Extraño
a los patos,
los que se deslizan,
impecables,
cual nubes muy blancas,
por los lagos
de Palermo;
siempre me digo:
tengo que ir,
amo ese lugar,
la vegetación, el aire,
¡la vida!
que desprende
toda esa maravilla.
Voy a volver
por ahí
muy pronto.
Me alejé
un tiempo
de la naturaleza,
solo físicamente,
nunca espiritual
ni mentalmente,
desde ya.
Necesito respirar
ese aire,
reír, emocionarme
cuando el pato más grande
coloca en el agua a los pequeños,
colgados de su pico;
insisto:
¡no hay nada
que pueda competir
con la naturaleza!
prometo me verán por ahí,
dentro de poco,
quizás
para festejar
un festejo muy ansiado.
Volveré
a esos sitios
muy muy pronto...
¡y también la magia!
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