,
algún lugar, alguien
se deslizan
entre todo ese entramado
que no puede acallarse,
que se traduce, para bien,
para mal,
para nada,
en este, mi idioma,
con sus regionalismos,
-más alguno que otro vocablo
prestado-
que me vincula, inexorablemente,
a tantos amores, sitios,
vivencias
reales,
transitadas,
imaginarias.
martes, febrero 18, 2020
Así, se caiga al suelo el sueño más preciado
Siempre habrá algo,
una flor
que no habíamos descubierto,
el mecerse
del árbol de enfrente
que nunca supimos
o ni intentamos ver;
quizás,
una canción
que proviene de quién sabe dónde
y vuelve a nuestros oídos
o a nuestra cabeza;
siempre
habrá una, varias palabras
que tocarán el corazón,
que lo harán creer,
de nuevo,
siquiera por un rato;
siempre
habrá algo lindo
para recordar,
un momento
para revivir,
una situación
para imaginar,
un proyecto, una idea
por concretar,
un alguien
en quien pensar,
-un latir
que acompañe a ese pensar-;
siempre,
una sonrisa
por recuperar;
un lugar
al que acudir,
donde nos espere
alguien,
donde
nadie nos espere
salvo nosotros;
siempre,
un café
que levante la energía,
las ganas,
un abrazo al pasar,
un abrazo apretado;
ese beso
digno de no olvidar;
siempre, siempre,
¡siempre!
algo por lo cual vivir,
por lo cual insistir en vivir,
así,
se caiga al suelo
el sueño más preciado;
así, nos lastime, nos decepcione,
quien menos esperábamos;
siempre
la vida
le peleará a la muerte,
le peleará con todas sus armas,
usará todos sus argumentos,
todas sus posibilidades, todas sus opciones,
hasta el inevitable fin.
una flor
que no habíamos descubierto,
el mecerse
del árbol de enfrente
que nunca supimos
o ni intentamos ver;
quizás,
una canción
que proviene de quién sabe dónde
y vuelve a nuestros oídos
o a nuestra cabeza;
siempre
habrá una, varias palabras
que tocarán el corazón,
que lo harán creer,
de nuevo,
siquiera por un rato;
siempre
habrá algo lindo
para recordar,
un momento
para revivir,
una situación
para imaginar,
un proyecto, una idea
por concretar,
un alguien
en quien pensar,
-un latir
que acompañe a ese pensar-;
siempre,
una sonrisa
por recuperar;
un lugar
al que acudir,
donde nos espere
alguien,
donde
nadie nos espere
salvo nosotros;
siempre,
un café
que levante la energía,
las ganas,
un abrazo al pasar,
un abrazo apretado;
ese beso
digno de no olvidar;
siempre, siempre,
¡siempre!
algo por lo cual vivir,
por lo cual insistir en vivir,
así,
se caiga al suelo
el sueño más preciado;
así, nos lastime, nos decepcione,
quien menos esperábamos;
siempre
la vida
le peleará a la muerte,
le peleará con todas sus armas,
usará todos sus argumentos,
todas sus posibilidades, todas sus opciones,
hasta el inevitable fin.
lunes, febrero 17, 2020
Absurda existencia
Pensar
que a veces,
así, seamos reacios a ello,
careteamos
sonrisas,
cierto tipo de afectos,
digamos,
y negamos,
nos obstinamos en oprimir,
en cerrarnos
por completo
a los sentimientos
de verdad;
entonces
andamos tristes,
andamos preocupados,
andamos
infelices,
de aquí para allá,
con una máscara
apropiada para cada ocasión;
¡Y disimulamos esa desazón
del alma,
esas lágrimas secretas
que nadie o alguno, ¿quién sabe?
podría entender!
ocultamos, cual delito,
lo que en verdad
nos oprime el corazón,
nos impele
a gritarlo
y no podemos.
Están ellos,
los que condenan,
los que parecen saber,
dictaminar
a quien se tiene que amar,
a quien es "lógico" amar,
a quien no se debería amar;
¿qué monstruosidad
es esa?
¿en qué carajos
nos convertimos?
sonreímos
a quienes detestamos
y huímos
de los amores
a los que rotulamos
como tóxicos,
¡nos convencieron,
siempre nos convencen!
y bajamos los brazos
y creemos que ya no sentimos nada,
que realmente
queremos a quienes no queremos
para nada,
que dejamos de querer
a quien nos sorprende
en algún fragmento
casi siempre, olvidado,
de algún sueño;
no importa
si aquel a quien amamos
siente del mismo modo,
siente en forma distina,
no siente nada
o dice no sentir nada.
Es insano, es enfermizo,
¡es lo realmente tóxico!
negarse un sentir tan poderoso,
negarse una pasión que nos desborda,
que nos impide
seguir,
pensar, gozar,
¡vivir!
¿acaso puede llamarse vida
al ocultamiento de la única razón
o la más importante
para darle ese nombre?
¡amamos!
¡amamos
a quien sea, como sea,
se de como se de!
el resto
es ficción,
en mucho mayor grado
que estas, que tantas palabras;
la ficción
en que convertimos,
poco a poco,
a nuestra abnegada,
ridícula, temerosa,
¡insustancial!
existencia.
que a veces,
así, seamos reacios a ello,
careteamos
sonrisas,
cierto tipo de afectos,
digamos,
y negamos,
nos obstinamos en oprimir,
en cerrarnos
por completo
a los sentimientos
de verdad;
entonces
andamos tristes,
andamos preocupados,
andamos
infelices,
de aquí para allá,
con una máscara
apropiada para cada ocasión;
¡Y disimulamos esa desazón
del alma,
esas lágrimas secretas
que nadie o alguno, ¿quién sabe?
podría entender!
ocultamos, cual delito,
lo que en verdad
nos oprime el corazón,
nos impele
a gritarlo
y no podemos.
Están ellos,
los que condenan,
los que parecen saber,
dictaminar
a quien se tiene que amar,
a quien es "lógico" amar,
a quien no se debería amar;
¿qué monstruosidad
es esa?
¿en qué carajos
nos convertimos?
sonreímos
a quienes detestamos
y huímos
de los amores
a los que rotulamos
como tóxicos,
¡nos convencieron,
siempre nos convencen!
y bajamos los brazos
y creemos que ya no sentimos nada,
que realmente
queremos a quienes no queremos
para nada,
que dejamos de querer
a quien nos sorprende
en algún fragmento
casi siempre, olvidado,
de algún sueño;
no importa
si aquel a quien amamos
siente del mismo modo,
siente en forma distina,
no siente nada
o dice no sentir nada.
Es insano, es enfermizo,
¡es lo realmente tóxico!
negarse un sentir tan poderoso,
negarse una pasión que nos desborda,
que nos impide
seguir,
pensar, gozar,
¡vivir!
