¡Detengan a ese tren!
-gritó-
pero por dentro;
las lágrimas
le cerraban la garganta,
silenciaban
sus palabras;
¡el tren tan esperado!
pasó, una vez más,
un remolino de polvo a su alrededor,
¡y ese estruendoso ruido!
la enredadera violeta
seguía allí,
también los árboles,
los arbustos,
como si nada.
Es que nada
ocurrió.
Nada
de lo que ella (¿y él?)
habían imaginado,
soñado, siquiera.
Ella se quedó en la estación
por si se arrepentía.
Otros trenes
se anunciaron para esa tarde,
como todas.
Pero él nunca regresó.
Ni esa ni otras tardes,
ni mañanas, ni noches;
pudo más
el temor a enfrentar una realidad
nunca esperada,
menos, deseada;
El mundo de la fantasía
ya les era ajeno.
Poco
podía hacerse
para reconstruir
un universo compartido
que no perdiera, enseguida,
la magia.
Ella
volvió a su casa.
Las vías
durante un largo tiempo,
desiertas.
El viento invernal,
impiadoso
azotaba las ventanas.
Hermoso felicitaciones, ❤️
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