sábado, enero 21, 2023

Excesiva

 Duele si doy,

 duele si no lo hago,


 duele si escucho,

 duele si hago oídos sordos;


a veces, muchas,

no sé qué es lo que tengo que hacer.


Si pido disculpas,

no las aceptan,


si no pido disculpas

me siento mal conmigo,


porque siempre pero siempre

dije, digo, hice, hago

lo que sentía, siento;


¡ufffff!


es difícil vivir

y al mismo tiempo, tan simple;


se es como se es,

se dice tanto y como se desea decir


y no debería importarnos

si el otro responde, 

si le interesamos o no,


si está dispuesto o no

a escucharnos,

a intercambiar


lo que fuera;


aun así,

insisto: duele.


Lastimé

a personas


sin darme cuenta

o dándome cuenta,


¡ya no sé distinguirlo!


por esta cuestión

de ser, sin dudas, bruscamente

sincera, directa;


¿será por eso

que escribo,


pues, si no lo expreso en forma audible,

lo hago con palabras?


es como si me viera obligada,

como si no pudiera resistirlo.


Pensar que hay tantos

que callan y ya.


Que desaparecen de nuestras vidas

sin dejar el menor rastro.


Y ya.


No pertenezco a esa clase

de personas. 


No puedo.


Doy explicaciones, aclaro,

pero a veces, me excedo...


¡ahí está el problema!


exceso de pensamientos,

de palabras, de acciones,


excesiva.


En todo.


"Intensa"

me diría un alguien

a quien quiero olvidar


y no puedo.


Alguien

que me cortó

toda posibilidad de contacto,


como si fuera

un delincuente.


En fin,

volviendo a esto del exceso,


por suerte, 

no afecta mi salud,


o sí.


El cuerpo

se entera


cuando la mente está demasiado enmarañada,

cuando se tiene miedo, tristeza, ansiedad,


impotencia.


Por eso,

así duela de una u otra forma,


para mí, siempre fue y es mucho mejor

decir, añadir,


no dejar nada pero nada pendiente


para una presunta

"otra vida".



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Cristina Del Gaudio

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