¿acaso puede llamarse vida
al ocultamiento de la única razón
o la más importante
para darle ese nombre?
¡amamos!
¡amamos
a quien sea, como sea,
se de como se de!
el resto
es ficción,
en mucho mayor grado
que estas, que tantas palabras;
la ficción
en que convertimos,
poco a poco,
a nuestra abnegada,
ridícula, temerosa,
¡insustancial!
existencia.
Los seres invisibles
Ríen,
hablan
y no puedo entrar.
Callan
y no puedo entrar.
¿Querría entrar?
Hummm,
supongo que no.
Sé que soy parte
de una galaxia diferente;
no sé cómo explicarlo
esto de ver las situaciones
desde otro punto,
como si me hallara
en una dimensión paralela
y yo los viera
pero ellos no.
Ríen, hablan
y no puedo entrar.
No se registran mis dichos,
no importa a nadie lo que pienso,
no les importo,
¡ya no finjan, me dí cuenta
y tampoco me importa que sea así!
no pueden escuchar,
no quieren escuchar.
No quieren ver
pues si ven,
si se detuvieran a ver
no les gustaría, no les gustaría en absoluto
lo que verían,
supongo que saben que es así;
yo pienso en forma muy distinta,
yo viví en forma muy distinta;
busqué, busco ver,
así, duela,
así, cueste,
así, me mate la desilusión
o la impotencia,
busco indagar;
no quiero ni puedo
reír, ni comer, ni hablar,
ni pensar,
nada
de igual modo.
Me cuesta sostener mi mundo,
me costó siempre,
desde que era muy chica.
No entendían
pero nunca buscaron
entender,
me veían escribir,
teclear, apresuradamente
sobre hojas y hojas en blanco,
llenarlas
y pedir más y más;
quizás, temían,
quizás, no querían encontrarse
quién sabe con qué cosa
que imaginaban
o no imaginaban nada,
simplemente,
no querían mezclarse.
No es contagioso
esto de tener otros puntos de vista,
no deberían
preocuparse.
No soy adoctrinadora,
no impongo,
no me importa
volverme invisible.
No me afecta
ese no poder entrar
a un círculo que tampoco comprendo
pero bueno, es lo que hay;
ellos se sienten a salvo
en ese ámbito que me es tan ajeno;
a salvo
sin saber bien de qué,
ni de quién.
¿De mí?
no lo creo.
hablan
y no puedo entrar.
Callan
y no puedo entrar.
¿Querría entrar?
Hummm,
supongo que no.
Sé que soy parte
de una galaxia diferente;
no sé cómo explicarlo
esto de ver las situaciones
desde otro punto,
como si me hallara
en una dimensión paralela
y yo los viera
pero ellos no.
Ríen, hablan
y no puedo entrar.
No se registran mis dichos,
no importa a nadie lo que pienso,
no les importo,
¡ya no finjan, me dí cuenta
y tampoco me importa que sea así!
no pueden escuchar,
no quieren escuchar.
No quieren ver
pues si ven,
si se detuvieran a ver
no les gustaría, no les gustaría en absoluto
lo que verían,
supongo que saben que es así;
yo pienso en forma muy distinta,
yo viví en forma muy distinta;
busqué, busco ver,
así, duela,
así, cueste,
así, me mate la desilusión
o la impotencia,
busco indagar;
no quiero ni puedo
reír, ni comer, ni hablar,
ni pensar,
nada
de igual modo.
Me cuesta sostener mi mundo,
me costó siempre,
desde que era muy chica.
No entendían
pero nunca buscaron
entender,
me veían escribir,
teclear, apresuradamente
sobre hojas y hojas en blanco,
llenarlas
y pedir más y más;
quizás, temían,
quizás, no querían encontrarse
quién sabe con qué cosa
que imaginaban
o no imaginaban nada,
simplemente,
no querían mezclarse.
No es contagioso
esto de tener otros puntos de vista,
no deberían
preocuparse.
No soy adoctrinadora,
no impongo,
no me importa
volverme invisible.
No me afecta
ese no poder entrar
a un círculo que tampoco comprendo
pero bueno, es lo que hay;
ellos se sienten a salvo
en ese ámbito que me es tan ajeno;
a salvo
sin saber bien de qué,
ni de quién.
¿De mí?
no lo creo.
sábado, febrero 15, 2020
Un significante con tan profundo significado
Al fin
creo entender
de qué se trata
el verdadero amor:
no de obsequios,
ni buen sexo,
ni besos,
ni caricias
más, menos expertas;
ni de vocablos elogiosos,
excitantes;
no tiene que ver
con lo material;
no se trata
-o no solamente-
de lo físico;
el amor,
el buen amor
está aquí, guardado,
¿pueden verlo,
pueden reconocerlo?
si uno está atento
lo advierte;
simplemente, puede tratarse
de una cuestión cotidiana,
un decir, un actuar
que emociona, que llena;
puede notarse al escuchar esa broma que nos hace reír,
así, la hayamos escuchado cien veces más;
por un gesto,
ciertas demostraciones de entendimiento,
de comprensión,
complicidad,
básicamente,
de confianza;
¡creer en el otro,
apostar por él
y que sea mutuo!
decirle todo, lo que fuera,
pleno de contenido,
cuando más lo necesita;
aliviar con uno o más abrazos cálidos
días de mucha pena;
cuando uno cae,
transformarse en la mano amorosa que levanta;
se trata de ese apostar por el otro,
decirle "vos podés",
empujarlo,
animarlo,
darle energía,
ánimo, fuerza;
no es un simple intercambio
de frases amorosas,
sugerentes,
pasionales;
no requiere de artes amatorias
especiales,
no requiere de nada
que no sea espontáneo,
que no surja,
que ese mismo sentimiento
no incite a aflorar
sin pensarlo, siquiera,
¡sin dudarlo!
¡cuántas veces
se confunden fáciles recitados
con el amor!
un significante
con tan profundo significado
usado,
mal usado
para tan poco,
para un rato,
para un efímero momento
de goce;
pero a quien busca
el amor con toda su impronta superlativa,
a quien no le teme,
por el contrario,
lo anhela,
no le basta con ello.
