No lo acepto.
El tren
aún puede regresar,
detenerse
y descenderá
aquel joven,
el que siempre reía,
el que besaba de ese modo único,
el que hablaba en voz muy alta
y soñaba...con tantas cosas;
¿se habrán cumplido esos sueños?
no lo sé.
Por mi parte,
me convertí en una "Penélope"
como la de la famosa "La Odisea".
Y aunque no esté sentada
en el banco de la estación,
en mi alma,
en mi corazón
siempre estoy esperándote,
creo que hasta el final
de nuestras vidas.
Porque un gran amor
no pasa así como así;
mucho menos,
si tuvo idas y venidas,
regresos inesperados
o esperados,
promesas cumplidas,
incumplidas;
así no haya nuevos encuentros,
esperaré y entretanto
seguiré evocándote, evocándonos
entre letras, entre versos,
en el entramado de tantas historias;
entre visitas a la enredadera
con flores violáceas,
frente a cafés humeantes,
esbozando escritos más, menos amorosos.
Entretanto,
seguiré, aunque no siempre,
recordando todo aquello,
lo inolvidable
y dejaré de pensar,
de entristecerme
con lo olvidable.
Serás mi musa
por siempre.
¿Seré tu musa?
quizás.
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