infinito
espacio en blanco
¡qué bueno
que existas!
¿qué haría,
qué sería yo
sin ese constante desafío:
tu nada que invita, que incita
al intento de proponer mi todo
o mi casi?
¿cuál sería el encanto
si siempre estuvieras
saturado de palabras, frases,
dichos, lo que fuera?
la sensualidad desafiante
de ese vacío
motiva
el despertar de las más locas,
inimaginables, fantasías,
de las más desgarradoras
proyecciones de ciertas realidades;
tu blanco
se traduce en mis colores,
en los de tantos;
jamás te temí,
siempre te busqué,
aquí, allá, en todos los tiempos,
en mi entendimiento;
fuiste la luz
que marcó el arduo,
excitante camino
en pos de la creación,
de la búsqueda del vocablo preciso,
del honor que significa
este decir
que surge de mi interior
o no sé de dónde
y no está destinado
a mí,
solo soy una intermediaria.
Serán los que lean,
los que reescriban
esto o aquello
que alguien, algo, dicta
desde lugares
inaccesibles
que quizás,
ni siquiera existan;
por todo eso y más
esta oda al blanco,
a la nada, al vacío;
me inclino
hacia su generosa,
desinteresada
incertidumbre.
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