Por el contrario,
si ese amor
no reúne todas las implicancias
que involucran, de verdad,
a dos seres,
si no es una gama de sentires que los aúna,
los mejora, los incita
a seguir, a no renunciar,
a ser,
ese vínculo,
del tipo que sea,
se irá desvaneciendo,
hasta hundirse;
sus restos,
vagarán
infelices,
por siempre.
creo entender
de qué se trata
el verdadero amor:
no de obsequios,
ni buen sexo,
ni besos,
ni caricias
más, menos expertas;
ni de vocablos elogiosos,
excitantes;
no tiene que ver
con lo material;
no se trata
-o no solamente-
de lo físico;
el amor,
el buen amor
está aquí, guardado,
¿pueden verlo,
pueden reconocerlo?
si uno está atento
lo advierte;
simplemente, puede tratarse
de una cuestión cotidiana,
un decir, un actuar
que emociona, que llena;
puede notarse al escuchar esa broma que nos hace reír,
así, la hayamos escuchado cien veces más;
por un gesto,
ciertas demostraciones de entendimiento,
de comprensión,
complicidad,
básicamente,
de confianza;
¡creer en el otro,
apostar por él
y que sea mutuo!
decirle todo, lo que fuera,
pleno de contenido,
cuando más lo necesita;
aliviar con uno o más abrazos cálidos
días de mucha pena;
cuando uno cae,
transformarse en la mano amorosa que levanta;
se trata de ese apostar por el otro,
decirle "vos podés",
empujarlo,
animarlo,
darle energía,
ánimo, fuerza;
no es un simple intercambio
de frases amorosas,
sugerentes,
pasionales;
no requiere de artes amatorias
especiales,
no requiere de nada
que no sea espontáneo,
que no surja,
que ese mismo sentimiento
no incite a aflorar
sin pensarlo, siquiera,
¡sin dudarlo!
¡cuántas veces
se confunden fáciles recitados
con el amor!
un significante
con tan profundo significado
usado,
mal usado
para tan poco,
para un rato,
para un efímero momento
de goce;
pero a quien busca
el amor con toda su impronta superlativa,
a quien no le teme,
por el contrario,
lo anhela,
no le basta con ello.
Por el contrario,
si ese amor
no reúne todas las implicancias
que involucran, de verdad,
a dos seres,
si no es una gama de sentires que los aúna,
los mejora, los incita
a seguir, a no renunciar,
a ser,
ese vínculo,
del tipo que sea,
se irá desvaneciendo,
hasta hundirse;
sus restos,
vagarán
infelices,
por siempre.
Restar existencia
No es lo mismo
una cabeza alada
y otra que sigue pensando,
que piensa igual.
No es lo mismo
la magia, la incertidumbre
el tiempo que modifica la esencia,
el ocaso que antes se vislumbrara.
El ocaso es hoy.
No importa lo que se intente,
las palabras componedoras,
con ese sonido preciso.
No importa lo que se pueda recordar,
lo que se olvidó.
Pasó.
Pudo ser un amor, una amistad,
una conjunción estimulante.
Pues no.
Inútil bucear con insistente afán
en lo que se sabe perdido;
-ni aun disfrazándolo de adrenalínico reto-;
de nada sirve
ponerlo todo y más
en el lamentable intento
de recrear una pasión extinta,
-salvo para restar existencia-.
una cabeza alada
y otra que sigue pensando,
que piensa igual.
No es lo mismo
la magia, la incertidumbre
el tiempo que modifica la esencia,
el ocaso que antes se vislumbrara.
El ocaso es hoy.
No importa lo que se intente,
las palabras componedoras,
con ese sonido preciso.
No importa lo que se pueda recordar,
lo que se olvidó.
Pasó.
Pudo ser un amor, una amistad,
una conjunción estimulante.
Pues no.
Inútil bucear con insistente afán
en lo que se sabe perdido;
-ni aun disfrazándolo de adrenalínico reto-;
de nada sirve
ponerlo todo y más
en el lamentable intento
de recrear una pasión extinta,
-salvo para restar existencia-.
jueves, febrero 13, 2020
La casa vacía
Pasa el hombre
cabizbajo,
cansado de todo,
de nada;
pasa
pasa desapercibido;
la gente se cruza con él,
con tantos,
todo da igual,
nadie llama la atención
entre tantas personas, atropellándose,
en pos de llegar quién sabe a dónde;
el hombre ya no pide nada,
¿un saludo, un gesto,
un abrazo?
pasó el tiempo
de esas necesidades;
apenas, subsiste,
mira los sitios
en que venden
aquello que necesita,
lo que puede adquirir
dentro de lo que necesita;
en su billetera
no hay suficiente dinero,
nunca lo hay;
sigue caminando
tal vez, en otro lugar,
en el supermercado de la otra cuadra
habrá alguna oferta,
habrá algo;
ya nadie espera nada de él
en esa casa
humilde, gris, vacía;
no hay bocas
que alimentar,
los chicos crecieron:
hoy, hombres,
felices huéspedes
en países muy lejanos;
su mujer
quien sabe dónde,
cómo, con quién;
el por qué
lo supo, antes:
no era solo comida,
techo, ropa;
alguien., otro pudo darle eso
y le dio mucho más;
llega a la casa,
nadie.
Ni el gato
que muerto de hambre, de frío
ya es mascota
en otro lugar;
el hombre no puede llorar,
ni siquiera el alivio
de esas cálidas gotas;
se secaron aquellas lágrimas,
como se secó su existencia;
lo espera esa mesa,
sin jarrón, sin flores,
despojada.
Saca de la bolsa de papel
algo de pan,
una botella de vino;
lo espera el silencio;
-cesaron, según parece, esos murmullos
en su mente-;
ya no hay culpas, ni temores,
ni sensación de fracaso,
apenas, persisten
algunos, muy pocos
recuerdos
algo en su mente,
en su espíritu, sin fuerzas,
consiguió
que olvidara
casi todo,
aun, de los seres que tanto amó,
hasta sus nombres.
cabizbajo,
cansado de todo,
de nada;
pasa
pasa desapercibido;
la gente se cruza con él,
con tantos,
todo da igual,
nadie llama la atención
entre tantas personas, atropellándose,
en pos de llegar quién sabe a dónde;
el hombre ya no pide nada,
¿un saludo, un gesto,
un abrazo?
pasó el tiempo
de esas necesidades;
apenas, subsiste,
mira los sitios
en que venden
aquello que necesita,
lo que puede adquirir
dentro de lo que necesita;
en su billetera
no hay suficiente dinero,
nunca lo hay;
sigue caminando
tal vez, en otro lugar,
en el supermercado de la otra cuadra
habrá alguna oferta,
habrá algo;
ya nadie espera nada de él
en esa casa
humilde, gris, vacía;
no hay bocas
que alimentar,
los chicos crecieron:
hoy, hombres,
felices huéspedes
en países muy lejanos;
su mujer
quien sabe dónde,
cómo, con quién;
el por qué
lo supo, antes:
no era solo comida,
techo, ropa;
alguien., otro pudo darle eso
y le dio mucho más;
llega a la casa,
nadie.
