miércoles, enero 29, 2020

Lágrimas que un día no aliviarán

Aplastadas

mi cabeza,
mi razón,

mi alma

contra la pared
de siempre,

la pared
helada e impenetrable;

observando, de lejos,
con los brazos caídos,

cómo, cuánto te reís de mí,
de nuevo

y de nuevo

y de nuevo;

no sé por qué
vuelvo a creerte,

no sé por qué
me hago daño

cuando no siento odio por mí,
ni quiero lastimarme;

no sé

si es amor, si es un desafío,

si se trata de un juego

en el que no me gustó,
no me gusta
haber perdido,

seguir perdiendo;

Sé bien que estas lágrimas
no son muy distintas
de las de hace años,

menos, de aquellas de hace
muy poco;

lágrimas exhaustas,
en su intento vano de limpiar
tanta rabia,

tanto desconsuelo;

lágrimas

que un día
no aliviarán;

Quizás, entonces,
aprenda;

y pueda pelear,
por mí, para mí,
con mis propias armas;

¡quizás, el espíritu
recobre su fuerza!

quizás, consiga librarme,

¡finalmente!

de tan tortuosa
condena.

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Cristina Del Gaudio

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