Curioso:
sin haber abierto
las ventanas,
mi sonrisa
estaba lista
para sol,
calor, lluvia, viento,
lo que fuera;
significa
que todo se halla
en nuestro interior;
siempre hay un pequeño,
así sea ínfimo
bunker
secreto, propio,
estimulante;
puede darse que ni nosotros
lo sepamos
o lo hayamos olvidado;
es allí, donde esa flor
que huyó
de un destino pantanoso,
nos arroja un inigualable perfume,
su suspiro de aire fresco,
su exclusivo color,
¡son esperanzas renovadas!
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En efecto, cuando abrí
las ventanas
el sol me pareció más estelar
que nunca,
los árboles,
meciéndose lenta, sensualmente,
lejos de bosques, praderas,
lejos de lagos, mares, ríos;
aquí,
¡aquí mismo!
con los mismos edificios
de todos los días,
¡y la enredadera!
de fiesta:
la misma, la de flores violáceas,
de la que se ignora su proveniencia
y se renueva, siempre se renueva;
las vías,
los trenes,
los automóviles
y sus estridencias;
aquí,
increíblemente,
puedo hallar mi pequeño-gigante
bunker;
una mirada distinta
logra una fotografía particular, única;
aplica en ese arte,
aplica en cada aspecto
de nuestra vida,
¡nuestra vida!
solo nosotros
podemos pintarla, diseñarla,
¡transformarla!
una, dos, miles de veces.
No habrá
un día, ni un segundo
igual al siguiente;
no habrá un momento mágico
que se repita de igual modo.
Es hoy.
Es ahora.
Es mañana y luego y luego...
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