Ni el gato
que muerto de hambre, de frío
ya es mascota
en otro lugar;
el hombre no puede llorar,
ni siquiera el alivio
de esas cálidas gotas;
se secaron aquellas lágrimas,
como se secó su existencia;
lo espera esa mesa,
sin jarrón, sin flores,
despojada.
Saca de la bolsa de papel
algo de pan,
una botella de vino;
lo espera el silencio;
-cesaron, según parece, esos murmullos
en su mente-;
ya no hay culpas, ni temores,
ni sensación de fracaso,
apenas, persisten
algunos, muy pocos
recuerdos
algo en su mente,
en su espíritu, sin fuerzas,
consiguió
que olvidara
casi todo,
aun, de los seres que tanto amó,
hasta sus nombres.
miércoles, febrero 12, 2020
La literatura que me significaste
Claro que sufrí
y demasiado;
claro
que te perdí
y más de una vez;
claro
que tus palabras
fueron tan directas
que perforaron, sin preámbulos,
la gigantesca nube onírica
que mi imaginación, incansable,
había construido;
claro que todo
se dio, de varios modos,
para mal, para bien,
para nada.
Pero ¿cómo justificaría
esas sensaciones
que noche tras noche
vivifican tantos insomnios,
dan calor,
dan inspiración
a tantas palabras,
tantísimos poemas
que a algunos
hacen sentir identificados,
que a tantos
llegan
con su fracción de "verdad",
más el inevitable toque hiperbolizador
del artista?
Parte, todo el padecimiento,
todo lo amoroso,
todo lo dañino,
toda esa emoción,
también, el sufrimiento
que nos ocasionamos
deambula entre estos versos;
y otros tantos
que alguna vez
compartiré
con ustedes,
conmigo.
¡Y los que vendrán!
es incalculable
la literatura que me significó,
me significa,
les significa
esta apasionante,
complicada, alegre,
penosa
historia de...
¿amor?
y demasiado;
claro
que te perdí
y más de una vez;
claro
que tus palabras
fueron tan directas
que perforaron, sin preámbulos,
la gigantesca nube onírica
que mi imaginación, incansable,
había construido;
claro que todo
se dio, de varios modos,
para mal, para bien,
para nada.
Pero ¿cómo justificaría
esas sensaciones
que noche tras noche
vivifican tantos insomnios,
dan calor,
dan inspiración
a tantas palabras,
tantísimos poemas
que a algunos
hacen sentir identificados,
que a tantos
llegan
con su fracción de "verdad",
más el inevitable toque hiperbolizador
del artista?
Parte, todo el padecimiento,
todo lo amoroso,
todo lo dañino,
toda esa emoción,
también, el sufrimiento
que nos ocasionamos
deambula entre estos versos;
y otros tantos
que alguna vez
compartiré
con ustedes,
conmigo.
¡Y los que vendrán!
es incalculable
la literatura que me significó,
me significa,
les significa
esta apasionante,
complicada, alegre,
penosa
historia de...
¿amor?
El amor en el sitio equivocado
Ni esto de seguir fingiendo,
dibujándome risas
de ficción;
cero voluntad de formular preguntas
pues no me importa
conocer las respuestas;
ni la curiosidad,
ni ese ansia de saber,
de conocer, de aprender,
ni el menor interés
en lo que me cuentan
referido a lo que fuera;
ni hacer lo que hago,
¡ni escribir, siquiera!
nada
nada enciende
en mí,
el menor interés
cuando todo fue inútil,
cuando dejé mi corazón
abierto, dispuesto, ávido
a merced
de un ser hostil,
despiadado,
¡gélido espécimen!
exento de sentimiento alguno,
salvo hacia su persona,
-o su ego-;
no sirven frases,
menos, de consuelo,
ni obsequios,
ni abrazos;
mi cuerpo, mi espíritu,
tiesos,
parece que latieran
pero no;
no puedo, no deseo sentir,
no puedo vibrar,
no tengo, no deseo emociones;
me da igual si salió
o no el sol,
si ese pájaro
que tanto seguía con la vista
sigue acercándose
a mi ventana;
no hay aves, no hay árboles,
no hay calor, ni frío,
no hay lluvia,
no hay viento,
no hay personas,
solo imágenes informes que desfilan,
van, vienen
y no me detengo
en ninguna mirada,
no más.
Puse mi amor,
lo puse por entero
en el sitio equivocado;
creí poder reparar,
poder reencauzarlo,
poder...
no fue suficiente,
nunca lo fue.
"Ya no es mágico
el mundo/te han dejado",
("1964", Jorge Luis Borges).
dibujándome risas
de ficción;
cero voluntad de formular preguntas
pues no me importa
conocer las respuestas;
ni la curiosidad,
ni ese ansia de saber,
de conocer, de aprender,
ni el menor interés
en lo que me cuentan
referido a lo que fuera;
ni hacer lo que hago,
¡ni escribir, siquiera!
nada
nada enciende
en mí,
el menor interés
cuando todo fue inútil,
cuando dejé mi corazón
abierto, dispuesto, ávido
a merced
de un ser hostil,
despiadado,
¡gélido espécimen!
exento de sentimiento alguno,
salvo hacia su persona,
-o su ego-;
no sirven frases,
menos, de consuelo,
ni obsequios,
ni abrazos;
mi cuerpo, mi espíritu,
tiesos,
parece que latieran
pero no;
no puedo, no deseo sentir,
no puedo vibrar,
no tengo, no deseo emociones;
me da igual si salió
o no el sol,
si ese pájaro
que tanto seguía con la vista
sigue acercándose
a mi ventana;
no hay aves, no hay árboles,
no hay calor, ni frío,
no hay lluvia,
no hay viento,
no hay personas,
solo imágenes informes que desfilan,
van, vienen
y no me detengo
en ninguna mirada,
no más.
Puse mi amor,
lo puse por entero
en el sitio equivocado;
creí poder reparar,
poder reencauzarlo,
poder...
no fue suficiente,
nunca lo fue.
"Ya no es mágico
el mundo/te han dejado",
("1964", Jorge Luis Borges).
martes, febrero 11, 2020
Ni correctos ni incorrectos
¿Qué sería lo "correcto?
me encanta leer
a algunos
que dicen o sugieren saberlo
y esgrimen
muchísimos argumentos
tan ridículos
como inútiles;
nada es lo "correcto"
y aplica a todo:
nada es digno de leerse
más que otra cosa;
ninguna canción
será nunca mejor ni peor
que otra;
ningún cuadro
será EL cuadro,
es la mirada,
es el gusto, la preferencia,
las sensaciones, las vivencias
del que se detiene en unas páginas
y no en otras,
del que observa,
del que escucha;
no hay correctos
ni incorrectos;
hay de todo,
para todos los gustos,
las apreciaciones,
-mientras no lastimemos a nadie-;
no hay colores
más lindos que otros,
no hay peinados,
ni modas,
ni elecciones
de ningún tipo,
en ningún ámbito
adecuadas,
apropiadas,
"correctas".
¡Pensar que todavía hay personas
que creen poder establecer
lo que es digno de valorarse,
lo que no!;
lo que tiene calidad,
lo que no la tiene;
¡lo que es "normal",
lo que no lo es!
pasó la época
de las condenas,
de la cacería de brujas
-o debería haber pasado-;
¡estamos en el siglo 21!
lo "correcto",
para mí,
es aquello, lo que sea que nos haga felices,
lo que nos brinde placer, goce,
felicidad,
lo que nos haga amarnos
y amar
aún más;
lo que convierta
cada día
en ese montón de ganas,
de proyecciones,
de un nuevo: "hoy va a ocurrir, hoy lo voy a lograr";
lo demás...
pretéritas,
ignorantes
posturas,
de parte, supongo,
de gente
tal vez, triste, solitaria
o asustada
que no supo, no pudo,
no consiguió
o no apuesta, siquiera,
a su propia libertad.
lunes, febrero 10, 2020
Empecinamiento inexplicable
Un día
mientras esté pensando
en cualquier cosa
menos en vos,
menos en aquellas cuestiones
que me persiguen,
me aturden,
me impiden concentrarme
en otros temas;
me desvelan,
me despiertan
con lágrimas en los ojos,
de esas que cuesta
soltar;
un día
en que esté
ocupada,
distraída,
al punto
de no hallarte más
en estas, en otras líneas,
en mi cabeza,
en el más insignificante rincón
de mi espíritu;
ese día
tal vez, suceda.
Al no estar preparada,
al no creer,
solo esperar
-por si acaso...-,
no sé cómo reaccionaría,
no sé si me emocionaría,
si sentiría alivio ante mis inquietudes;
no sé si volvería a sentirme recordada,
de algún modo,
querida;
No sé si recuperaría
aquel valor,
aquel sentirme única,
bella, especial,
¡elegida!
no sé,
en verdad, no tengo la menor idea.
Pasa el tiempo
y no puedo dejar
de buscarte
donde nunca te encuentro
y posiblemente, no te encontraré;
pero repito:
si algún día,
-por eso
de siempre estar a punto de abdicar
y al mismo tiempo,
seguir insistiendo-,
veo, leo
tus palabras
o escucho tu voz
que ya estoy olvidando,
así, no quiera olvidarla;
si pasa, si lo muy deseado
se concreta,
ignoro qué sensaciones me produciría.
Probablemente,
mucho miedo;
Tal vez, me haya habituado
a ese empecinamiento inexplicable:
el no poder dar fin
a tan absurdo empeño,
como si se tratara
de un ritual
irrevocable.
mientras esté pensando
en cualquier cosa
menos en vos,
menos en aquellas cuestiones
que me persiguen,
me aturden,
me impiden concentrarme
en otros temas;
me desvelan,
me despiertan
con lágrimas en los ojos,
de esas que cuesta
soltar;
un día
en que esté
ocupada,
distraída,
al punto
de no hallarte más
en estas, en otras líneas,
en mi cabeza,
en el más insignificante rincón
de mi espíritu;
ese día
tal vez, suceda.
Al no estar preparada,
al no creer,
solo esperar
-por si acaso...-,
no sé cómo reaccionaría,
no sé si me emocionaría,
si sentiría alivio ante mis inquietudes;
no sé si volvería a sentirme recordada,
de algún modo,
querida;
No sé si recuperaría
aquel valor,
aquel sentirme única,
bella, especial,
¡elegida!
no sé,
en verdad, no tengo la menor idea.
Pasa el tiempo
y no puedo dejar
de buscarte
donde nunca te encuentro
y posiblemente, no te encontraré;
pero repito:
si algún día,
-por eso
de siempre estar a punto de abdicar
y al mismo tiempo,
seguir insistiendo-,
veo, leo
tus palabras
o escucho tu voz
que ya estoy olvidando,
así, no quiera olvidarla;
si pasa, si lo muy deseado
se concreta,
ignoro qué sensaciones me produciría.
Probablemente,
mucho miedo;
Tal vez, me haya habituado
a ese empecinamiento inexplicable:
el no poder dar fin
a tan absurdo empeño,
como si se tratara
de un ritual
irrevocable.
domingo, febrero 09, 2020
Una antigua alegría... aggiornada
Quiero despertarme
y que todo vuelva a ser
o no vuelva a ser,
sino distinto;
¡que me sorprenda!
no quiero anticipos,
ni conocer
ningún detalle,
simplemente
que se parezca
lo más posible
a esa vida
que puede llamarse vida,
que lo merece.
Quiero despertarme, un día,
no sé, cualquiera,
cuando quien sea de donde sea,
desde mi interior,
¿por qué no?
lo disponga.
Asombrarme por haber recobrado
una antigua, inolvidable, alegría,
pero distinta
actualizada,
aggiornada
a mi tiempo,
a este nuevo tiempo
que se inicia
a cada segundo,
que ya es distinto
al de las primeras frases de este escrito;
Despertar
y elegir
estar despierta;
huirle a la cama,
a su cobijo,
correr hacia lo que me depare
la existencia,
sin miedos, sin prejuicios,
sin latitudes de por medio,
sin nada,
despojada,
absolutamente,
de todo,
aun
de mí.
y que todo vuelva a ser
o no vuelva a ser,
sino distinto;
¡que me sorprenda!
no quiero anticipos,
ni conocer
ningún detalle,
simplemente
que se parezca
lo más posible
a esa vida
que puede llamarse vida,
que lo merece.
Quiero despertarme, un día,
no sé, cualquiera,
cuando quien sea de donde sea,
desde mi interior,
¿por qué no?
lo disponga.
Asombrarme por haber recobrado
una antigua, inolvidable, alegría,
pero distinta
actualizada,
aggiornada
a mi tiempo,
a este nuevo tiempo
que se inicia
a cada segundo,
que ya es distinto
al de las primeras frases de este escrito;
Despertar
y elegir
estar despierta;
huirle a la cama,
a su cobijo,
correr hacia lo que me depare
la existencia,
sin miedos, sin prejuicios,
sin latitudes de por medio,
sin nada,
despojada,
absolutamente,
de todo,
aun
de mí.
sábado, febrero 08, 2020
Todos...subiendo y bajando
Detrás del cortinado
espío;
no me convencen
esos rostros,
los que parecen tenerlo
todo tan claro;
los que eligieron bien,
deciden lo que hay que decidir,
hacen lo que hay que hacer;
los que están...¿en lo cierto?
¿qué sabrán,
cuánto sabrán,
qué enciclopedia,
qué cursada universitaria,
qué profesor, qué maestro,
qué gurú
les hizo creer
en ello?
espío.
Hay unos ojos,
tímidos,
enseguida,
se encuentran con los míos;
no hace falta
decirnos nada,
no hacen falta
palabras, ni gestos,
bastan las miradas;
no hay verdades absolutas,
no hay certezas inexorables,
nadie está del lado del bien,
nadie, del mal;
todos tenemos
un poco de todo;
secretos
que desconocemos
o conocemos
y no nos atrevemos a confesarnos;
todos
subiendo y bajando,
descendiendo hasta el fondo,
ascendiendo luego
más, menos tiempo,
nos lleva
pasar de un lado al otro;
-a veces,
ambos lados coinciden-;
no sirve juzgar,
sin antes, mirarnos
¡mirarnos, de verdad!
frente al espejo,
-al que no miente-
o al que menos miente;
veremos qué hay detrás
de esa apariencia apacible,
quizás, sonriente,
quizás, alicaída,
quizás, iracunda;
siempre está ese detrás;
no hay ninguno
ni mejor ni peor
que cualquiera de cualquiera de nosotros;
estamos en este lado
y nos reímos, nos burlamos,
nos ensañamos
con los que cayeron,
los que no pudieron consigo
o con la vida,
al punto de
bajar y no poder regresar;
como todo vuelve
-y no es solo una frase de las abuelas-
puede tocarnos:
buscar, intentar buscar
aquel cielo,
desde la oscuridad del pozo más profundo;
sentirnos impotentes,
culpables,
solos,
horriblemente
malignos;
y estarán ellos,
los "perfectos",
-entre los que nos contábamos también-,
asomados al borde del foso,
con sus satisfechos rostros,
convencidos de haber hecho "lo correcto";
con sus malditos dedos
señalándonos
hasta perforarnos las sienes;
volcando todo ese odio
que no estaría destinado
a los supuestos culpables;
ese odio
no es de ahora;
viene de antes,
viene de esa niñez,
de algo que vimos, que vivimos,
de algo que soñamos
y no sucedió;
viene de ese sentimiento
de no ser, de no haber logrado,
¡de no haber triunfado!
ese odio,
ese resentimiento,
ese deseo de venganza
habita, desde hace tiempo, en nosotros,
invade, contamina
empobrece
nuestro espíritu
y no daña a nadie
con tanta magnitud
como lo hace con nosotros mismos.
espío;
no me convencen
esos rostros,
los que parecen tenerlo
todo tan claro;
los que eligieron bien,
deciden lo que hay que decidir,
hacen lo que hay que hacer;
los que están...¿en lo cierto?
¿qué sabrán,
cuánto sabrán,
qué enciclopedia,
qué cursada universitaria,
qué profesor, qué maestro,
qué gurú
les hizo creer
en ello?
espío.
Hay unos ojos,
tímidos,
enseguida,
se encuentran con los míos;
no hace falta
decirnos nada,
no hacen falta
palabras, ni gestos,
bastan las miradas;
no hay verdades absolutas,
no hay certezas inexorables,
nadie está del lado del bien,
nadie, del mal;
todos tenemos
un poco de todo;
secretos
que desconocemos
o conocemos
y no nos atrevemos a confesarnos;
todos
subiendo y bajando,
descendiendo hasta el fondo,
ascendiendo luego
más, menos tiempo,
nos lleva
pasar de un lado al otro;
-a veces,
ambos lados coinciden-;
no sirve juzgar,
sin antes, mirarnos
¡mirarnos, de verdad!
frente al espejo,
-al que no miente-
o al que menos miente;
veremos qué hay detrás
de esa apariencia apacible,
quizás, sonriente,
quizás, alicaída,
quizás, iracunda;
siempre está ese detrás;
no hay ninguno
ni mejor ni peor
que cualquiera de cualquiera de nosotros;
estamos en este lado
y nos reímos, nos burlamos,
nos ensañamos
con los que cayeron,
los que no pudieron consigo
o con la vida,
al punto de
bajar y no poder regresar;
como todo vuelve
-y no es solo una frase de las abuelas-
puede tocarnos:
buscar, intentar buscar
aquel cielo,
desde la oscuridad del pozo más profundo;
sentirnos impotentes,
culpables,
solos,
horriblemente
malignos;
y estarán ellos,
los "perfectos",
-entre los que nos contábamos también-,
asomados al borde del foso,
con sus satisfechos rostros,
convencidos de haber hecho "lo correcto";
con sus malditos dedos
señalándonos
hasta perforarnos las sienes;
volcando todo ese odio
que no estaría destinado
a los supuestos culpables;
ese odio
no es de ahora;
viene de antes,
viene de esa niñez,
de algo que vimos, que vivimos,
de algo que soñamos
y no sucedió;
viene de ese sentimiento
de no ser, de no haber logrado,
¡de no haber triunfado!
ese odio,
ese resentimiento,
ese deseo de venganza
habita, desde hace tiempo, en nosotros,
invade, contamina
empobrece
nuestro espíritu
y no daña a nadie
con tanta magnitud
como lo hace con nosotros mismos.
jueves, febrero 06, 2020
Resabios
Algo queda;
no es sentimiento,
no es agobio,
ni pena;
ni extrañar
lo que no se pudo,
lo que se imaginó
que se podría
pero no.
Algo,
un resabio,
el corazón
todavía, -no sé por cuánto tiempo-,
tieso,
temeroso,
escondido
detrás de cualquier "sustituto",
objeto, actividad, idea,
solo para no pensar,
para pensar menos;
algo quedó,
como una astilla
en la yema de un dedo:
no duele,
molesta
y pese a todo el empeño,
(así decaiga,
así decaiga),
pese a la insistencia en ese desapego
-que lleva ya unos cien años-
(hiperbolizo),
no puede quitarse,
no permite que se quite,
se resiste,
se aferra,
detiene,
tira hacia abajo.
Tal vez
me de un motivo
esto de soñar a medias,
uno que otro día,
sostener ese atisbo de ilusión,
para no ver
o no ver todo el tiempo
el lodo,
el vacío,
el tedio,
el absurdo,
diario, repetir;
es algo
y no es nada
sin embargo,
soy consciente
de que no hay esperanzas
de un regreso;
no hay boletos de ida,
ni de vuelta;
pasó
y la espina
saltará
y no sangrará,
no esta vez;
¡un día seré libre,
al fin, lo conseguiré!
en cuanto deje
de traerlo y traerlo
a la cabeza,
al espíritu.
no es sentimiento,
no es agobio,
ni pena;
ni extrañar
lo que no se pudo,
lo que se imaginó
que se podría
pero no.
Algo,
un resabio,
el corazón
todavía, -no sé por cuánto tiempo-,
tieso,
temeroso,
escondido
detrás de cualquier "sustituto",
objeto, actividad, idea,
solo para no pensar,
para pensar menos;
algo quedó,
como una astilla
en la yema de un dedo:
no duele,
molesta
y pese a todo el empeño,
(así decaiga,
así decaiga),
pese a la insistencia en ese desapego
-que lleva ya unos cien años-
(hiperbolizo),
no puede quitarse,
no permite que se quite,
se resiste,
se aferra,
detiene,
tira hacia abajo.
Tal vez
me de un motivo
esto de soñar a medias,
uno que otro día,
sostener ese atisbo de ilusión,
para no ver
o no ver todo el tiempo
el lodo,
el vacío,
el tedio,
el absurdo,
diario, repetir;
es algo
y no es nada
sin embargo,
soy consciente
de que no hay esperanzas
de un regreso;
no hay boletos de ida,
ni de vuelta;
pasó
y la espina
saltará
y no sangrará,
no esta vez;
¡un día seré libre,
al fin, lo conseguiré!
en cuanto deje
de traerlo y traerlo
a la cabeza,
al espíritu.
martes, febrero 04, 2020
Héroes destartalados
Rabia y tristeza
de que todo el tiempo, durante años,
las mentiras
se hayan "transformado",
se sigan transformando en verdades;
de que las pocas pero válidas certezas
se aúnen, se desesperen por salir,
por revelarse y rebelarse;
¡se deseen gritar
por todas partes!
¡de que no nos atrevamos
y de que pague, siempre,
el que se atreve!
tirarles toda su basura
en sus malditas caras
de piedra,
en sus máscaras,
sus tantas máscaras
apropiadas, todas ellas,
según la ocasión.
Dolor,
decepción
ante lo que se ve,
lo que se oye,
lo que no se ve
ni se oye;
de que todo deba filtrarse,
todo deba ser tomado
con precaución,
¡uno se siente tan solo!
uno se siente
un imbécil
a quien todos intentan, creen
convencer, manipular,
¡convertir!
atraer
a su pútrido y retrógrado rebaño;
¡no lo harán!
no lo permitiré,
ni muchos de nosotros lo permitirá;
creímos, a ciegas,
en tantas cosas,
cuando niños;
nos inculcaron
miedos, ideas falaces,
nos adoctrinaron,
-no es algo que se da
solo en estos tiempos-:
lustrosas imágenes
en imponentes pinturas,
fotografías, libros,
pasquines
detrás de los cuales
se ocultaban
las más oscuras oscuridades;
quisiera huir,
pues esta es la única manera
que encuentro
por ahora;
decirme y decirles:
no le crean del todo a ninguno,
no acepten lo que les digan
sin averiguarlo, sin investigar;
no canjeen la pureza de su espíritu,
a cambio de ceder en cualquiera de sus principios;
no embanderen
a héroes destartalados,
¡héroes que nunca lo fueron,
inventados para ocultar, ¿justificar?
las tantas atrocidades
de los que jamás
serían, siquiera,
pensados como posibles héroes!;
uno es el héroe.
Levantarse cada día,
inventar un propósito,
dar de sí
lo que se pueda, lo que se tenga,
una sonrisa,
una palabra,
una mirada distinta
de lo mismo,
una mirada
no contaminada de esa basura ideológica;
una mirada de cielo,
de mar, de bosques,
de sol, de estrellas,
de naturaleza,
la verdadera,
la única verdadera.
La que no intenta seducirnos,
convencernos, atraparnos,
lastimarnos;
la que no nos pide nada,
nunca
y nunca lo hará.
de que todo el tiempo, durante años,
las mentiras
se hayan "transformado",
se sigan transformando en verdades;
de que las pocas pero válidas certezas
se aúnen, se desesperen por salir,
por revelarse y rebelarse;
¡se deseen gritar
por todas partes!
¡de que no nos atrevamos
y de que pague, siempre,
el que se atreve!
tirarles toda su basura
en sus malditas caras
de piedra,
en sus máscaras,
sus tantas máscaras
apropiadas, todas ellas,
según la ocasión.
Dolor,
decepción
ante lo que se ve,
lo que se oye,
lo que no se ve
ni se oye;
de que todo deba filtrarse,
todo deba ser tomado
con precaución,
¡uno se siente tan solo!
uno se siente
un imbécil
a quien todos intentan, creen
convencer, manipular,
¡convertir!
atraer
a su pútrido y retrógrado rebaño;
¡no lo harán!
no lo permitiré,
ni muchos de nosotros lo permitirá;
creímos, a ciegas,
en tantas cosas,
cuando niños;
nos inculcaron
miedos, ideas falaces,
nos adoctrinaron,
-no es algo que se da
solo en estos tiempos-:
lustrosas imágenes
en imponentes pinturas,
fotografías, libros,
pasquines
detrás de los cuales
se ocultaban
las más oscuras oscuridades;
quisiera huir,
pues esta es la única manera
que encuentro
por ahora;
decirme y decirles:
no le crean del todo a ninguno,
no acepten lo que les digan
sin averiguarlo, sin investigar;
no canjeen la pureza de su espíritu,
a cambio de ceder en cualquiera de sus principios;
no embanderen
a héroes destartalados,
¡héroes que nunca lo fueron,
inventados para ocultar, ¿justificar?
las tantas atrocidades
de los que jamás
serían, siquiera,
pensados como posibles héroes!;
uno es el héroe.
Levantarse cada día,
inventar un propósito,
dar de sí
lo que se pueda, lo que se tenga,
una sonrisa,
una palabra,
una mirada distinta
de lo mismo,
una mirada
no contaminada de esa basura ideológica;
una mirada de cielo,
de mar, de bosques,
de sol, de estrellas,
de naturaleza,
la verdadera,
la única verdadera.
La que no intenta seducirnos,
convencernos, atraparnos,
lastimarnos;
la que no nos pide nada,
nunca
y nunca lo hará.
lunes, febrero 03, 2020
En el camino...el encanto, la magia de la vida
Siempre
creer
en algún dios, en el universo,
en espíritus, en ángeles,
en lo que fuera
y antes que nada
¡antes que todo!
en uno mismo.
Así,
todo se venga abajo,
todo salga al revés,
hayamos hecho lo posible, lo imposible
por lograr lo que fuera,
en el amor,
en cualquier otro aspecto
de nuestro existir;
así,
todo, absolutamente,
nos esté saliendo pésimo,
confiar, siempre confiar.
En la espera
está la factibilidad,
la alegría al imaginar
que podría acontecer;
¡que podría lograrse,
que podríamos!
en el camino,
aunque se nos presente pedregoso,
plagado de obstáculos
está el encanto,
la magia
de la vida.
Para que al fin,
-si así lo deseamos-,
aprendamos
que no todo es posible
y todo lo es,
al mismo tiempo;
que hay cosas,
hay sentimientos,
hay pasiones,
hay sueños
que no se concretarán,
que no nos serán retribuidos
pero sí son nuestros,
surgieron, surgen en nosotros,
nos pertenecen;
viven en nuestro corazón,
en nuestra piel,
y nada, nadie
ningún detractor
de ninguna clase
podrá arrancárnoslos.
creer
en algún dios, en el universo,
en espíritus, en ángeles,
en lo que fuera
y antes que nada
¡antes que todo!
en uno mismo.
Así,
todo se venga abajo,
todo salga al revés,
hayamos hecho lo posible, lo imposible
por lograr lo que fuera,
en el amor,
en cualquier otro aspecto
de nuestro existir;
así,
todo, absolutamente,
nos esté saliendo pésimo,
confiar, siempre confiar.
En la espera
está la factibilidad,
la alegría al imaginar
que podría acontecer;
¡que podría lograrse,
que podríamos!
en el camino,
aunque se nos presente pedregoso,
plagado de obstáculos
está el encanto,
la magia
de la vida.
Para que al fin,
-si así lo deseamos-,
aprendamos
que no todo es posible
y todo lo es,
al mismo tiempo;
que hay cosas,
hay sentimientos,
hay pasiones,
hay sueños
que no se concretarán,
que no nos serán retribuidos
pero sí son nuestros,
surgieron, surgen en nosotros,
nos pertenecen;
viven en nuestro corazón,
en nuestra piel,
y nada, nadie
ningún detractor
de ninguna clase
podrá arrancárnoslos.
sábado, febrero 01, 2020
Me dejaste de querer o de eso que sentías
Me dejaste de querer
o de eso que sentías;
dolió a morir
al principio;
luego, menos,
menos todavía,
y más tarde,
muchísimo menos.
Pasa el tiempo
y regresan, a mi pesar
-o no-,
las imágenes,
las frases, las actitudes,
los momentos de risas, de coqueteo,
los entredichos, las disputas,
¡tanto, de todo!
en definitiva, modificó,
en varios aspectos,
me modificó,
al menos,
en este ya bastante extenso
periodo de mi vida;
hay días
en que nada de eso importa,
en que creo haberlo, haberte
olvidado
¡y es genial!
hallo refugio entre los árboles,
los arbustos, las cortaderas,
la paz de un parque, de un bosque,
de un lago;
camino y camino, despreocupada,
la cabeza, casi en blanco;
disfruto de la mirada del sol,
del aire, del verde, del césped,
de las hojas que el viento traslada
quien sabe a dónde;
otros días, me encierro
entre libros
me quedo durante un largo rato
en una de esas antiguas librerías
que lo tienen todo,
¡el mejor festín para una ávida lectora!
hay días.
Y otros,
en que regresan las nubes oscuras.
Entonces, vuelvo a preguntarme,
vuelvo a sentir esas ganas, ese impulso
y si me decido,
si dedico alguna que otra palabra,
alguno que otro verso,
un poema,
quizás;
a aquel tiempo,
aquella sensación,
momentos de vacío,
en que creí preciso colmarlos de aquello
que sobre todo, en la etapa final
agobiaba, aturdía;
aun así,
se me había tornado
imprescindible.
De pronto,
se repite ese sabor amargo de la abstinencia
y es ahí,
cuando vuelvo a buscarte
inútilmente,
de todos modos,
me obstino, ¡no puedo detenerme!;
como aquel que carente de dinero,
se obsesiona con un objeto muy caro
y lo adquiere,
consciente de que no podrá pagarlo;
algo de eso
me pasa.
Me ilusiono con tu lectura
y a la vez, no creo en que se de;
imagino que todavía te acordás,
alguna vez, de mí,
de lo que pasó,
de lo que no;
y al mismo tiempo,
percibo
que me olvidaste.
¿Cómo vivir de ese modo?
¿cómo inventarme una existencia,
un proyecto,
con todo aquello
todavía no resuelto?
sin un maldito indicio
de la certidumbre de tu presencia,
¡sin una explicación, una respuesta!
aunque conozco la respuesta,
-si bien me hiere y no querría-:
el más insalvable,
-probablemente, definitivo-
hermetismo.
o de eso que sentías;
dolió a morir
al principio;
luego, menos,
menos todavía,
y más tarde,
muchísimo menos.
Pasa el tiempo
y regresan, a mi pesar
-o no-,
las imágenes,
las frases, las actitudes,
los momentos de risas, de coqueteo,
los entredichos, las disputas,
¡tanto, de todo!
en definitiva, modificó,
en varios aspectos,
me modificó,
al menos,
en este ya bastante extenso
periodo de mi vida;
hay días
en que nada de eso importa,
en que creo haberlo, haberte
olvidado
¡y es genial!
hallo refugio entre los árboles,
los arbustos, las cortaderas,
la paz de un parque, de un bosque,
de un lago;
camino y camino, despreocupada,
la cabeza, casi en blanco;
disfruto de la mirada del sol,
del aire, del verde, del césped,
de las hojas que el viento traslada
quien sabe a dónde;
otros días, me encierro
entre libros
me quedo durante un largo rato
en una de esas antiguas librerías
que lo tienen todo,
¡el mejor festín para una ávida lectora!
hay días.
Y otros,
en que regresan las nubes oscuras.
Entonces, vuelvo a preguntarme,
vuelvo a sentir esas ganas, ese impulso
y si me decido,
si dedico alguna que otra palabra,
alguno que otro verso,
un poema,
quizás;
a aquel tiempo,
aquella sensación,
momentos de vacío,
en que creí preciso colmarlos de aquello
que sobre todo, en la etapa final
agobiaba, aturdía;
aun así,
se me había tornado
imprescindible.
De pronto,
se repite ese sabor amargo de la abstinencia
y es ahí,
cuando vuelvo a buscarte
inútilmente,
de todos modos,
me obstino, ¡no puedo detenerme!;
como aquel que carente de dinero,
se obsesiona con un objeto muy caro
y lo adquiere,
consciente de que no podrá pagarlo;
algo de eso
me pasa.
Me ilusiono con tu lectura
y a la vez, no creo en que se de;
imagino que todavía te acordás,
alguna vez, de mí,
de lo que pasó,
de lo que no;
y al mismo tiempo,
percibo
que me olvidaste.
¿Cómo vivir de ese modo?
¿cómo inventarme una existencia,
un proyecto,
con todo aquello
todavía no resuelto?
sin un maldito indicio
de la certidumbre de tu presencia,
¡sin una explicación, una respuesta!
aunque conozco la respuesta,
-si bien me hiere y no querría-:
el más insalvable,
-probablemente, definitivo-
hermetismo.
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